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Bachelet en campaña: la estrategia de cierre Sacar al pizarrón a Piñera y llenar vacío de liderazgo político en la Nueva Mayoría

Bachelet en campaña: la estrategia de cierre

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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No ha pasado desapercibido que durante todo Junio han sido varias y diversas las instancias en que la Mandataria se ha metido de lleno en el ruedo político con sus declaraciones, que no se entienden solamente por el hecho que en su etapa final todos los Mandatarios se sienten más libres con lo que dicen y hacen. Las intervenciones de la Presidenta hoy tienen objetivos claros: defender el legado de su gobierno, emplazar a la derecha y con eso, llenar el vacío político que ahora afecta a la Nueva Mayoría, que lleva meses enfrascada en pugnas internas por llevar dos candidatos presidenciales –Alejandro Guillier y Carolina Goic- y la compleja negociación parlamentaria de la que aún no sale humo blanco.


“Ser Presidente o Presidenta de Chile no sólo es un altísimo honor también es una altísima responsabilidad y uno tiene que tomárselo en serio y debatir siempre pensando en aportar a un clima de diálogo y no de peleas para el país (…) este domingo habrá primarias legales donde se espera que las personas que se sientan identificadas con esos proyectos puedan ejercer su derecho a participar, y es por eso que los debates son muy importantes porque yo creo que los ciudadanos esperan ver y escuchar propuestas, soluciones a sus problemas, y no encontrarse con peleas y descalificaciones”, dijo este miércoles 28 de junio Michelle Bachelet durante una actividad en la comuna de Santiago. Una frase que no es aislada, tampoco casual ni menos al azar, sino que responde a una estrategia definida y afinada en el seno de La Moneda para el último tramo de la actual administración, que instala a la Mandataria con un rol político activo ante la coyuntura, un tono que no se le veía hace casi dos años y medio.

Es que después de la campaña presidencial y los primeros meses de la luna de miel tras la instalación de su gobierno, la Presidenta Bachelet cambió, tomó distancia de su papel de líder, dejó de hacer política, en la forma y en el fondo. La razón fue el caso Caval, que después que estalló y golpeó su credibilidad en la línea de flotación, la llevó a mantenerse lo más que pudo al margen de la coyuntura, a pesar de las insistentes peticiones que dirigentes y parlamentarios de la Nueva Mayoría le hicieron entre todo el 2015 y 2016, época que se cuestionaba su encastillamiento.

Por eso que no ha pasado desapercibido que durante todo junio han sido varias y diversas las instancias en que Bachelet se ha metido de lleno en el ruedo político con sus declaraciones, que no se entienden solamente por el hecho que en su etapa de cierre, todos los Mandatarios se siente más cómodos y libres con lo que dicen y hacen, cosa que en Palacio confiesan también le sucede a la Presidenta estos días. Las intervenciones de Bachelet hoy tienen objetivos claros: defender el legado de su gobierno, emplazar a la derecha, especialmente a su principal candidato, Sebastián Piñera, y con eso, llenar el vacío político que ahora afecta a la Nueva Mayoría, que lleva meses enfrascada en pugnas internas por llevar dos candidatos presidenciales –Alejandro Guillier y Carolina Goic- y la compleja negociación parlamentaria de la que aún no sale humo blanco.

“La actitud de la Presidenta es una mezcla de estas situaciones. El gobierno tiene un diseño claro para lo que queda del año, busca tensionar a la oposición, sacarla al pizarrón en temas como aborto, educación y pueblos originarios (…) Hay una evidente falta de conducción táctica y estratégica desde la Nueva Mayoría sobre cómo enfrentarse a Piñera y ese vacío lo ocupa ahora Bachelet”, sentenció el analista y decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno.

El punto de inflexión público que marcó la Mandataria, el hito de este nuevo tono y estrategia fue la cuenta pública que dio el 1 de junio ante el Congreso Pleno, donde las principales ovaciones surgieron en los pasajes más políticos del discurso. “Si impera la pura lógica de mercado, temas vitales como la educación, la salud o la vivienda pasan a ser bienes de consumo, que crean divisiones entre quienes pueden y quienes no pueden pagarlos (…) Queridos compatriotas, no nos engañemos: quien quiera echar pie atrás en una política seria, inclusiva y responsable –como es la gratuidad en la educación superior–, les estará dando la espalda a Chile y a las familias chilenas», dijo Bachelet esa mañana.

