Publicidad
Primarias 2025
Eolo Díaz-Tendero: “El peor escenario para la unidad del progresismo sería que vote poca gente” PAÍS

Eolo Díaz-Tendero: “El peor escenario para la unidad del progresismo sería que vote poca gente”

Publicidad
Francisca Castillo
Por : Francisca Castillo Periodista El Mostrador
Ver Más

El director ejecutivo de Horizonte Ciudadano apuntó a la relevancia del pragmatismo político del progresismo. “Pensar que algún sector de la izquierda puede ser hegemónico sobre otro, o que puede competir autónomamente frente a la derecha o extrema derecha, me parece que es un suicidio”, advirtió.


Que los candidatos perdedores de la primaria oficialista se reúnan con el ganador este domingo, lista única parlamentaria y una amplia convocatoria, son algunos de los factores que -según el director ejecutivo de la Fundación Horizonte Ciudadano- pueden incidir en la unidad del progresismo de cara a la primera vuelta presidencial de noviembre. 

Más allá de las tensiones propias de la campaña, para Eolo Díaz-Tendero los equilibrios en la unidad del sector también van a depender sobre lo que decidan las mayorías en las elecciones del próximo 29 de junio. “El peor de los escenarios para la unidad sería que vote poca gente y que además la diferencia entre el candidato ganador y perdedor sea poca, porque no queda definida muy claramente la balanza”, dijo.

En conversación con El Mostrador, el filósofo también apuntó a la relevancia del pragmatismo político del progresismo para fortalecer a la coalición post primarias. “Pensar que algún sector actual de la izquierda puede ser hegemónico sobre el otro, o que puede competir autónomamente frente a lo que está pasando con la derecha y la extrema derecha, me parece que es un suicidio”, advirtió.

Asimismo, se refirió a la voluntad de la expresidenta Michelle Bachelet de estar detrás del candidato único de la centroizquierda y su mandato explícito de lograr la más amplia unidad del sector. “Esa unidad  tiene que darse sobre una lectura eficiente de lo que está pasando en el Chile contemporáneo. Y ella también, lo ha dicho públicamente en distintos foros”, agregó.

Por lo que el principal desafío para la centroizquierda es posicionar “liderazgos con la capacidad de tener racionalidad política, pero a la vez saber traducirla en el lenguaje de las emociones, de cómo esa línea de ejecución de política pública impacta en las vías cotidianas de la ciudadanía”.

-¿Cuál es tu lectura del escenario previo a las primarias? ¿Cómo has visto el despliegue de los candidatos y las diferencias que se han instalado? 

-Yo creo que partió de menos a más. Y en las últimas dos semanas se instalaron hitos de diferenciación que le dieron una estructura más dramática a una primaria que en principio estaba muy centrada en las miradas comunes. Pero justamente a propósito de incluir a más personas, de motivar más a la participación, me parece que se empezaron a dar diferencias que son interesantes. 

Más allá de que vayan a ser diferenciaciones de largo plazo o estratégicas -cosa que yo creo poco probable- me parece que plantear las diferencias te permite ir testeando cuáles son las vías de solución, porque las opiniones hoy día están siendo sometidas a la voluntad mayoritaria de los ciudadanos que vayan a votar. Por lo tanto, las diferencias las va a resolver la ciudadanía de cara a un debate público y no necesariamente en un círculo interno solo de los partidos políticos o de las élites que están dentro de los partidos.

-Son evidentes ciertas tensiones, las que se pueden acentuar o no dependiendo de quién gane. ¿Cómo visualizas la unidad del sector y qué tan fortalecido va a salir de esta primaria?

-Ahí hay dos elementos que van a pesar en la balanza de la unidad. Me parece que el día domingo en la noche aquellos perdedores tienen que ir a hacer el gesto de saludar al ganador, yo creo que eso va a ser una muestra mínima y básica de que la unidad del sector sigue vigente. 

La otra gestualidad que me parece un poco más compleja, pero que es parte importante de cómo se proyecta el sector de la izquierda y progresismo en Chile, tiene que ver con señales claras sobre cuál es la alianza electoral para las parlamentarias. Es decir, si es lista única o no es lista única. Creo que eso también es una gestualidad muy específica de cómo se está pensando la alianza en el futuro.

