
El análisis de Jorge Navarrete comienza por reconocer las legítimas razones para "sentirse satisfechos, cuando no orgullosos, de nuestros Carabineros".
Sin embargo, admite que no están ajenos a malas prácticas o a la corrupción de algunos de sus miembros.
"Cuestión que en otros períodos de nuestra historia", escribe el abogado, "incluso llegó a la ignominia de institucionalizar la práctica del abuso y el terror, como de hecho conocimos varios casos durante la dictadura militar. Pero pese a ciertos resabios que podrían subsistir de esos tiempos oscuros, hoy la gran mayoría de nuestros Carabineros, y a diferencia de lo que ocurre en otros países -pienso en Argentina o México por ejemplo- son personas honorables, que en precarias circunstancias han sabido resistir a la tentación del dinero o el poder", publica La Tercera.
Por eso, admite Navarrete, "duele a muchos la reciente denuncia de este caso de corrupción al interior de la institución, que involucra a 17 funcionarios en un millonario desfalco, y cuyos detalles y consecuencias recién estamos aquilatando. Pero más allá de la vergüenza o indignación inicial, hay dos cosas que deberían preocuparnos de sobre manera".
La primera: resulta inverosímil, dice, la sorpresa con que han reaccionado algunos altos mandos de la institución.
La segunda: el hermetismo institucional y los grados de autonomía que "son incompatibles e inaceptables en un estado de derecho".
"De hecho, y sin querer exagerar". concluye el columnista, "el último gobernante que realmente pudo exhaustivamente controlar a Carabineros, fue Pinochet".