Una abierta alusión a la posibilidad que Piñera consiga regresar a La Moneda en marzo de 2018, pero sobre todo una advertencia ante la promesa que hizo la oposición de desmantelar las reformas implementadas por la administración Bachelet. Por eso el discurso presidencial tiene y tendrá los próximos meses ese foco, poner el acento en que esta campaña presidencial pasa por la disyuntiva entre querer reformas versus desmantelarlas.

[cita tipo= «destaque»]Para La Moneda la necesidad de sacar al pizarrón a Piñera está estrechamente ligada al imperativo que tiene la Presidenta de defender la obra de su gobierno y por eso, este diseño comenzó a tomar forma en el momento en que el candidato de derecha definió “a Bachelet como su blanco”, así mismo como Manuel José Ossandón lo hizo con el ex Presidente. Fue una decisión obligada por la estrategia que definió Piñera, eso la forzó a salir al ruedo, explicaron en el gobierno. [/cita]

Dicen que Bachelet “se sacó de encima el pudor de defender ella misma su obra”, que apuró la marcha, que entendió que es indispensable tomar la mayor distancia posible de la derecha y que comprendió que ella tenía un papel que jugar en la forma en cómo se resuelva la teleserie de las elecciones presidenciales.

En el corazón de la administración bacheletista reconocieron que de llegar a repetirse la fotografía de la Presidenta entregando la banda tricolor por segunda vez a Piñera, el objetivo es que al menos no se le fustigue por no haber hecho nada por evitarlo ni tampoco que no se jugó las cartas que tiene a la mano. “Esta estrategia del gobierno parte desde la preocupación de la posibilidad de entregar por segunda vez el mandato a Piñera, hay temor a ese juicio histórico (…) la Presidenta está usando todo el capital político que tiene, es un 26%, 27% o 30%, pero lo tiene y ha salido a gastárselo en esta tarea”, afirmó Moreno.

Entre los cercanos a la Mandataria en La Moneda se lamentaron que nadie en el oficialismo sale a “golpear ni emplazar” al candidato UDI-RN y que por lo mismo, lo hace Bachelet cuando lo estima necesario. Por eso, fustigó a Piñera el 20 de junio, a través de su cuenta de twitter, por el desacierto que protagonizó con una broma machista sobre las violaciones y cuestionó el nivel confrontacional de la campaña como respuesta a la polémica performance de los tres abanderados de Chile Vamos en el debate televisivo del lunes 26.

Para La Moneda la necesidad de sacar al pizarrón a Piñera está estrechamente ligada al imperativo que tiene la Presidenta de defender la obra de su gobierno y por eso, este diseño comenzó a tomar forma en el momento en que el candidato de derecha definió “a Bachelet como su blanco”, así mismo como Manuel José Ossandón lo hizo con el ex Presidente.  Fue una decisión obligada por la estrategia que definió Piñera, eso la forzó a salir al ruedo, explicaron en el gobierno.

“La única manera de resguardar su legado es tener un rol político activo para asegurarlo”, agregaron en el seno de la administración bacheletista.

El vacío

En el gobierno reconocen que no había muchas alternativas para Bachelet, porque el escenario de enfrentamiento entre la DC y el eje PS-PPD-PC y PR a nivel presidencial y parlamentario impide que la Presidenta pueda manifestar su inclinación por alguna de las alternativas sobre la mesa y el nivel de conflicto interno entre los partidos oficialistas impide que desde sus dirigentes, parlamentarios y candidatos salgan a defender el legado del gobierno.

“No puede inclinarse por ninguno de los dos candidatos de la Nueva Mayoría, eso sería fatal, así que esta es la fórmula, que actúe sola y la está aplicando en el tono correcto”, sentenció un alto asesor de Palacio, mientras que en otra de las oficinas claves de La Moneda agregaron que “todo este escenario requiere que no quede impávida ante críticas a su gobierno, a su gestión y su persona”.

La relación de la Presidenta Bachelet con los partidos de su coalición nunca ha sido fácil ni buena, demasiadas veces los marginó de todo tipo de decisiones políticas y legislativas para evitar sentirse pauteada por ellos. Eso llevó a que las colectividades se acostumbraran a esa distancia y ahora ya no están preocupados de defender a su gobierno, sino que de mantener el poder y eso es a través de las elecciones parlamentarias.

