
Yerko Ljubetic y caso de tortura en Hospital de Osorno: “Muestra una ostentación de la violencia”
El director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Yerko Ljubetic conversó con el programa La Libertad se Conquista de la Radio UACH y profundizó sobre la querella que presentó el organismo y el rol de Estado en situaciones como la vivida por el funcionario torturado.
La revelación de torturas cometidas en el Hospital Base de Osorno ha generado un fuerte remezón en la opinión pública. La existencia de registros en video, realizados por los propios agresores, destapó una situación que, según el INDH, permaneció oculta durante años debido a negligencias institucionales y ausencia de mecanismos de denuncia efectivos.
En entrevista con el programa La Libertad se Conquista de la Radio UACH, de la Universidad Austral de Chile, el director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Yerko Ljubetic, conversó sobre este caso.
Parte del diálogo que sostuvieron el entrevistador y el director del INDH a continuación. Y si quieres revisar la entrevista completa, más abajo el link a ella.
—¿Tuvo oportunidad para conversar con las autoridades respecto a este tema?
—Sí, claro. De hecho, en este momento en Osorno están dos de las abogadas de la sede de Los Lagos participando en la audiencia de formalización de las personas imputadas.
—Esto no es algo reciente, sino una situación que se revela por nuevas denuncias, pero que tiene varios años.
—Es muy importante destacar la gravedad de esto, porque da cuenta de la falta de controles y de mecanismos eficaces de prevención y denuncia frente a hechos tan graves. Desde la sede hemos hecho un seguimiento de las distintas circunstancias desde que ocurrieron, accediendo también a procesos administrativos anteriores. Es posible afirmar que se actuó con mucha negligencia frente a una situación de esta magnitud.
—No es solo una reacción a raíz de que el caso se conoció ahora.
—Exacto. Hemos interpuesto una querella porque la tortura no solo es un delito gravísimo, sino que constituye una vulneración esencial de los derechos humanos. Nos preocupa enormemente que haya pasado tanto tiempo desde que se cometió este delito hasta que hoy recién se inicie el proceso penal correspondiente. Esto refleja una negligencia grave en la activación de mecanismos de detección, control y sanción.
—Lo ocurrido involucra a funcionarios públicos en un hospital estatal.
—Eso le da una gravedad adicional. El Estado tiene la obligación de garantizar, prevenir y sancionar situaciones de tortura en cualquier lugar del país, pero uno espera que el primer espacio donde esto no ocurra sea precisamente en los lugares de trabajo del propio Estado. Que este tipo de hechos se produzcan ahí exige un llamado contundente de atención hacia las instituciones responsables del sector.
—¿Qué otras cuestiones se revelan con este caso?
—Primero, que recién ahora se haga público, pese a que los hechos ocurrieron hace varios años. Segundo, que existan elementos probatorios irrefutables, como videos grabados por los propios agresores. Esto muestra una ostentación de la violencia, lo que resulta aún más preocupante.
—¿Esa ostentación puede estar mostrando una naturalización social de la violencia?
—Sí, y es quizás lo más alarmante. Nos lleva a preguntarnos si no estamos ante una sociedad que tolera prácticas de este tipo. El hecho de que los agresores presuman de sus actos y los difundan en redes sociales revela un problema profundo. No basta con sancionar penalmente; necesitamos una reflexión como sociedad para entender que estamos frente a una vulneración inaceptable de los derechos humanos más básicos.
—¿Qué papel juegan los medios en la difusión de este caso?
—Aquí también hay una preocupación. Se han hecho públicas piezas de la investigación que pueden provocar re-victimización y vulnerar la intimidad de la persona afectada. Informar es clave, pero se debe hacer con responsabilidad. Exhibir imágenes de forma morbosa no solo busca impacto periodístico, sino que puede causar un daño adicional a la víctima. Es necesario un periodismo responsable que equilibre el derecho a informar con el respeto a la dignidad de las personas.
—Esto parece también tener un vínculo con fenómenos como el bullying o la violencia escalada en entornos de trabajo.
—Exactamente. Muchas veces estas situaciones parten como acoso “menor” y, sin sanción ni conciencia social, van escalando hasta convertirse en hechos gravísimos como los que hoy conocemos. La clave está en reforzar la empatía y el respeto a la dignidad del otro. Esa es la esencia de los derechos humanos: reconocer en cada persona una igual dignidad.