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Andrés Velasco: ¿boleta o factura? RN y el PS cobran cuentas políticas al ex ministro mientras la DC toma palco

Andrés Velasco: ¿boleta o factura?

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Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Quienes conocen de verdad y por años a Andrade, aseguran que la motivación del timonel socialista no está en las antiguas rencillas y gallitos políticos que protagonizó con Velasco cuando ambos compartieron el gabinete del primer gobierno de Michelle Bachelet. Que tiene muchos defectos, agregan, pero no el rencor, que olvida rápido las disputas políticas, porque sabe que son parte de las reglas del juego, razón por la que –aseguran–, como dice el dicho en política, “se tragó esos sapos hace rato”. Su problema no es el Velasco de antes, el que fue ministro de Bachelet, sino la figura y estilo que desplegó el ex presidenciable desde que “se puso independiente” y fuera de los límites de la Nueva Mayoría.


Dicen que por la boca muere el pez y en el caso del ex presidenciable, Andrés Velasco, su discurso cuestionando las malas prácticas de la política terminó transformándose en un búmeran en su contra. Salvo la UDI, involucrada igual que el ex ministro en la arista política del Pentagate, nadie ha salido a defender al líder de Fuerza Pública, y aquellos que no lo han criticado abiertamente por la situación que atraviesa y la errática estrategia para enfrentarla, simplemente han tomado palco en silencio. Los integrantes de su círculo de colaboradores más estrecho –como Juan José Santa Cruz, el empresario Rafael Guilisasti y el dirigente Sebastián Sichel– lo han defendido públicamente y han desplegado la estrategia de la victimización del ex candidato, para sortear la crisis que atraviesa al verse involucrado en el caso de las boletas que el grupo Penta habría facturado para financiar algunas campañas políticas. Efectivamente, la UDI lo defiende a cada rato, pero claramente usa la figura de Velasco como ejemplo para justificar su propia estrategia de deslegitimar la investigación del Ministerio Público y la denuncia del Servicio de Impuestos Internos (SII), instalando, así, la idea de “intencionalidad y persecución”. En cambio, quienes lo critican, tienen varias razones, y de peso, para cobrarle al ex ministro más de una factura política. El fin de semana, el timonel de RN, Cristián Monckeberg –en una entrevista al diario La Tercera– fue tajante y especialmente duro con el ex presidenciable: “Que todo el mundo dé charlas, me parece perfecto. Pero me llama la atención una charla justo en época de campaña a un grupo como Penta”. No sólo eso, sino que añadió: “Me cuesta creerle. Digo me cuesta creerle, porque soy abogado y la verdad judicial se tiene que demostrar. Pero tengo que sacar conclusiones. Y una es la victimización. Aquí la explicación que se está dando es ‘me están persiguiendo políticamente’. Y me cuesta creer que un gobierno al cual Velasco apoyó en la candidatura presidencial ahora lo esté persiguiendo, sobre todo cuando puede ser candidato presidencial de ese gobierno. No creo que la victimización sea buena receta”, recalcó. En el seno de la directiva de RN explican que la factura a Velasco no pasa solamente por su permanente “ninguneo” a los partidos políticos, sino también por el hecho real de que el ex ministro de Hacienda es una piedra en el zapato y una amenaza para el partido de Monckeberg. Es que sus dirigentes reconocen que “hay gente nuestra que es sensible” al discurso del ex presidenciable, algo que percibe y palpa a cada rato el timonel del partido, dada su condición de diputado por el distrito 23, Las