Puede haber más tensiones dependiendo de quién sea el ganador, si es Jara o Tohá, pero van a haber tensiones sí o sí, por algo se están resolviendo en una primaria. Pero, te insisto, creo que si eso lo resuelve una mayoría tajante van a haber dos criterios que pueden ser claves para entender cómo se puede dar esta unidad: el peor escenario para la unidad sería que vote poca gente y que además la diferencia entre el candidato ganador y perdedor sea poca, porque no queda definida muy claramente la balanza. 

La izquierda en Chile históricamente ha sido plural y, por lo tanto, pensar que algún sector actual de la izquierda puede ser hegemónico sobre el otro, o que puede competir autónomamente frente a lo que está pasando hoy día con la derecha y la extrema derecha, me parece que es un suicidio, no es posible. Incluso el pragmatismo político incentiva a una coalición que debería fortalecerse.

-En el sector hay mucha confianza respecto al rol de la expresidenta Michelle Bachelet para que haya un despliegue protagónico de su parte como factor de unidad en el progresismo, ya sea para contener las tensiones hacia el centro o hacia la izquierda. ¿Cómo ves su liderazgo en este sentido? 

-Ella lo ha dicho públicamente y se lo comunicó a todos los candidatos personalmente cuando se reunieron en la Fundación Horizonte Ciudadano. Les dijo que ella iba a estar detrás del candidato único. Y conociendo cuáles son las preocupaciones de la presidenta -y que siempre ha sido un mandato explícito de ella- la aspiración es lograr la más amplia unidad del sector. Porque sabe que ahí no solamente está la posibilidad de una cierta defensa en este proceso de debilitamiento democrático que estamos viviendo frente a las extremas derechas, sino también porque entiende operativamente que las elecciones se ganan con unidad, no con división.

Entonces, ella ha manifestado su interés y su voluntad de estar presente y por lo que hemos podido conversar en general en el equipo, va a estar en la medida que la agenda se lo permita, porque tiene una agenda internacional bien intensa. Por lo tanto, me imagino que va a conciliar sus agendas y en la medida que eso funcione, va a estar disponible para la unidad del sector. De todas maneras.  

-Hay todo un debate respecto a cómo conectar emocionalmente con las reivindicaciones cotidianas de la gente, pensando en este ciclo electoral que estamos viviendo con unas derechas que corren con ventaja. ¿Cuáles son los desafíos para el progresismo en ese sentido? 

-Ahí hay un elemento clave de lo que hacemos en Horizonte Ciudadano porque, como te decía, hay dos preocupaciones centrales en la voluntad de la expresidenta Bachelet. Una es la unidad del sector, pero otra es que esa unidad  tiene que darse sobre una lectura eficiente de lo que está pasando en el Chile contemporáneo. Y ella también, lo ha dicho públicamente en distintos foros, entiende que hay un mejor rendimiento de los liderazgos y de las estrategias y tácticas políticas que está haciendo la derecha para lograr captar ese electorado. 

Por eso nosotros en la Fundación Horizonte Ciudadano estamos haciendo estudios bien en profundidad con una serie de focus, encuestas, con líneas analíticas bien de corte estratégico. Lo que hemos descubierto fundamentalmente es que hay un riesgo que es bien importante que tiene que ver con que, dado el diagnóstico que hemos hecho de que hay una subjetividad que se siente resignada frente al malestar, se empiezan a cortar los puentes y la confianza con las instituciones democráticas. 

Entonces hay una sensación de una cierta debilidad de las instituciones democráticas que es grave. Hoy día ese malestar, por ejemplo, ya no está instalado en la rabia, en las ganas de acción política, sino que está instalado en la resignación. 

Sin embargo, detrás de eso también hay un elemento relacionado con el tipo de liderazgo que hoy día está observando la ciudadanía. Y hay que reconocer que hoy día lo está haciendo mucho más eficientemente la derecha y la extrema derecha, que los sectores de izquierda. No es que la ciudadanía se haya volcado a la derecha, sino que hay una un clima de opinión pública que lo que busca es que le resuelvan problemas concretos con una gestualidad de voluntad de acción directa. 

