No fue nada de fácil dar con el académico del Departamento de Química de los Materiales de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago, José Zagal Moya, reconocido el jueves con el Premio Nacional de Ciencias Naturales 2024.
El profesor Zagal es esquivo de la mensajería digital y de la tecnología de bolsillo. Lo suyo son las aulas. Y ahí fue donde pude hacerle llegar tres preguntas. Y valió la pena. “Que el Premio Nacional sirva como una maleta llena de semillas que hay que sembrar por todas partes”, dijo.
José Zagal es químico de la Universidad de Chile, Ph. D. por la Case Western Reserve University (Estados Unidos) y realizó su beca postdoctoral en el Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Upton, New York. En el plano internacional, forma parte de la Academia de Ciencias de América Latina, y la Royal Society of Chemistry del Reino Unido le otorgó el premio Fellow 2018, por su contribución en diversas áreas de la electroquímica.
A nivel nacional, es miembro de la Academia Chilena de Ciencias y un académico de sobresaliente producción científica, con más de 200 publicaciones en revistas indexadas. Ha sido nombrado Profesor Distinguido y reconocido, el año pasado, por sus 50 años de trayectoria al servicio de la U. de Santiago.
Zagal fue galardonado con el Premio Nacional por su contribución en la conversión limpia de energías.
-Profesor, ¿qué desafíos principales ha enfrentado durante sus investigaciones sobre el hidrógeno verde y cómo los ha superado?
–El hidrógeno verde es una idea muy antigua, tiene casi 200 años. En dos oportunidades traje a nuestra universidad (Usach) a un líder en esa materia, quien dio charlas. Acá era más bien un congreso de ingeniería, pero empezamos a sembrar la semilla; creo que eso ya fue hace muchos años. Pienso que, en realidad, cuesta mucho avanzar en esta tarea, porque hay mucha desconfianza por parte de los empresarios y de los políticos.
Creo que, más que publicar papers o investigar, lo que hay que hacer es impulsar la idea. Porque uno trabaja también en ciencia fundamental, pero hay que mirar también al mundo y hacia dónde va.
-¿Cuál es el mayor obstáculo técnico que aún debe superarse para que el hidrógeno verde sea una opción más viable y económica a gran escala en el mercado energético global?
–Un problema es el almacenamiento. Es caro almacenar hidrógeno. También porque los electrolizadores son reactores enormes. Estamos hablando de reactores de varios pisos, no son reactores pequeños de laboratorio. Estamos en el tema de la economía a gran escala. En Punta Arenas ya se está avanzando bastante con este tema. Lo más importante es empezar a desarrollar tecnología propia. Y eso es caro, insisto, pero necesario. No podemos depender de tecnologías extranjeras para fabricar hidrógeno; necesitamos tener nuestra propia tecnología. Y cuanto más hagamos en el país, se generará más trabajo para especialistas. Hay iniciativas un poco más grandes, pero nuestro país tiene que ser más agresivo. Tiene que ser casi como el «día D». Tenemos que luchar contra la ignorancia y la dependencia económica.
–¿Cómo cree que este reconocimiento que recibió, como Premio Nacional de Ciencias Naturales, influirá en la visibilidad y el apoyo para sus investigaciones sobre hidrógeno verde? ¿Qué piensa usted del avance de esta tecnología en Chile?
–Creo que el impulso viene de más atrás, ya que tanto el Gobierno anterior como el actual están muy comprometidos con este tema. A mí me gustaría ayudar y apoyar. Creo que es la oportunidad para ayudar a Chile, en el fondo. Porque cuando uno logra cosas en ciencia, lo más importante es ayudar al país, a la gente, a la educación, a la formación de personas también. Y en eso tenemos una labor enorme. En la universidad tenemos un Diplomado en Hidrógeno en el que he participado durante muchos años, y hemos formado a personas que están en distintas áreas, incluso en las Fuerzas Armadas y como profesionales insertados en la industria. Hay que seguir multiplicando estos esfuerzos.
Que el Premio Nacional sirva como una maleta llena de semillas que hay que sembrar por todas partes. Creo que esa es una obligación de mi parte: continuar sirviendo al país y no simplemente relajarme.