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Alberto Rojas y su libro sobre las guerras: “Se ha ido debilitando la democracia a escala global” PAÍS @aarojasm70

Alberto Rojas y su libro sobre las guerras: “Se ha ido debilitando la democracia a escala global”

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Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador.
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El periodista señala que, en medio del reacomodo del orden mundial y la disputa entre Estados Unidos y China, a Chile no le quedará más opción “que elegir en qué vereda de la calle queremos o debemos estar. Tal vez no hoy o mañana, pero sí en algún momento cercano en el tiempo”.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
Un mundo en guerra es el nuevo libro del periodista Alberto Rojas, que analiza los conflictos actuales y potenciales del planeta, destacando la volatilidad global, el auge del autoritarismo y la posible transformación del Ártico en zona de disputa. Rojas advierte sobre el debilitamiento de la democracia y plantea que Chile debe reforzar su industria naval para ganar autonomía. También cuestiona la viabilidad de una neutralidad chilena entre EE.UU. y China, dado el creciente conflicto entre ambas potencias.
Desarrollado por El Mostrador

Un mundo en guerra (Planeta) es el título del libro que acaba de publicar el periodista Alberto Rojas, columnista de El Mostrador y director del Observatorio de Asuntos Internacionales de la Universidad Finis Terrae. Se trata de un texto de 413 páginas que realiza un recorrido de todos los conflictos que sacuden al planeta en la actualidad y que los contextualiza, ahondando en el origen de cada uno de ellos, pero además proyectando, en la medida de lo posible, el destino que tendrán y explicando otros posibles focos de conflicto, como es lo que sucede con Groenlandia, por ejemplo.

Se trata de un libro que sintetiza varios años de estudios y de visitas en terreno, pero que nadie se engañe: la prognosis no es muy positiva.

El libro recorre la situación de las guerras en curso en el mundo, pero también las zonas de conflicto actuales, que son muchas. ¿Crees que estemos ad portas de un conflicto mayor, de carácter continental o global?
-Esa es una muy buena pregunta, que me vengo haciendo desde hace un par de años. Estamos viviendo en un mundo cada vez más volátil e impredecible, donde se han ido construyendo alianzas que ya no tienen la lógica de las décadas pasadas. Por ejemplo, desde que Rusia inició la invasión a Ucrania, ha estrechado sus vínculos con Irán y Corea del Norte; al primero le compra drones militares y al segundo piezas de artillería y municiones. Eso, sin mencionar que el régimen de Kim Jong-un envió 13 mil soldados norcoreanos a Rusia para combatir en Ucrania.

Mientras, en Medio Oriente, vemos no solo la confrontación entre Israel e Irán. De hecho, después de años de espera y planificación, Israel finalmente decidió atacar las instalaciones nucleares iraníes, lo que profundizará el conflicto entre ambos países y generará aún más inestabilidad en un Medio Oriente ya convulsionado. Pero también está la “guerra fría” regional entre Irán y Arabia Saudita.

No costaría mucho interconectar estos y otros conflictos a partir de las nuevas alianzas y lealtades que se han ido construyendo, pero no por convicciones ideológicas, sino en función de rivales o enemigos comunes, ya sea en lo militar, lo económico o tecnológico.

En ese contexto, vale la pena recordar que, durante la Guerra Fría, siempre se habló de la Tercera Guerra Mundial como un conflicto nuclear a gran escala. Pero ¿y si la Tercera Guerra Mundial no fuera así? ¿Y si resultara ser una suma de conflictos simultáneos de características convencionales? Ahí nos estaríamos acercando más a algo parecido a lo que fue la Primera Guerra Mundial. Ucrania es un ejemplo de ello, por la cantidad de países involucrados, pero también porque combina una desgastadora guerra de trincheras con drones y todo tipo de nuevas tecnologías.

La democracia agonizante 

Otro rasgo que está presente en el libro es que prácticamente todos los países hoy implicados en conflictos (abiertos o no) tienen líderes autoritarios o son dictaduras o teocracias. ¿Crees que es una singularidad o es algo a lo que deberemos habituarnos?
-No, no creo que sea una singularidad. Regímenes como los de Teherán o Pyongyang tienen décadas de existencia y no se ven particularmente amenazados. Por el contrario, en los últimos años hemos visto cómo los gobiernos no democráticos o simplemente autoritarios han ido ganando terreno.

