Publicidad
Hilda Peña: “Graduarme de cuarto medio a los 63 es mi gran logro” PAÍS

Hilda Peña: “Graduarme de cuarto medio a los 63 es mi gran logro”

Publicidad

Pero no se queda ahí. El siguiente paso es formarse como técnico en enfermería. “Mis profes de Infocap me dicen que postule a la universidad, pero yo he sacado cuentas y me titularía a los 69. Prefiero ser TENs y en dos años y medio estar cuidando a quienes lo necesitan”.


-Que nos den la oportunidad de educarnos es muy importante. Es lo que más ayuda a paliar la pobreza. Organizaciones como Infocap que hacen ese esfuerzo necesitan el apoyo del gobierno. Mientras las autoridades no apoyen activamente, estos esfuerzos se minimizan. Hay mucha gente que no conoce el trabajo de Infocap, usted mismo, señor subsecretario. Y no estamos pidiendo que nos den nada gratis, sino que trabajen en conjunto, gobierno y organizaciones, por los que más lo necesitan. 

Hilda Peña (63) es viuda, tiene tres hijos profesionales a los que sacó adelante sola y está a punto de graduarse de cuarto medio este mes de octubre en el Colegio Infocap. Es un establecimiento de educación de adultos, que funciona en las mismas dependencias de la conocida “Universidad del Trabajador” de los jesuitas, Infocap, y es parte de lo mismo. 

La conocimos en un desayuno el 18 de agosto pasado, con el que se celebraba el Día de la Solidaridad. El presidente Gabriel Boric, que estaba invitado, no asistió. Envió en su representación al abogado Nicolás Facuse, subsecretario general de la Presidencia, al que aludió Hilda en su intervención y dejó muy invitado a conocer su colegio. 

Ahora Hilda sueña con dar el siguiente paso: estudiar enfermería: “Cumplir sueños es lo más maravilloso del ser humano y todos tenemos derecho a soñar”. Práctica, enfocada y clarísima, agrega: 

-He estado averiguando todo para cumplir con mi proyecto. Las profesoras de Infocap, a las que amo y me tienen mucha fe, me dicen que puedo ir a la universidad, pero yo soy muy consciente y razonable. Hoy tengo 63 años, si sigo una carrera universitaria, como mínimo, a los 68, 69, estaría titulada. O sea, voy a estar más para que me cuiden que para cuidar, por eso mi idea es estudiar para TENS.

Esa formación técnica, la tendría en dos años y medio en condición “de cuidar a algún enfermito que me necesite, que es lo que más quiero hacer”.

Mujeres solas que salen adelante

Hilda pertenecía hasta ahora a esos casi 5 millones de adultos que no han terminado su enseñanza secundaria en Chile, lo que dificulta muchísimo su inclusión laboral. Y también formaba parte de ese millón de personas -600 mil de las cuales son mujeres- que teniendo todo para trabajar, no logran una oportunidad y deben emplearse de manera informal en lo que sea. 

Invitada a Hora de Conversar, dio testimonio de cómo es la vida laboral siendo mujer y jefa de hogar. 

-Yo iba al Liceo 5 de Niñas que está en Portugal con Marcoleta. Dejé de estudiar en segundo medio, cuando mi papá se suicidó. Mi papá falleció así, trágicamente, y yo entré en depresión y no pude seguir estudiando. No pude, no hubo caso. Después, mi mamá, como era joven, se fue a viajar y yo me quedé a cargo de mis hermanos menores. 

Después conoció al que fue su esposo y padre de sus tres hijos. “Tuvimos muchas dificultades en el camino. Después me separé y me dediqué a mis hijos, porque estaban chiquitos. Me concentré en a trabajar y en darles estudios a ellos, que eran mi razón de vivir.

-¿Es muy dificultoso encontrar trabajo cuando no se tiene la enseñanza media completa? ¿Cómo lo hace una mujer en esas condiciones?

-Cuesta mucho; el no tener estudios hace que te miren en menos. Vas a trabajar en lo que te toque, no te queda otra. Es como si una no pudiera tener aspiraciones. Yo quiero algo mejor, quiero surgir, me decía a misma, pero no tenía cómo hacerlo. Hoy no me arrepiento de haber trabajado en una empresa de aseo, en el Instituto de Salud Pública. Uno tiene que limpiar hasta baños, pero yo sabía que podía dar mucho más. Yo fui nana, reponedora en supermercados. Hice muchas cosas. La experiencia es dura, porque cuesta conciliar ser mamá de niños pequeños y cumplir horarios extensos y exigentes. Luchar sola como mamá es extremadamente difícil. 

Hilda valora la educación por sobre todas las cosas, por eso el tiempo que tenía con sus hijos era mucho de revisar cuadernos, de hacer tareas con ellos. “De enseñarles valores y dedicarles todo el tiempo que puedas. Poco tiempo, pero de calidad”.

-¿Había machismo en los lugares de trabajo?

-Sí, también. Recuerdo que, cuando, como empleada externa, me asignaron a la sección carnicería, donde había puros hombres, el jefe del supermercado, me trataba mal, con mucho desdén. Yo un día lo encaré, pero nunca entendí por qué me maltrataba.           

-¿Crees que eso hoy ha cambiado, dado que hay tanta mujer sola, sacando adelante a su familia? 

-Creo que siempre ha sido igual: muchas mujeres solas a cargo de sus hijos. Ahora lo diferente es que la mujer se atreve más. Tiene más fuerza para salir adelante. 

