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La estrategia del Gobierno para levantar y posicionar a la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) PAÍS

La estrategia del Gobierno para levantar y posicionar a la Coordinadora Arauco Malleco (CAM)

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Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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La salida social de la CAM y la revelación del montaje de Operación Huracán, le han dado una visibilidad a la organización que no había tenido antes. Al menos eso leen desde La Moneda, razón por la cual la administración piñerista habría desplegado –a través del ministro Alfredo Moreno– una estrategia para legitimarla como un actor válido. Incluso desde el Ministerio del Interior verían como positivo unificar la resistencia más dura en la llamada macrozona y, así, poder anular otros espacios de lucha territorial.


Pasadas las diez de la noche del 19 de octubre, el denominado “Comando Jungla” de Fuerzas Especiales de la policía uniformada realizó una nueva intervención en La Araucanía, la que terminó con un comunero mapuche formalizado por homicidio frustrado contra Carabineros y porte ilegal de armas. Jorge Cayupán fue notificado, mientras estaba internado en el hospital de Temuco por una serie de convulsiones, vómitos, una herida de bala y una fractura de tibia.

El «Comando Jungla» –entrenado por la policía antinarcóticos de Colombia– llegó durante la noche hasta la comunidad Mateo Ñirripil, que pertenece al Lov Muko en el sur de Lautaro. En el proceso, habrían intentado hacer un control a una camioneta roja que, según Carabineros, iba ocupada por cinco personas encapuchadas que se habría dado a la fuga, junto con disparar contra los efectivos policiales, que producto del conato terminaron hiriendo al comunero.

Pero la historia de Cayupán, su familia y abogado, es otra. Dicen que esa noche el señalado comando de la policía uniformada no habría tenido provocación alguna mientras controlaba uno de los caminos de la comunidad, y que habría comenzado a disparar contra la camioneta roja en la que viajaba el comunero, vehículo que fue alcanzado en diez ocasiones por los impactos de bala. Una de esas fue la que terminó en la pierna del comunero, quien además denuncia que fue golpeado por los efectivos policiales.

Tras ser dado de alta, Cayupán deberá estar en prisión preventiva los cuatro meses que dure la investigación. Una historia conocida para él, quien ya ha sido absuelto en dos ocasiones de cargos por Ley Antiterrorista y que estuvo en huelga de hambre en el año 2010, durante el primer Gobierno de Sebastián Piñera.

[cita tipo=»destaque»]De esta forma, el ministro Moreno y su par de Interior, Andrés Chadwick, han señalado públicamente que están dispuestos a dialogar con la Coordinadora y su vocero, Héctor Llaitul, si dejan las acciones de resistencia, como la quema de camiones. Es más, Moreno los convocó, junto a otros actores del pueblo mapuche, para una cumbre de líderes de La Araucanía, denominada 3xi, que se realizó a principios de agosto, con el fin de preparar la antesala del lanzamiento del Plan Impulsa.[/cita]

El despliegue de efectivos del «Comando Jungla» se enmarca en una serie de intervenciones que –según observadores de Derechos Humanos– se habrían intensificado durante octubre, justo en medio de la marcha blanca del difundido Plan Impulsa Araucanía, que lanzó el Gobierno de Sebastián Piñera un mes antes y que contó con un amplio despliegue del ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, quien no solo movilizó empresarios a la zona, sino que también se reunió con muchos actores de La Araucanía y, lo más novedoso y audaz, invitó al diálogo a la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), hasta ese entonces estigmatizada por el Ejecutivo como organización extremista.

A pesar del despliegue comunicacional y territorial de Moreno, el denominado “Plan Araucanía” ha sido criticado por muchas comunidades y organizaciones mapuche. No solo por la falta de participación vinculante de una parte involucrada o la rebaja de impuestos que significará a las grandes industrias forestales, salmoneras e hidroeléctricas de la zona, sino porque la propuesta no considera el carácter político y reivindicativo de las demandas del pueblo mapuche.

