
“Parásitos”, la réplica
Republicanos tiene ocho municipios, por lo que habría que investigar cuántos “parásitos” tiene el partido en ellos. Aunque hay un dato que no debe caer bien a Cristián Valenzuela. El alcalde republicano por Macul, Eduardo Espinoza, viajó a un partido de fútbol a Tacna con licencia médica.
Tal vez Cristián Valenzuela –el ideólogo de Republicanos– no se imaginó el nivel del revuelo que su columna “Parásitos” causaría en el mundo político y, menos, que terminaría convirtiéndose en un búmeran para el sector de la derecha que él representa. Tampoco creo que el abogado haya pensado ser blanco de cientos de memes y que sus palabras desatarían una avalancha de críticas hasta quedar él mismo en medio de la polémica, luego que se visualizara su trayectoria –y empleabilidad profesional–, ligada casi en un cien por ciento… al Estado.
Lo cierto es que Valenzuela tiene un largo historial en cargos públicos a los que llegó gracias a su adscripción política, primero como UDI y luego como Republicano. Es decir, lo que se conoce en jerga política como apitutados. Asesor de los ministerios de Energía y Hacienda, jefe de gabinete del subsecretario de esta última cartera, funcionario de la Fundación Jaime Guzmán –que recibe fondos públicos, igual que otras fundaciones–.
En 2021, el abogado hizo un esfuerzo al trabajar en simultáneo en la Dipres –recibiendo sueldo completo– y los tres meses que se desempeñó como asesor del candidato José Antonio Kast en su campaña, recibiendo como reembolso del Servel la no despreciable suma de 24 millones, es decir, 8 millones al mes, equivalentes al sueldo de un ministro de Estado y/o del Poder Judicial. Bueno, hasta los ideólogos deben comer.
Y si de autogol de trata, la intervención de Valenzuela despertó el apetito de investigación de medios de comunicación y sus adversarios políticos, hasta conocerse que actualmente trabaja en el Sistema de Alta Dirección Pública –con un salario de 2.3 millones de pesos–, pese a realizar labores de asesor del candidato José Antonio Kast –por supuesto, fuera de horario laboral–, boleta que seguramente también rendirá después al Servel.
La dura sentencia de Valenzuela, con un tinte psicoanalítico –“en Chile, el Estado no está enfermo: está podrido. Lo han convertido en un cuerpo hinchado, lleno de parásitos que viven de él, lo drenan y se reparten sus restos como si fuera un botín”– gatilló una respuesta inmediata de los tres partidos de Chile Vamos, los que tildaron de incompresibles, injustas y ofensivas las palabras hacia todos quienes trabajan en el Estado.
Le recordaron los miles de funcionarios de la salud contratados en pandemia que permitieron enfrentar la crisis sanitaria y, de paso, le refregaron que él mismo fue contratado durante el Gobierno del fallecido Sebastián Piñera. Mal que mal, en la derecha tienen claro que, en caso de llegar a La Moneda, incorporarán a un número importante de personas al Gobierno, tal como ocurrió en el mandato del expresidente.
Cristián Valenzuela no solo tuvo que aguantar el vendaval de críticas políticas de moros y cristianos, y que se ventilara su extenso currículum en el Estado, sino que, además, fue troleado, incluyendo asociaciones entre su aspecto físico y el lenguaje utilizado por él.
Pero lo peor para el abogado vendría en los días posteriores. Como una extraña coincidencia, la Cámara de Diputadas y Diputados no pudo sesionar, debido a que no cumplió con el quorum mínimo de parlamentarios en la Sala, reflejando por qué ocupa el último lugar en confianza entre todas las instituciones del país. En una jornada bochornosa para la democracia, 106 diputados no asistieron a trabajar el miércoles 15 de octubre.
De seguro, muchos de ellos estaban en campaña, participando en matinales de TV o simplemente durmiendo en su casa, pero lo concreto es que también son funcionarios públicos. Me imagino que para la concepción ideológica de Cristián Valenzuela los honorables podrían engrosar la categoría de “parásitos”, más aún cuando, de los 13 diputados que tiene Republicanos, ninguno estaba presente en la Sala. Ninguno.
Ese mismo día, en un simple control de tránsito, curiosamente televisado por varios matinales, Andrés Chadwick Costa fue infraccionado por no tener licencia y vencidos los documentos de su auto. Lo que era una noticia de segundo orden, terminó develando que Chadwick Jr. trabajaba como productor audiovisual en la Municipalidad de Providencia con un sueldo de 5.120.000 pesos. Un salario bastante alto para un funcionario público con ese nivel de formación. En jerga de Valenzuela, ¿también un “parásito” o en ella solo entran los “apitutados” del oficialismo?
Y para rematar, el viernes, la Corte de Apelaciones de Temuco revocaría, por cuarta vez, el arresto domiciliario del diputado pro republicano Mauricio Ojeda, volviendo a la cárcel por los delitos de fraude al fisco en el caso Manicure. ¿“Parásito” también?
De fondo, la columna de Valenzuela dejó al descubierto que la obsesión de los candidatos de derecha en competencia –especialmente de Republicanos– por eliminar funcionarios que trabajan para el Estado es un terreno peligroso. El relato de José Antonio Kast ha sido que hay que barrer con unos 100 mil funcionarios, supuestamente “colocados” por quienes están hoy en el Gobierno. Lo que ha quedado en la retina de la población es que hay una masa de “parásitos” haciendo puzles en espaciosas oficinas de ministerios.
Pero eso no es efectivo, es una fake news más de las tantas que han quedado instaladas en estos meses. Existen más o menos 400 mil funcionarios de salud que laboran para el Estado y que atienden a la población con menos recursos. Pero también tenemos alrededor de 390 mil empleados municipales –incluido Chadwick Costa–, los que representan el 47% del total de los trabajadores del Estado.
Recordemos que Republicanos tiene ocho municipios, por lo que habría que investigar cuántos “apitutados” tiene el partido en ellos. Aunque ya hay un dato que no debe sonar bien a los oídos de Cristián Valenzuela: el alcalde republicano de Macul, Eduardo Espinoza, viajó a un partido de fútbol a Tacna… estando con licencia.
No cabe duda de que en el relato respecto a que el Estado está “lleno de parásitos que viven de él, lo drenan y se reparten sus restos como si fuera un botín”, a los que se refiere Valenzuela –que busca crear la percepción injusta de que todos los empleados del Estado son unos zánganos–, está apuntando a un grupo bastante reducido de personal “de confianza” con que cuentan todos los gobiernos –unos 10 mil–, incluido el de Sebastián Piñera, en que él participó como funcionario público.
Pero ojo, Cristián, usted también es de esos profesionales que tomaron la decisión de trabajar en el Estado durante años o en campañas políticas que financia, precisamente, el Estado. No vaya a ser que, en caso de que su candidato triunfe en las elecciones, quienes sean oposición terminen tratándolo –injustamente, por cierto– de “parásito”.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.