
“Piñera en jaque”: el libro que desnuda la bitácora de un Gobierno bajo presión
El libro “Piñera en jaque: bitácora íntima de un Gobierno bajo presión”, de las periodistas Paula Catena y Gloria Faúndez, reconstruye episodios complejos de la segunda administración de Piñera, marcada por crisis políticas, fracturas y decisiones que dejaron huella en la historia reciente de Chile.
Intrigas palaciegas, crisis internas y decisiones que marcaron la historia reciente de Chile son parte del relato que Paula Catena y Gloria Faúndez reconstruyen en Piñera en jaque: bitácora íntima de un Gobierno bajo presión (Catalonia). El libro desmenuza los años más convulsos de la segunda administración del expresidente Sebastián Piñera, donde la política se jugó entre helicópteros listos para despegar, ministros enfrentados y un Mandatario obsesionado por cómo lo juzgaría la historia.
El libro es parte del sello “Un día en la vida” de la editorial Catalonia y de la productora periodística también llamada “Un día en la vida”. Largas horas de entrevistas y conversaciones, más el intenso reporteo, comenzaron a dar vida a este relato que muestra un periodo lleno de conflictos y crisis. “Es un tema de ejercicio del periodismo, entendíamos que todo esto era muy intenso, que pasaban muchas cosas”, comenta Gloria Faúndez.
Contando detalles desde el corazón del poder republicano, dan cuenta de las crisis que enfrentó la administración Piñera: el asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca; la fracasada visita a Cúcuta para la entrega de ayuda humanitaria a Venezuela; el estallido social, así como la falta de una salida clara; y la crisis mundial de la pandemia. Pero no se queda ahí, el relato cuenta cómo las fracturas internas en su Gobierno fueron tan intensas como las propias crisis.
-¿Están de acuerdo en que hay cuatro momentos, cuatro crisis grandes que tiene el Gobierno de Sebastián Piñera, que son las que marcan el desarrollo del mismo?
-Gloria Faúndez: Yo sumaría otra que tiene que ver con la crisis más interna. Que tiene que ver con la deslealtad de los propios, que es lo que hace, digamos, finalmente abrir el proceso constituyente y después el que genera toda la crisis de los retiros durante la pandemia. Piñera no solo lidió con una oposición que era muy dura, sino que lidió con el desamor, podríamos decir la desafección de los propios. Yo creo que eso también es una constante, quizá es una crisis más. Es decir, que es una consecuencia, yo creo, de lo que pasó igual con el estallido y cómo se enfrentaron las otras crisis. Yo la veo como una suerte de una cosa medio subterránea con la que él tuvo que lidiar y que eso generó que se acentuaran las crisis.
Él era un personaje que era relativamente distinto. Eso es una parte que nosotros ponemos al principio del libro. Que es un liderazgo de la derecha que era lo menos de la derecha que hay, por su origen, por su forma, por las decisiones que había tomado durante su vida. Piñera cae en la derecha casi por casualidad, porque, si la DC le hubiese dado un cupo, probablemente habría sido un gran dirigente democratacristiano.
En este libro quisimos hacer un ejercicio periodístico. Por lo mismo, no es una biografía de Piñera, para nada. La idea fue ir, a propósito de las versiones de la gente, nosotros ir reconstruyendo una historia que tiene hartas miradas y que la gente saque sus conclusiones respecto de lo que pasó. Y desde ese punto de vista me gusta resaltar esta idea de que es un ejercicio muy periodístico esto de revisitar, de volver a conversar.
La Paula en otras entrevistas recordaba esta idea de que además entremedio Piñera murió. Lo que hizo que volviéramos a ver y a revisitar los testimonios de personas con las que ya habíamos conversado.
-Paula Catena: Bueno, ahí nos dimos cuenta de algo. Nos pasaron dos cosas con Gloria, una que algunas de las fuentes empezaron a modificar algunas de sus versiones originales con una mirada, algunos, más benevolente respecto de lo que era Sebastián Piñera y otros, al contrario, empezaron a soltar quizás la visión más crítica. Tal vez porque se despejaron de este temor de que, bueno, nos va a retar después. Entonces nos encontramos con eso y eso nos obligó a contrastar aún más las versiones porque pasaba esto. Porque ya teníamos tres fuentes que nos decían esto mismo, pero después al revisitar pusieron ciertos matices y eso nos obligó a ir a buscar más allá. Lo que fue un desafío adicional en la construcción del relato y de la historia.