Las jugadas de Moreno

El historiador mapuche Fernando Pairican asegura que, en los últimos 20 años, en Chile ha existido una cultura “del garrote” combinada con la revitalización económica e integración cultural. Un modus operandi que durante estos primeros meses del Gobierno de Piñera ha tenido una audaz innovación: el interés e intento de posicionar a la CAM como un actor legítimo para dialogar.

De esta forma, el ministro Moreno y su par de Interior, Andrés Chadwick, han señalado públicamente que están dispuestos a dialogar con la Coordinadora y su vocero, Héctor Llaitul, si dejan las acciones de resistencia, como la quema de camiones. Es más, Moreno los convocó, junto a otros actores del pueblo mapuche, para una cumbre de líderes de La Araucanía, denominada 3xi, que se realizó a principios de agosto, con el fin de preparar la antesala del lanzamiento del Plan Impulsa.

Los “acercamientos de Moreno fueron bordeando, rodeando, a los sectores más duros como la CAM”, señala una fuente del sector más institucional mapuche y destaca que el ministro realizó una ronda estratégica para intentar acercarse a dirigentes reconocidos, que en el pasado estuvieron conflictuados por la Ley Antiterrorista.

De esta forma, marcaron un precedente las conversaciones con Víctor Ancalaf –el primer mapuche condenado por la Ley Antiterrorista en nuestro país– y con el lonko Aniceto Norin, quien en el año 2003 fue condenado por amenaza terrorista, juicio que fue anulado once años después por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

La jugada con Norin fue más allá. Usando como intermediario al director de la Conadi, Jaime Retamal, el ministro Moreno materializó –justo en medio del cierre del caso– una reunión entre el comunero con Jorge Luchsinger, hijo del matrimonio que murió quemado en su casa en enero del 2013. El encuentro estuvo marcado por el llamado a la paz realizado por ambas partes y el respaldo de la familia Luchsinger a la solicitud del Machi Celestino Córdova, de contar con permiso especial para asistir a su rewe, razón por la que había estado en huelga de hambre 102 días.

Un despliegue que fue coronado exitosamente por el abrazo entre el lonko Norin y el Presidente Piñera el 28 de junio, en el marco de una ceremonia religiosa en La Araucanía. La imagen impactó y desde La Moneda mostraron este acto como un acercamiento hacia el mundo más radical del pueblo mapuche, lo que “le trajo buenos réditos a Moreno al interior del Gobierno”, reconocen desde Palacio.

Si para La Moneda fue positivo, en el seno del pueblo mapuche se abrió un conflicto interno. Pairican explica que Norin no es un dirigente cualquiera, que él “aguantó la cárcel política cuando no era tan común” y “responde a las viejas formas de lonko, que ve las negociaciones como un hombre de Estado”. El historiador destaca que Norin “no negocia supeditado al criollo”, ni en las reglas del Estado chileno, sino que responde a la premisa de estar “gobernando para su histórico lof”.

Una posición que despierta críticas –agrega Pairican– en los núcleos más jóvenes mapuche, que consideran que «no hay que pactar con los que te han explotado”. Entonces, hay un debate generacional al interior del pueblo mapuche, “pero hay que entender quién es Norin en la historia mapuche”.

Esos no habrían sido los únicos intentos de acercamiento que desplegó Moreno, ya que desde el sector mapuche afirman que el ministro habría intentado tender puentes con los dirigentes de la comunidad de Temucuicui, Mijael Carbone y Jorge Huenchullán, reuniones que no se habrían concretado.

Desde la CAM separaran aguas, niegan todo tipo de participación en la cumbre 3×1 y recalcan que Ancalaf y Norin “no forman parte de la CAM, ni la representan en sus ideas. En este sentido dejamos en claro que el único representante válido para estas instancias es nuestro vocero público Héctor Llaitul”. Afirman que se mantienen abiertos al diálogo “cuando tenga que ver con materias sustanciales y demandas históricas de nuestro pueblo, nunca por migajas ni medidas que signifiquen el sometimiento de nuestra gente”.

