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John Dinges: «Agente de la CIA confirmó que se le entregó 2 millones de dólares a Agustín Edwards entre 1971 y 1972»

John Dinges: «Agente de la CIA confirmó que se le entregó 2 millones de dólares a Agustín Edwards entre 1971 y 1972»

El periodista norteamericano ahondó sobre su entrevista a Jack Devine, encargado del proyecto de medios de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.


«El secreto mejor guardado –y el más controversial de todos- es la identidad de docenas o quizás centenas de chilenos que recibieron dinero de la CIA (entre 1970 y 1973)». Eso dice John Dinges, corresponsal de Time, Washington Post y cofundador de CIPER, en una columna de opinión publicada hoy en The Clinic on-line, donde relata su encuentro con Jack Devine, el encargado del proyecto de medios de la CIA.

«Solo sabemos lo siguiente: El Gobierno de Estados Unidos asignó 10 millones de dólares para que la CIA gastara en Chile entre los años 1970 y 1973 con el exclusivo propósito de derrocar el experimento socialista de Allende. Eso es mucho dinero, suficiente para repartir entre mucha gente, suficiente también para pagar muchas acciones en contra del Gobierno de Allende. Lo cierto es que la CIA estaba reclutando gente no solo para recolectar inteligencia, sino para que actuaran ‘conforme a los ordenes’ del servicio de inteligencia. Cuánta gente y quiénes eran, solo Dios y los archivos secretos de la CIA podrán decirlo. Y por supuesto los mismos chilenos que recibieron la plata. Ellos sí que saben quiénes son», agrega el periodista.

«Hemos podido saber las tarifas que se acostumbraba pagar. Para un líder comunista reclutado por la CIA, dice Devine, el sueldo era de 1000 dólares mensuales», acota Dinges.

A continuación precisa: «Hubo casos especiales, notablemente el de Agustín Edwards. Dueño de El Mercurio, Edwards era y todavía es el hombre más poderoso de los medios escritos chilenos. Hace poco el agente Devine y la misma CIA reveló nueva información sobre Edwards y su periódico, que demuestra que su trabajo para la CIA fue mucho más intenso de lo que se creía».

«En un artículo de la revista Foreign Affairs, Devine cuenta que tenía 31 años cuando llegó como agente clandestino a Chile. Dice que era el encargado del proyecto de medios de la CIA, específicamente del financiamiento de El Mercurio. Confirmó que se le dieron 2 millones de dólares a ese medio de comunicación entre 1971 y 1972 y agrega este nuevo detalle: el dinero fue derivado al ‘área comercial’, (‘business side’ en ingles), no a los periodistas del diario. El ‘área comercial’, por supuesto, era Agustín Edwards. ¿Qué recibió la CIA a cambio del dinero? Devine sostiene que fue solamente para garantizar la sobrevivencia del periódico durante tiempos duros. Otros documentos cuentan de la publicación en El Mercurio de propaganda de la CIA, casi diariamente», cuenta.

«Más novedoso –e importante–, sin embargo, son las revelaciones publicadas la semana pasada por el Departamento de Estado, bajo el poco pretencioso título de ‘Relaciones Exteriores de Estados Unidos, 1969-1976: Chile, 1969-1973’. El libro de 1045 páginas es la historia oficial de la intervención clandestina de Estados Unidos en Chile, contado con una franqueza notable a base de documentos desclasificados», prosigue.

«Es la historia de las actuaciones de Devine, Edwards y muchos otros participantes: Primero, para evitar que Allende ganara las elecciones de septiembre del 70 –sin éxito–, luego planeando un golpe militar para que no pudiera asumir el cargo seis semanas después –un intento desastroso que terminó con el asesinato del Comandante de Fuerzas Armadas, General René Schneider–, y finalmente la campaña de tres años en conjunto con muchos protagonistas chilenos independientes para ‘crear el ambiente’ necesario para el Golpe Militar que llevó a Pinochet al poder el 11 de septiembre de 1973 –un éxito según el punto de vista del Gobierno de Estados Unidos, una catástrofe de Derechos Humanos desde el punto de vista de la mayoría del mundo democrático–. En varios documentos de 1970, aparece el nombre de Edwards junto al de los ex presidentes Jorge Alessandri y Eduardo Frei, como los tres hombres poderosos que los oficiales de EE.UU. consideraban fundamentales en el éxito de la misión para liberar a Chile de Allende. El documento más relevante de ellos –Número 89, pp. 244 ff– es un informe sobre una reunión entre Edwards y el director de la CIA, Richard Helms, el 14 de septiembre de 1970, diez días después de la elección presidencial de Allende», afirma el profesional.

