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“El respeto a la vida y a la divergencia de pensamiento no tiene nada que ver con el discurso chavista” Guido Girardi y las contradicciones de la izquierda con Venezuela

“El respeto a la vida y a la divergencia de pensamiento no tiene nada que ver con el discurso chavista”

El actual senador, uno de los hombres fuertes del PPD, critica la lógica autoritaria del chavismo. Para Girardi, la izquierda que propone el proceso venezolano no representa la cosmovisión del progresismo del siglo XXI. Sin embargo, reconoce que la mitad de la población apoya el proyecto bolivariano y reconoce asimismo ciertos intentos de desestabilización del régimen.


-¿Cuál es su posición frente al proceso que atraviesa Venezuela?
Yo nunca he sido simpatizante del proyecto chavista, en particular. Cuando Chávez era una animita y estaba en pleno apogeo y  se propuso que Venezuela fuera parte del Consejo de Seguridad de la ONU, fui de los pocos que públicamente se opuso. Me opuse porque no era la mejor expresión del mundo progresista o de la izquierda del siglo XXI. Yo estuve varias veces con Chávez, varias veces que él vino a Chile pidió hablar conmigo. Siempre he tenido el juicio –o el prejuicio– sobre militares en la política. Yo al mismo tiempo fui un crítico muy acérrimo cuando fue el golpe de Estado en contra de Chávez y una parte importante de la Concertación corrió a apoyar ese golpe. Me parecía inaceptable y vergonzoso que se apoyara un golpe de Estado en contra de un presidente electo.

-Bajo esta lógica, ¿cuáles son para usted los valores que debe representar una izquierda del siglo XXI?    
-La izquierda del siglo XXI debe presentar tres grandes ejes. El primero es de toda la vida, que es la lucha contra la desigualdad, la inequidad, la exclusión y eso está representado en el mundo de Chávez. La opción por los más pobres, por construir una sociedad más igualitaria, achicar los espacios a los megapoderes corporativos y a los  monopolios. A todo lo que está manejado por una ruleta financiera que nos tiene a todos de rehén, por la banca y los usureros. En segundo lugar, hay algo muy relevante y que no lo cumple Chávez. El fin del siglo XX termina con el mundo vertical, los procesos autoritarios y las elites de arriba para abajo. Termina el pensamiento jerarquizado. Hoy existe un pensamiento colaborativo. En tercer lugar, hoy existe una economía que tiene límites, que está mediada por el medio ambiente y en ese sentido hay una visión de economía y desarrollo que Venezuela no tiene. El respeto a la vida y a la divergencia de pensamientos no tiene nada que ver con el discurso chavista o de Maduro. Yo quiero una izquierda comprometida con la ciencia y la economía. El crecimiento tiene que decrecer en algunas partes para que otros también puedan tener crecimiento. La economía chavista no tiene ningún parámetro de este tipo. Es una visión individualista que se extiende tanto en Chile como en el mundo, tanto por la izquierda como por la derecha.

[cita]Nosotros también apoyamos los movimientos sociales que se reunieron para ir en contra de las visiones neoliberales del gobierno de Piñera, que es un Presidente elegido democráticamente. Yo no deslegitimo el movimiento social en ninguna parte del planeta. Este tiene un componente joven que es muy importante y seguramente hay mucho joven en Venezuela que busca la libertad de lucha y que lo hace movilizarse en contra de Maduro. Pero son completamente distintos. En Chile, el 90% de los jóvenes estaba por establecer una educación como derecho, la gratuidad y finalizar con el lucro.[/cita]

– Hay una mirada de izquierda que usted critica,  ¿pero no es una situación similar cuando agentes externos piden la intervención de la OEA en la crisis venezolana?

-Hoy día, si bien hay un proyecto excesivamente autoritario, no puede uno dejar de desconocer que por lo menos una mitad de la población venezolana respalda el proceso de la revolución bolivariana. De todas maneras están operando fuerzas poderosas para desestabilizar el régimen de Maduro. Mi posición es no tomar partido por un lado u otro. Chile debe colaborar en un rol de salida democrática para este conflicto. La única salida para Venezuela es llegar a una suerte de referéndum ciudadano, porque, si no, lo que está ahí es un golpe de la oposición o que aumente la presión autoritaria y que esto termine en un autogolpe. Es un tema delicado, porque estoy en contra del gobierno autoritario, pero también de la violencia de la oposición. La tarea del gobierno de Bachelet es apoyar la salida democrática de este conflicto.

-¿Qué tan homologables son los movimientos sociales chilenos con los que hoy se desarrollan en Venezuela?   
-Hay que tener cuidado, porque uno pudiera decir que cada vez que hay gobiernos autoritarios se legitima la existencia del movimiento social. Nosotros también apoyamos los movimientos sociales que se reunieron para ir en contra de las visiones neoliberales del gobierno de Piñera, que es un Presidente elegido democráticamente. Yo no deslegitimo el movimiento social en ninguna parte del planeta. Este tiene un componente joven que es muy importante y seguramente hay mucho joven en Venezuela que busca la libertad de lucha y que lo hace movilizarse en contra de Maduro. Pero son completamente distintos. En Chile, el 90% de los jóvenes estaba por establecer una educación como derecho, la gratuidad y finalizar con el lucro. Lo mismo con el movimiento Patagonia sin represas en donde más de 100 mil personas reclamaban en contra de la visión neoliberal de Piñera y de parte de la Concertación. La diferencia con el caso de Venezuela es que existen sectores de jóvenes que reclaman por una visión distinta de sociedad, pero está mucho más dividido y controvertido. Hay jóvenes que salen a marchar a favor del proceso revolucionario, pero también hay otro gran número que no está de acuerdo con esto.

-¿Qué opinión tiene frente a la posición de la FECH sobre el proceso venezolano?  
-Hay un mundo de jóvenes en Venezuela que está luchando por la revolución bolivariana y seguramente la gente de la FECH se siente más identificada con aquellos jóvenes que salen a marchar por defender la posición bolivariana. Yo creo que, a diferencia de lo que pasaba en Chile, que era un movimiento social joven absolutamente mayoritario en sus demandas, la situación en Venezuela es mucho más dicotómica. En Chile no es así. Piñera gobernó imponiendo una visión minoritaria a una visión mayoritaria. El Presidente gobernó dando la espalda a las demandas de la sociedad. Esa diferencia, lo que hay –o lo que yo veo–, ese empate, es mucho más peligroso.

-¿Qué opinión tiene sobre la figura de Nicolás Maduro?
-En lo personal, Maduro no me representa. De todas maneras, recalco que es un presidente elegido democráticamente. Me preocupa sí la espiral que ha ido tomando este proceso de radicalización –por un lado y por el otro– y los pocos espacios de conversación. En Venezuela existe una situación política técnicamente empatada. No hay una clara mayoría que se impone a la otra. Ahora, Maduro, para defender su proyecto, ha tomado un carácter demasiado autoritario, lo cual es un mal camino, ya que podría desembocar en una guerra civil o en un golpe de Estado de uno o de los otros. O en un autogolpe, ya que si se sigue en esta efervescencia social, de mantener el proyecto bolivariano, van a tener que echar a CNN, confiscar todos los derechos y la libertad de prensa. Eso es un autogolpe. Por otra parte, si la oposición no ve posibilidades de derrotar a Maduro, va a mantener una lógica de desestabilización permanente, por la vía de la presión. En este sentido, lo que pasa en Venezuela se parece mucho a lo que pasó en Chile con Allende. Ahora, yo sí me siento identificado con el proyecto allendista, mas no con Maduro.

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