-Sobre los personajes que rondaron al expresidente Piñera, ¿cuál fue el más importante –aparte del propio Piñera– en la segunda administración?
-Paula Catena: Yo creo que depende de la etapa y del proceso en el que se encuentre o de las crisis que tú hablas. En lo que tiene que ver con relaciones internacionales en el exterior, quien asume un rol que es clave y que incluso lo lleva a cometer errores, es Benjamín Salas, que es un asesor que era joven, que llegó con 27 años, que llega por ser hijo de una ministra del Gobierno que es Pauline Kantor, amiga del expresidente.
Además que empieza a tener un rol ascendente dentro del Gobierno y primero se involucra en asuntos de relaciones exteriores y después se va introduciendo más en otras áreas, como por ejemplo en derechos humanos durante el estallido, la visión que hay que tener respecto de eso. También en temas más valóricos y liberales, como empujar el matrimonio igualitario en el último año, como que en esas áreas él va ganando terreno, lo que también va sacando ronchas.
Y si uno ve en otras etapas del Gobierno, y que tiene que ver con la instalación, por ejemplo, si me voy a la instalación diría que es Andrés Chadwick su principal dupla. Pero si me voy al momento donde se llega al acuerdo constitucional, diría que fue Gonzalo Blumel, porque él habilita junto con otros personas, pero protagónicamente, el avanzar a ese acuerdo constitucional y convencer que tiene un rol importante, más allá de que también otros lo jugaron, pero él, al ser el rostro quizás más renovado y joven y que asume el Ministerio del Interior, juega un rol que yo creo que fue clave en esa etapa.
-Gloria Faúndez: Yo creo que es difícil entender a Piñera sin Andrés Chadwick y que parte de las luces y sombras de Chadwick influyeron mucho en cómo Piñera se desenvolvió. Es decir, no solo está la relación de primo hermano y familiar. Es un personaje muy especial que, incluso cuando ya cae y es destituido, él sigue teniendo una voz muy importante en La Moneda. Era súper común que él (Piñera) preguntara: “Bueno, ¿y qué piensa Andrés?”. Ya no lo tenía a la mano, pero siempre se preocupaba y tampoco era raro que él después de La Moneda pasara a la casa del exministro del Interior a conversar.
Me parece que ese es un personaje que es difícil de entender y, además, todo lo que le pasó a Chadwick también me parece muy sintomático de lo que le pasó al Gobierno. Es decir, el desmoronamiento de Chadwick iba a la par con el desmoronamiento del Gobierno.

Paula Catena y Gloria Faúndez autoras de Piñera en jaque: bitácora íntima de un gobierno bajo presión.
El antagonista que no se veía, pero siempre estuvo
“Me pareció a mí una de las revelaciones del libro, y que a mí me sorprende mucho que no nos hayamos dado cuenta: es de Gabriel Boric. De que a Gabriel Boric no lo vimos venir, cuando sí yo creo que él es una presencia constante en el libro desde el inicio”, comenta Gloria Faúndez.
“Es decir, el primer político que se suma a la Comisión de la Infancia. El político que plantea este tema de que nosotros (los políticos) no estamos en el estallido. El político que hace la acusación constitucional contra Andrés Chadwick, es decir, el diputado presentador. Boric está muy presente, siempre en una esquina, pero muy presente en el Gobierno de Sebastián Piñera. A mí una de las cosas que me sorprendió fue eso, cómo Boric aparecía siempre. Fue una presencia constante y me sorprendió mucho que después no lo hubiésemos visto venir”.
-Como un antagonista, pero un poco oculto, porque también estuvo en la negociación del 15 de noviembre y fue pieza clave.
-Gloria Faúndez: Por eso digo, figuró solo en todos los episodios importantes del Gobierno de Piñera. Siempre Boric apareció de una u otra manera. Y yo creo que no lo aquilatamos bien en ese momento. Y efectivamente tiene una presencia en el libro que es bien sutil, probablemente como era sutil en ese momento, pero de los personajes de oposición que aparecen a cada rato, es Gabriel Boric.