A pesar de eso, hay quienes no descartan que la estrategia que aplica Bachelet termine ayudando a la coalición y que se transforme mientras dura la carrera a dos bandas, en una figura aglutinante, la única que públicamente representa la unidad del sector. “Esto igual puede ayudar a ordenar al oficialismo, que no tiene una estrategia electoral clara. La Nueva Mayoría está bien perdida de cómo enfrentar a Piñera, no resultó atacar sus conflictos de interés y eso obliga a enfocar una estrategia distinta”, dijo Moreno.

Algo de eso tuvo la arenga que hizo Bachelet casi al terminar su cuenta pública el 1 de junio. “Hace poco más de tres años abrimos las puertas a nuevas esperanzas. Tomamos la bandera que, de mano en mano, llegó hasta las nuestras. La bandera de O’Higgins, la bandera de Aguirre Cerda, Frei Montalva y Allende. La bandera de Chile (…). Quiero pedirles especialmente a los demócratas progresistas de Chile, a quienes me acompañan en el Gobierno, unidad en la acción y lealtad a los principios que nos convocan (…). Lo que ha dado gobernabilidad al progreso es nuestra unidad y es lo que debe asegurar la consolidación de nuestras reformas y los avances en el futuro. Hemos puesto en marcha una historia y somos responsables ante el país de llevarla a cabo”, sentenció siendo ovacionada de pie por todos los parlamentarios de la Nueva Mayoría.

Pero Piñera y la derecha no son los únicos objetivos en la defensa del legado, sino que también el Frente Amplio, que con un discurso mucho más profundo y crítico del que son capaces en estos días el PS y el PC, abiertamente pone en jaque a la izquierda de la coalición oficialista. “No vemos una gran irrupción de gente, por ejemplo, de clase media o gente de clase obrera. No he visto yo, a lo mejor existen. Más bien son los hijos de…, conozco muchos hijos que están todos mirando estas organizaciones, porque les parecen atractivas, más modernas (…) si bien es cierto que hay irrupción de estos partidos nuevos, si ustedes se preguntan quiénes son estos jóvenes que irrumpen: son hijos de personas militantes de los otros partidos tradicionales”, sentenció la Presidenta el 15 de junio durante una entrevista en El Informante de TVN, instancia que en palacio fue considerada por la mayoría como una de las mejores performance de Bachelet en meses.

En La Moneda son tajantes y aseguraron que declaraciones de esta índole no apuntaron a un intento de Bachelet por salir en defensa de la Nueva Mayoría, porque la coalición “nunca la defendió a ella”, sino que pasa por el hecho indiscutido que “defender el legado obliga a combatir en la arena política” y por ende, no dejar pasar espacios ni oportunidades para marcar diferencias.

Días después, el 21 de junio, en una entrevista en T13, Bachelet salió en defensa de la obra de su gobierno y de la extinta Concertación. «El modelo de la dictadura era un modelo donde no se respetaban los derechos ciudadanos, donde el capital era lo que predominaba y donde además estábamos completamente aislados en el mundo. Y durante los períodos de la Concertación y de la Nueva Mayoría lo que se ha buscado es justamente al revés, es expandir los derechos ciudadanos, expandir el bienestar», argumentó la Presidenta en respuesta a la crítica que previamente había realizado la vocera de Guillier y diputada comunista, Karol Cariola, quien aseguró que el bloque del arco iris solo había administrado la desigualdad y el modelo de la dictadura.

En el gobierno hay una mirada muy crítica del bajo nivel político que a sus ojos tienen en general las actuales directivas de los partidos de la coalición, consideran que pecan de falta de densidad, de poca capacidad estratégica y que han perdido meses claves para desplegar las campañas enfrascados en peleas de fórmulas, listas y divisiones.

Desde La Moneda consideran que eso ha generado un vacío político y de liderazgo que ninguno de los abanderados de la Nueva Mayoría ha asumido cabalmente para marcar los puntos políticos necesarios y que por lo mismo, Bachelet tomó dicho papel en el entendido que consolidar el legado de su gobierno puede terminar siendo un buen camino para asegurar las condiciones más óptimas para enfrentar la segunda vuelta. “No es por debilidad de Guillier, tampoco por Goic, sino que es por ambos, por Piñera, por lo que pasa en la Nueva Mayoría, todo este escenario la despercudió”, agregaron en palacio.

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