La estratégica CAM

La estrategia de mirar a la Coordinadora Arauco Malleco como un actor relevante no solo pasaría por las perspectivas de Moreno. El ministro Chadwick, quien ha impulsado la línea más represiva en la denominada macrozona, de la mano de la llegada del «Comando Jungla», también vería a la CAM como un actor estratégico, más allá de las acciones como quemas de camiones.

Desde el Gobierno reconocen que la CAM tiene “unidad política”, una estrategia clara y un horizonte político que es la autodeterminación. Además de tener una estructura, pese a que se encuentra en la clandestinidad, tomó un camino de visibilización social que al menos tiene a Llaitul como la cara pública de las acciones.

En medio de la “guerra de baja intensidad” –como la llaman al interior del Ejecutivo– que lidera el «Comando Jungla» en los territorios “en recuperación”, al Gobierno le interesaría mantener a una CAM “activa, con respaldo y fuerte, porque sin ella emergen otros grupos, mucho más radicales”, según explican desde el propio oficialismo. Esa sería la forma para intentar controlar la intensificación del accionar al interior de los territorios “en recuperación” que no están necesariamente ligados al núcleo territorial de la Coordinadora, junto con “aislar” a otras orgánicas como Weichán auka mapu (WAM), a la que se le han atribuido algunos atentados, incluyendo la quema de iglesias.

A pesar de que El Mostrador intentó en reiteradas ocasiones conversar con el Ministerio del Interior sobre el tema, señalaron que no se van a referir a ello ni tampoco al trabajo realizado por ahora por el «Comando Jungla» en la macrozona.

Más allá del tema de seguridad, en el último año y tras su apertura social, la CAM ha logrado tener un reconocimiento más abierto y transversal, no solo en el movimiento indígena latinoaméricano, sino que en países europeos, más aún después de acreditado el montaje de la Operación Huracán. Durante la semana pasada, Llaitul estuvo de gira por Ginebra, en Suiza, y participó en el cuadro del Grupo de Trabajo de la ONU sobre empresas transnacionales, denunció las operaciones de la filial Arauco de la Familia Angelini y, por otra parte, a Mininco de la CMPC, vinculada a la familia Matte, además de la construcción del proyecto MAPA.

No solo eso, Llaitul también denunció el montaje de la Operación Huracán y apuntó a las responsabilidades políticas del Estado y del Gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, quien hoy dirige el Departamento de Derechos Humanos de la ONU.

Para el historiador Pairican, la Coordinadora Arauco Malleco es una de las “organizaciones más importantes de la historia mapuche y lo más seguro es que tenga un cuadro de honor en la oficina de algún político mapuche en el futuro” y recalca que sus fundadores provienen de “una vida en la miseria, ahí fueron forjando su pensamiento político, la autonomía”.

“La CAM es una escuela social y política del movimiento mapuche en su conjunto, que ayudó a la formación de la conciencia de la nación mapuche, que proviene de una historia de resistencia entre los 70 y 90”, sentencia Pairican.

Fisura en la derecha

Según el historiador, “el debate más interesante de esto es las diferencias al interior de la derecha”. Existe una especie de dualidad en la región, en donde la imagen del intendente de La Araucanía, Luis Mayol, quien fue director de la Sociedad Nacional de la Agricultura (SNA) y consejero de la CPC, representa a la derecha terrateniente, “fondera y lechera que no es neoliberal y que pide la protección del Estado. La misma que en el año 72 se movilizó de forma radical en contra de la reforma agraria y terminó colgando a comuneros mapuche en helicópteros”.

Una derecha que, agrega, es “mucho más racista que la de Santiago, más cristiana que Moreno, que es más liberal”, un hecho que es reconocido al interior de las huestes de Chile Vamos, donde admiten que estos “acercamientos de Moreno” no causaron un respaldo transversal en el sector, “al menos al interior del empresariado”, y que habría muy pocas concordancias entre los gobiernos locales y la mirada centralista del ministro de Desarrollo Social.

Esa ambivalencia de la derecha estaría reflejada, afirman en el oficialismo, en la figura del senador Felipe Kast, “quien apunta para ambos lados: mano dura y revitalización económica”.

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