-Y respecto de la figura de Cristián Larroulet, ustedes le ponen a un capítulo “el factor Larroulet”. Me imaginé que iban a decir que Cristián Larroulet, para bien o para mal, era uno de los personajes importantes del Gobierno.
-Paula Catena: Piñera lo había pensado para que en su segunda administración cumpliera el mismo rol que en la primera, que era el ministro de la Segpres, donde él cumplió todo el periodo. En esta ocasión Cristián Larroulet jugó un rol de ser uno de los que llegó hasta el final, ser del grupo más íntimo de Sebastián Piñera, para de alguna forma también dar una especie de protección.
-Gloria Faúndez: Yo le sumaría al caso de Cristián Larroulet cosas como que uno hubiese pensado que fue menos conflictuada la pasada de Larroulet por el Gobierno y la verdad es que nos enteramos que igual fueron al menos tres veces las que él presentó su renuncia. Y también me parece que Larroulet era como la antesala del Mandatario, el que le administraba los conflictos para que no llegaran al despacho presidencial, y entendiendo que a los presidentes en general y a Piñera en particular les costaba mucho remover a sus ministros, a sus círculos más cercanos.
Yo creo que Piñera fue bien leal con Larroulet, como cuando, por ejemplo, Matthei le dice que ya está disponible para ser ministra del Interior, pero que tenía que salir Larroulet del gabinete, por ejemplo, y él no estuvo disponible a hacer ese gesto.
Y también me parece que la roseta de las paredes del Palacio cumple este rol un poco más íntimo, ¿no? En la lógica de que con él, por ejemplo, es el único que conversa este tema de la posibilidad de si el Gobierno tenía que ser interrumpido. Si el Gobierno caía. Es con él con el único que conversa este tema y reflexionan sobre lo problemático que hubiese sido para Chile interrumpir esta continuidad democrática que se traía desde la transición y que hace que Chile sea un país súper distinto a nuestros vecinos.
-Otra cosa importante es el tema de los derechos humanos. Hay una parte completa del libro donde está este dilema de ¿me están acusando o me van a empezar a acusar?
-Gloria Faúndez: Yo creo que a Piñera le desveló la posibilidad de que lo acusaran de violación a los derechos humanos. En parte por lo que tú dices, en parte por su historia de ser un derechista muy poco tradicional, digamos, que no venía de ese mundo también. Porque evidentemente se jactaba de no haber votado, por ejemplo, en el plebiscito por el Sí, y que lo asimilaran a Pinochet, para él, era una cosa bien horrorosa. Que hubo violaciones a los derechos humanos es un hecho. Que probablemente fueron masivas, también es un hecho. Lo que nunca se pudo probar, ¿no?, es si fueron sistemáticas y eso yo creo que, en ese punto no solo Piñera, sino que el ministro de Justicia –que yo creo que también un poco le hace, valga la redundancia, un poco de justicia el libro–, porque la verdad es que fue un personaje no tan protagónico de esos días del estallido.
-Paula Catena: Parte de las sorpresas que nos encontramos con Gloria al revisitar las historias tienen que ver con este rol que jugó Hernán Larraín, de advertir “ojo, esto no puede terminar como lo que pasó con Pinochet”, lo que pasó con la dictadura, las violaciones a los derechos humanos, y levantaba esa bandera con fuerza. Pese a ser de la UDI y de un partido que es de los más duros del sector, él levantó con fuerza esa bandera y, bueno, también eso generó temor en el propio Gobierno.
Por eso trataron de cuidar, en términos comunicacionales, el relato, porque una de las instrucciones de lo que advertían algunos de los abogados, y que Piñera intentó apegarse, es que “ojo, no hablemos de violaciones a los derechos humanos, hablemos de que hay abusos hasta ahora, hay excesos”. Si no, se podría abrir la arista penal e incluso en la Corte Internacional y Piñera quería evitar a toda costa quedar con esa mancha. Por lo mismo, estaba la instrucción de seguir ese guion. Hernán Larraín en una de sus declaraciones dice: “Oye, aquí al parecer sí se están cometiendo violaciones a los derechos humanos”, y fue una de las primeras autoridades en reconocerlo públicamente, o sea, le llegó telefonazo y le llegó reto.