Esa voluntad de acción directa puede hacer agravar esta debilidad de los vínculos de representación política. Y lo que no puede hacer el progresismo es debilitar aquello, cosa que yo creo que la derecha no tiene ningún problema en hacerlo.

Entonces el desafío es cómo construir un liderazgo -y eso se está poniendo a prueba en esta primaria- que sea capaz de mostrar esa voluntad de enganchar emotivamente con la ciudadanía, y al mismo tiempo mostrar voluntad concreta de resolver problemas concretos en lo cotidiano y hacerlo rápido. Ese desafío es más difícil de llenar desde la izquierda porque no queremos debilitar a la democracia. 

-¿Hay espacios desde el progresismo para, en ese ejercicio, relegitimar la adhesión a los partidos políticos?

-Estamos justamente en esa fase, porque lo que se nos aparece en los estudios es que esa ruptura del vínculo de representación tiene mucho que ver también con la parsimonia clásica de los ciclos democráticos, donde hay que negociar con el otro, pasar por el parlamento, etc. Entonces al final sí, se inicia un cambio, pero finalmente no veo los resultados porque se traban en el camino. Por lo tanto, la institucional democrática es compleja y parte de eso son los partidos políticos.

En el corto plazo tiene que ver fundamentalmente con los liderazgos, es casi como un sucedáneo de un proyecto político de más largo plazo. Lo que no puede suceder en los partidos que quieran reivindicar su rol en la sociedad, es que apuesten solo a liderazgos, sino que esos liderazgos sean capaces de fortalecer instituciones que sostengan un cierto tipo de acción política en el tiempo. Y la acción política debería ser reflejo de esa capacidad de acción, de esa capacidad de resolver problemas concretos.

Yo creo que en las últimas municipales vimos cierto tipo de liderazgo que se instalaron en esa lógica. Por ejemplo, el nuevo alcalde de Puente Alto, Matías Toledo, quien supo construir redes territoriales y hoy día lo que está haciendo es una gestión eficiente para solucionar problemas. Tomás Vodanovic marca ese tipo de liderazgo también. 

El punto es que esos liderazgos no son instituciones. Entonces cómo trasladar los liderazgos a los partidos es el desafío a mediano y largo plazo. 

-Finalmente, ¿crees que va a haber un cambio en términos de competitividad por parte del progresismo frente a las derechas, teniendo ya el candidato único?

-Va a cambiar radicalmente el escenario, porque lo que hoy día están midiendo las encuestas es un escenario que no existe. Están midiendo candidatos del sector progresista como si estuvieran compitiendo en igualdad de condiciones con la derecha y eso no es así. Una vez resuelto lo del domingo, habrá un solo candidato por este sector, lo que va a ser mucho más nítida una diferenciación y van a empezar a cambiar también las percepciones de identificación con candidatos.

Por otro lado, lo que vamos a hacer nosotros desde los centros de estudios es aplicar un poco lo que hicimos en las municipales del año pasado, donde trabajamos muy colectivamente en la construcción programática. Y no desde una mirada teórica del gran diagnóstico de la sociedad chilena, sino de buenas prácticas que pueden ser transformadas en dispositivos de acción de política pública que resuelvan problemas. 

-Sacar el debate de la élite…

-Absolutamente, eso significa cambiar códigos. No se puede hacer campaña hablando desde el código de las políticas públicas, la ciudadanía no engancha con ese tipo de lenguaje. Requiere liderazgos con la capacidad de tener racionalidad política, pero a la vez saber traducirla en el lenguaje de las emociones, de cómo esa línea de ejecución de política pública impacta en las vías cotidianas de la ciudadanía. 

Eso no significa populismo, significa capacidad política de traducir mensajes de política pública en mensajes de código ciudadano. Y esos son los liderazgos que van a prender y esos son los proyectos que pueden tener más eficacia en este contexto. No podemos seguir pensando en términos de racionalidad técnico-burocrática, sobre todo en campaña, pero sí cuando ejecutamos. Pero en campaña, el respaldo de esa ejecución técnico-burocrática tienes que traducirlo en códigos de emocionalidad directa y de cotidianidad de los ciudadanos.

Publicidad