Ya no basta realizar elecciones periódicas para decir que un país es democrático. Y, además, ya no estamos viendo este fenómeno en el África subsahariana, el Cáucaso o Medio Oriente. Ahora estamos viendo esto en el hemisferio occidental, con consecuencias inquietantes, sobre todo porque las figuras autoritarias están llegando por las urnas, las personas las están votando y eso demuestra cómo se ha ido debilitando la democracia a escala global. Ese es uno de los mayores peligros que enfrenta la comunidad internacional en este momento.

Otro de los focos de conflicto que mencionas es el relativo al mar Ártico, que reflotó públicamente gracias al interés de Donald Trump por Groenlandia y Canadá. ¿Podrías explicar qué se prevé que pasará allí en pocos años, debido al calentamiento global, y cuáles serán las consecuencias de ello?
-El Ártico es uno de los posibles futuros escenarios de una guerra abierta. Rusia, Canadá, Estados Unidos (Alaska), Dinamarca (Groenlandia) y Noruega tienen fronteras en el Ártico e intereses distintos. Rusia lleva años militarizando esta región, con un número de tropas, bases y rompehielos que supera a los de Estados Unidos, por ejemplo. ¿Y por qué lo hace? No solo porque quedó una importante cantidad de infraestructura de los tiempos de la Guerra Fría, lo hace porque el cambio climático ha derretido de manera dramática los polos.

Bajo el hielo y la nieve de la Antártica hay un continente, pero el Ártico es solo hielo. Y en la medida que se ha ido derritiendo, se han abierto dos pasajes especialmente estratégicos: el del noroeste, frente a las costas de Canadá, Groenlandia y una parte de Alaska; y el paso del noreste, frente a las costas de Rusia.

Hoy, durante el verano boreal, el deshielo permite navegar el Ártico en superficie, estableciendo rutas transpolares que –en el corto plazo– van a cambiar la manera en la que se entienden la defensa y el comercio. Y eso va a traer choques entre estos países y otros que no tienen fronteras en el Ártico, como China, pero que sí quieren tener presencia e influencia en esta estratégica zona.

El futuro de Chile

Volviendo a nuestro vecindario, en el libro dices que Chile necesita priorizar la construcción naval militar propia. ¿A qué obedece ese imperativo?
-Básicamente, porque vemos cómo las alianzas tradicionales se van volviendo cada vez más frágiles. Los antiguos aliados se pueden convertir en los nuevos rivales o enemigos, y viceversa. El orden mundial es cada vez más líquido y, en ese aspecto, la dependencia de armas, municiones, piezas y partes o sistemas tecnológicos se está convirtiendo en una debilidad.

Avanzar hacia una estrategia de construcción naval propia garantiza la autonomía y la seguridad. Y, además, se podría desarrollar una industria no solo capaz de construir para consumo interno, sino también para exportar. Reino Unido es un ejemplo clásico, pero hoy también vemos el ejemplo de Corea y Japón, que están desarrollando nuevas generaciones de buques de gran calidad a costos manejables. Perú ya le está comprando equipamiento militar a Corea.

Además, es relevante asumir que Chile es un país marítimo, con un protagonismo que debe defender y aprovechar. El océano Pacífico no es una barrera, sino un puente que nos conecta con la Polinesia y Asia. Los mares son cada vez más importantes en términos comerciales y tecnológicos.

El Presidente Boric ha dicho varias veces que Chile no optará entre China y EE.UU. Más allá de sus intenciones, ¿es factible mantener esa “neutralidad” al largo plazo?
-No, la verdad es que esa afirmación es difícil de sostener, sobre todo de parte de un Gobierno al que solo le quedan unos ocho meses en el poder. China y Estados Unidos son las dos mayores economías del mundo, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, potencias nucleares, navales, tecnológicas y espaciales. América Latina, en general, y Chile, en particular, son escenarios en los que estos dos gigantes se están enfrentando desde hace años. ¿Qué norma 5G o 6G van a elegir los países? ¿Qué tecnologías de vehículos autónomos van a comprar? Y eso aplica a armas, satélites, construcción de infraestructura estratégica, etc.

Nadie lo dice en voz alta, pero en algún momento habrá que elegir en qué vereda de la calle queremos o debemos estar. Tal vez no hoy o mañana, pero sí en algún momento cercano en el tiempo. El multilateralismo se está debilitando de manera acelerada y paulatinamente está siendo reemplazado por las antiguas esferas de influencia.

En un mundo en el que el orden mundial basado en reglas protegía a países como Chile, pero que está siendo desmantelado de facto, será importante decidir de manera estratégica cuáles seguirán siendo nuestros aliados.

Lee aquí el inicio del libro

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