Condes-Vitacura. [cita] Quienes conocen de verdad y por años a Andrade, aseguran que la motivación del timonel socialista no está en las antiguas rencillas y gallitos políticos que protagonizó con Velasco cuando ambos compartieron el gabinete del primer gobierno de Michelle Bachelet. Que tiene muchos defectos, agregan, pero no el rencor, que olvida rápido las disputas políticas, porque sabe que son parte de las reglas del juego, razón por la que –aseguran–, como dice el dicho en política, “se tragó esos sapos hace rato”. Su problema no es el Velasco de antes, el que fue ministro de Bachelet, sino la figura y estilo que desplegó el ex presidenciable desde que “se puso independiente” y fuera de los límites de la Nueva Mayoría.[/cita] En la sede de calle Antonio Varas hace rato que hicieron todos los cruces estadísticos necesarios y todos los análisis electorales de las mesas de votación, para comprobar que su candidato a las primarias de la Alianza, Andrés Allamand, perdió ante el UDI, Pablo Longueira, precisamente por el factor Velasco y la fuga de sufragios que hubo hacia la candidatura del ex ministro. Por la sombra latente que significa para RN el economista, no fue casual lo que agregó Monckeberg en la referida entrevista: “Es un hombre de izquierda que seduce en la derecha, porque le da tranquilidad, le cuida su bolsillo. Pero no es un hombre con ideas de derecha y sobre mi cadáver voy a permitir que candidaturas de izquierda representen a nuestro sector”. La investigación de la arista política del Pentagate por parte de la Fiscalía demorará meses, es un tema que por largo tiempo estará presente en la agenda pública, pero es posible que uno de los efectos que genere este caso sea terminar siendo un misil en la línea de flotación del liderazgo de Velasco, según lo que arroje el proceso del Ministerio Público. A diferencia de RN, en la DC han optado por un discreto silencio sobre la situación de Velasco, a pesar de que éste es visto por muchos en el partido como un “canto de sirena”, que complique en su momento la chance de alguna carta de la falange para las primarias presidenciales. En el partido reconocen que la situación del ex presidenciable no deja de ser compleja, considerando que un porcentaje de la militancia de la flecha roja comulga a la par y activamente en Fuerza Pública, incluyendo a figuras simbólicas para la tienda, como es la hija del ex Presidente Patricio Aylwin, Mariana. Dicen que han optado por “la cautela” y esperar que el escenario actual, remecido por lo reciente del caso Penta, se “decante lo necesario” para avanzar, considerando que hay una intensa agenda pendiente. Un antecedente a considerar: si bien la DC aspira a tener un candidato propio el 2017, para un sector del partido Velasco no dejaba de ser al menos una carta a considerar, esto si la opción del resto de la Nueva Mayoría se inclina por una figura que no sea bien vista por la colectividad, por ejemplo, Marco Enríquez-Ominami. La falange públicamente tomó distancia de la querella que el PS presentó el lunes por cohecho y fraude al fisco en el marco del caso Penta. “Como DC nos hacemos eco de lo dicho por el ministro del Interior, dejemos que las instituciones funcionen tranquilas, libres de toda interferencia política”, dijo el timonel Ignacio Walker. La distancia se debe a que consideran que el presidente del PS, Osvaldo Andrade, se ha excedido en sus críticas, que se ha “sobregirado” y, si bien en privado en la DC coinciden con el análisis sobre el “daño” que representa el discurso de las malas prácticas del ex ministro, para la falange es un error priorizar el foco en el ex ministro y no donde debería estar, es decir, en la UDI.