«Hasta ahora se había ocultado el nombre de Edwards en este documento. La nueva publicación quita el velo del secreto sobre el rol de Edwards y revela el detalle sobre lo conversado con Helms. ¿Lo nuevo? Ahora sabemos, según la versión oficial de la CIA, que Edwards no solo recibía dinero para su empresa, sino que había estado siguiendo instrucciones del Gobierno de Estados Unidos. La evidencia indica que Edwards puede haber sido lo que en la jerga de espionaje se llamaría un ‘agente de influencia’. Edwards siempre negó su participación en el golpe militar y su maquinación. Y asevera que, hasta la reunión con Helms, nunca tuvo nada que ver con la CIA. El octubre recién pasado lo testificó bajo juramento antes el juez chileno Mario Carroza. Este es el recuento de su negación: ‘Reitero que tuve una reunión con Kissinger y con Helms… Pero en ningún caso se pensaba en un Golpe de Estado o algo parecido, ni menos de un financiamiento hacia el diario El Mercurio’. Y después añadió ‘A su pregunta, nunca recibí dineros de la CIA’”, recalca.

«Esas declaraciones son imposibles de conciliar con la versión de los eventos que entregó el Gobierno de Estados Unidos. Una de dos: o Edwards está mintiendo o el agente Jack Devine y los documentos de la CIA están mintiendo», advierte.

De acuerdo al periodista estadounidense, «Allende recibió la pluralidad de los votos el 4 de septiembre de 1970, y es bien sabido que el presidente Richard Nixon le ordenó a la CIA evitar que accediera al cargo, preferentemente mediante un golpe militar. Para definir la manera en que se llevaría a cabo, Nixon y su asesor de seguridad nacional, Henry Kissinger, decidieron que había que hablar con Agustín Edwards. El tema: ‘Determinar si existían las posibilidades de una acción militar para evitar que Allende tomara el poder’”.

«Edwards viaja a Nueva York y luego a Washington. El 14 de septiembre se reúne con Kissinger y toman desayuno. Acto seguido se reúne con el director de la CIA Richard Helms. Hasta ahora todas las reuniones y sus participantes habían sido pintadas con tonos inocuos. Como si Edwards hubiese estado por casualidad en Estados Unidos y le hubiesen pedido que compartiera sus opiniones sobre la situación en Chile. Al contrario. De hecho, fue una reunión de negocios pura en la que predominaba el tema del golpe militar, comenzando con el subtítulo ‘Sincronización para Posible Acción Militar’. De las 1900 palabras que hay en el documento solo unas 500 se refieren a otro tema que no sea un golpe, temas como ‘Solución Constitucional’, que implica maniobras parlamentarias para bloquear la gestión de Allende, lideradas por Frei y Alessandri. Sobre esa materia, Edwards dice escéptico ‘¿Podemos correr el riesgo de que el plan Alessandri/Frei funcione?’. Edwards, y un participante no identificado en la reunión, dan su opinión sobre qué oficiales del ejército chileno serían los mejores candidatos para lidera un golpe militar, y cuáles oficiales debían ser ‘neutralizados’ por no ser confiables en esta materia», indica.

«Uno de los párrafos claves en el documento provee evidencia directa de que la reunión estaba lejos de ser la primera relación entre Edwards y la CIA. En él Edwards se refiere a su trabajo con la CIA antes, durante la campaña. Parece quejarse, según el documento, de que sus jefes no le habían permitido hacer aún más para evitar que Allende ganara las elecciones», concluye.

 

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