Hilda se separó porque su marido empezó a tener graves problemas de consumo. La violencia intrafamiliar copó la casa y no fue posible seguir con él. Murió joven. En la calle, de una sobredosis. “Yo les dije siempre a los niños que su papá era un hombre enfermo, una víctima. Así lo vi siempre”. 

Educación para paliar la pobreza

Hilda suele pasar en la micro por la Avenida Departamental, frente a la “Universidad de los Trabajadores”. Vive en la comuna de Pedro Aguirre Cerda y ese paso forma parte de sus recorridos habituales. 

-Yo transitaba mucho frente a Infocap y miraba las instalaciones desde la micro. Hay un paradero y a veces nos quedábamos detenidos largo rato y yo leía: “Universidad de los Trabajadores”. Veía a mucha gente entrar y salir y sentía sana envidia. Qué ganas de estar aquí y volver a estudiar, pensaba. Me imaginaba que eran las empresas los que mandaban a su gente a educarse ahí. A terminar estudios o a perfeccionarse. Y sentía que no era para mí. 

Pero un día, su hija menor le preguntó si no había pensado en terminar la enseñanza media. Yo empecé a responderle, pero ella me dijo: “Estás inscrita. Te matriculé en el colegio de Infocap”. No sabes lo que sentí. Me llené de ilusiones, de expectativas, lo encontré maravilloso”. 

-¿Cómo fue tu primer día de clases? ¿Lo recuerdas?

-Mi hija me fue a dejar al colegio, igual cuando ella era niña y yo la llevé a su primer día de clases. El mundo al revés. Me dejó en la puerta y me dio un beso. “Que te vaya bien, mamita”. Yo no podía más de felicidad y me tomaba selfies. Al llegar a la sala, me encontré con Susana, nuestra tutora. Vi que había muchas mujeres y que yo era la mayor. Al tiro empezamos a conversar. Y se hizo un ambiente tan rico. También había hombres, menos, pero había. 

Hilda es devota del padre Hurtado. Cree que él la ha ayudado a salir adelante. Le tiene un altar en su casa, el que vive adornando y enriqueciendo con pequeñas joyas. “Yo siempre he asociado todo lo bueno que me pasa con él. Sé que me guía y me acompaña”, dice, convencida. 

Fue el año 2023, cuando Hilda volvió al colegio. Dice que se le abrió el mundo. 

-Yo había dejado de estudiar hace 45 años. ¡Imagínate lo distinto que es todo hoy! Es otra vida, otro mundo. Yo había dejado todo trunco. Pero creo que mi experiencia de vida sirve, da ventajas. Sigo siendo la misma niña buena para estudiar y muy autoexigente. No es por afán de vanagloriarme ni mucho menos, pero cuando hacemos trabajos en grupo, todos vienen a mí. Saben que soy de buenas notas y así se aseguran. 

-En el desayuno donde te conocí, en el pasado Día de la Solidaridad, dijiste algo muy profundo: dar educación es lo que más ayuda a paliar la pobreza. ¿Podrías abundar en esa idea?

-Es más que una idea. Es la realidad. Yo me doy cuenta de que si las personas analfabetas, por ejemplo, tienen la posibilidad de aprender a leer y a escribir, puede salir adelante, progresar. A una mujer que está en su casa sin poder aspirar a un trabajo pagado, porque no tiene estudios, le cambia la vida si le ofrecen terminar su educación y aprender un oficio. Sacar una carrera técnica te puede cambiar la vida. Para mí la educación técnica es mucho más importante que la universitaria. El que puede ir a la universidad, bien por él, pero Chile necesita técnicos. Faltan técnicos y eso no lo fomenta nadie. 

 

Será una enfermera

Hilda cuenta que su hijo es abogado y le va estupendo. Que su hija menor “es muy diversa” y ha tenido distintos estudios, incluido el de electricista, que cursó en Infocap . Y que la mayor estudió después de ser mamá. “Yo le cuidé a su bebita y ella se formó en la carrera de laboratorista experta en hematología. Es algo así como técnico en banco de sangre”.  

Esa continuidad para los segmentos menos favorecidos es algo en lo que cree Hilda. Sobre todo en el caso de las mujeres. Cuando le preguntamos qué medidas tomaría si fuera autoridad a cargo, dice:

-Mientras la mamá está estudiando, se está preparando, el sistema de guarderías debe funcionar como reloj. Ella debe saber que sus niños están protegidos, cuidados y el mismo jardín debe impulsarla a que siga estudiando después de que termine la enseñanza media. Un oficio, algo técnico, concreto y útil para ellas y para el país. Y luego, el Estado debe garantizarles un lugar donde puedan desarrollarse en el oficio que aprendieron. Esa continuidad hoy no existe. Porque no se trata de estudiar para luego quedar a medio camino, sin un lugar donde ejercer. 

Hilda tiene toda la razón. Actualmente, la alta incertidumbre presupuestaria, la falta de planificación plurianual, la disminución sostenida del valor hora y la ausencia de marcos claros de coordinación con el Estado limitan la sostenibilidad del modelo ce capacitación en oficios y desalientan su expansión. Según un documento escrito en conjunto por Emplea e Infocap “es necesario establecer un entorno normativo y financiero que garantice estabilidad y proyección para estas organizaciones que educan y preparan para el trabajo a adultos de los segmentos más vulnerables”. La conclusión es desoladora: “Con la inversión actual en capacitación, Chile tardaría más de 30 años en entregar formación laboral al 10 por ciento de quienes más la necesitan”.

Una estadística que no aplica a Hilda, quien se graduará este diciembre de cuarto medio a los 63 años y no nos sabe duda será TENs en dos años y medio más. 

 

  

Publicidad