Quinto round

Desde que Velasco puso los pies en Santiago el viernes y salió del aeropuerto lanzando el dardo de una supuesta intencionalidad política en las acciones en su contra por parte de la Fiscalía, ha protagonizado un rudo intercambio de declaraciones con el timonel del PS, quien no le ha dado tregua. «Si alguien piensa que me va a amilanar, se equivoca; yo voy a seguir defendiendo mis ideas (…). Precisamente las personas que se sintieron más tocadas por mi crítica a la vieja política son las que hoy día tocan el bombo. Osvaldo Andrade es uno de los más connotados exponentes de la vieja política, de la política del golpe, de la crítica destructiva», precisó el ex presidenciable en estos días. Con la ironía que lo caracteriza, Andrade le respondió: «En la vieja política, en la cual yo me formé, no había boletas truchas”, para, acto seguido, rematar precisando que «si ser parte de la nueva política es andar hablando de la nueva política como un eslogan, pero a la hora de los quihubos no cumplir con esos mínimos, tenemos un problema. Además, en la vieja política dábamos la cara, no nos escapábamos fuera de Chile”. El entorno de Velasco apuntó al timonel PS diciendo que actúa como “el matón del barrio”, a lo que Andrade enrostró que “esto de victimizarse es una conducta demasiado antigua, esto de que todos me persiguen me odian, ya está pasado de moda, me causa desazón que el entorno de Andrés invente cosas de esa naturaleza». Quienes conocen de verdad y por años a Andrade, aseguran que la motivación del timonel socialista no está en las antiguas rencillas y gallitos políticos que protagonizó con Velasco cuando ambos compartieron el gabinete del primer gobierno de Michelle Bachelet. Que tiene muchos defectos, agregan, pero no el rencor, que olvida rápido las disputas políticas, porque sabe que son parte de las reglas del juego, razón por la que –aseguran–, como dice el dicho en política, “se tragó esos sapos hace rato”. Su problema no es el Velasco de antes, el que fue ministro de Bachelet, sino la figura y estilo que desplegó el ex presidenciable desde que “se puso independiente” y fuera de los límites de la Nueva Mayoría. Ahí radican –explicaron– las principales razones de Andrade para cobrarle a Velasco el haber tratado de perfilarse políticamente “a costa de la denostación del resto, de la clase política en general”. Un discurso que para el timonel PS, además, peca de excesiva similitud al que en su momento, y cuando lo necesita, despliega la UDI para deslegitimar al mundo político, con el debilitamiento que eso implica para las instituciones democráticas. Andrade no es el único que fustiga al ex ministro de Hacienda por el hecho de quedar atrapado en sus propias palabras y que, en vez de defenderse con argumentos, se haya victimizado.  El rector de la UDP, Carlos Peña, en su columna habitual en El Mercurio, dijo el domingo que el más perjudicado con el caso Penta será Velasco y no por motivos ocultos de la Fiscalía o el gobierno, sino por su propia conducta. “En un intelectual como Velasco, que es, al mismo tiempo, político profesional, es difícil discernir entre su conocimiento técnico y sus ideas políticas, entre los temas que promueve como candidato y aquellos de los que habla como técnico. Y la razón más obvia de todas es que su calidad de técnico es el principal activo que él esgrime para dedicarse a la política”, precisó Peña, para luego agregar que “el problema aquí no consiste ni en lo reservado del aporte, puesto que Velasco ha declarado no haber recibido ninguno, ni en la falsificación ideológica de facturas, puesto que los servicios se habrían efectivamente prestado. El problema deriva de la índole de los servicios que habría realizado, consistentes en divulgar remuneradamente las ideas que él esparce gratis cuando hace campaña. Si una empresa del grupo Penta entrega dinero a cambio de eso, ¿está pagando un servicio o está financiando una campaña?”. Como ha sido la tónica hace rato ya, el ex senador PS, Camilo Escalona, se distanció de la línea de su partido y del timonel Andrade. Apeló al delicado momento que se generó con el caso Penta y dijo este martes que «pareciera que los propios partidos políticos no se dan cuenta de que la democracia no puede funcionar sin partidos políticos, y que cuando se dedican a destruirse entre sí finalmente el costo final lo sufre el régimen democrático, que se ve severamente debilitado. En consecuencia, yo no me voy a hacer cargo –ni a favor ni en contra– de Osvaldo Andrade y los ataques a Juan José Santa Cruz, porque yo tengo una manera completamente distinta de mirar este problema». Escalona generó una alianza estratégica con Velasco en el primer gobierno de Bachelet: él como factótum, y el segundo, como el ministro fuerte del gobierno, cercanía que llevó incluso a compartir instancias privadas en las respectivas casas. Ambos se sitúan en una posición incómoda en la Nueva Mayoría y son vistos con buenos ojos por los nostálgicos de la otrora Concertación, vínculos de sobra para restarse y, al menos, tomar palco.

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