Publicidad
Raquel Rolnik: “La represión y el desalojo no son la solución en brindar alternativa de vivienda” PAÍS

Raquel Rolnik: “La represión y el desalojo no son la solución en brindar alternativa de vivienda”

Publicidad
Alejandro Repenning López
Por : Alejandro Repenning López Coordinador Editorial El Mostrador
Ver Más

La destacada académica e investigadora brasileña conversó con Luis Fuentes, doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos y profesor asociado del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC, en el marco del Día Mundial del Urbanismo.


La arquitecta y urbanista brasileña Raquel Rolnik, exrelatora de Naciones Unidas por el Derecho a la Vivienda y autora del libro La guerra de los lugares (Lom Ediciones), visitó recientemente Santiago para ofrecer una charla magistral en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC. Su visita se enmarcó en el proyecto Fondecyt liderado por el profesor Luis Fuentes sobre la financiarización urbana en Chile.

Aprovechando su paso por la capital chilena, Rolnik conversó en exclusiva con Luis Fuentes para El Mostrador, en el contexto del Día Mundial del Urbanismo que se celebra este 8 de noviembre. Fuentes es geógrafo, doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos y profesor asociado del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

-Chile ha sido uno de los países donde más ha crecido el arriendo como forma de tenencia de vivienda. Lo contradictorio es que durante los últimos 30 o 40 años fue un país que fomentó la propiedad con una política muy robusta. Tú misma has comentado que fue una especie de epicentro de difusión de esa política pública orientada a la propiedad. Hoy, un tercio de quienes habitan Santiago son arrendatarios, e incluso en algunas comunas centrales esa cifra llega al 70%. ¿Por qué se produce este fenómeno?

-Desde un punto de vista global, Chile no es una excepción y América Latina tampoco. Lo que tenemos es la crisis de este modelo de propiedad que, por cierto, en cada lugar es distinta. La crisis del modelo de crédito subsidiado, que es el chileno, tiene sus límites para ciertas capas de la población, especialmente inmigrantes que no tienen acceso en un contexto donde ha crecido la inmigración de forma absolutamente tremenda. Pero también es una mentira en cualquier lugar que el crédito subsidiado permitiría a todos acceder a la vivienda. Además de los migrantes, hay otros sectores de la ciudad que no califican para el crédito, están endeudados o no tienen trabajo formal y,
aunque subsidiado, no van a calificar.

Rolnik detalla que “del lado del capital financiero, hubo también un movimiento importante global de cierta capa de inversionistas financieros hacia una nueva frontera de financiarización de la vivienda en torno al alquiler. Entonces, y esto es bastante contracíclico, porque es una posibilidad de rentabilizar inversiones con tasas de interés superiores a las tasas corrientes del mercado en un momento donde justamente no hay una demanda por vivienda satisfecha por crédito individual y por propiedad individual.

También hay un movimiento importante del capital reorganizándose y lanzando nuevos productos. En el caso chileno, uno de ellos es el multifamily. Las empresas van testeando el mercado y van ampliando también. Entonces creo que son dos movimientos importantes que se combinan y hacen que el alquiler crezca de manera muy importante en Chile”.

-¿Identificas más variables en este escenario?

-Sí, una tercera tendencia, y lo levanto como hipótesis ya que no conozco la situación de Chile, es el alquiler informal. La necesidad de generar más ingresos y utilizar la propia casa, o partes de ella, para generar una renta complementaria. Es un movimiento que siempre existió, estaba presente, pero que es creciente porque tiene que ver con el endeudamiento, los intereses de las deudas.

-El sector inmobiliario chileno ha sido usado más como instrumento de crecimiento económico que de política pública de vivienda. Hay un stock de viviendas vacías en espera de venta y, por otro lado, población sin acceso que se ve obligada al arriendo precario o a vivir en campamentos. ¿Cómo se produce esa contradicción?

-Es exactamente lo que pasa en São Paulo, ejemplo que conozco bien. Una ciudad estimulada por incentivos desde la planificación, pero también financieros, subsidios, cambios en zonificación, regalos a los inversionistas para invertir en unidades residenciales, donde se produjo un boom de nuevas unidades residenciales en los últimos años. Y ahora lo que tenemos es no solamente una expansión de tomas, sino también un
aumento del número de gente en la calle. ¿Y cómo es posible?

Rolnik lo explica: “Primero hay que entender que esta producción no tiene nada que ver con las necesidades de la gente, sino con las del capital financiero, que necesita activos para sus flujos y que simplemente ha tomado y colonizado la producción del espacio de vivienda en la ciudad. Vivienda que tampoco califico como vivienda, ya que no es pensada para las necesidades de la gente. Yo denomino estos edificios como 'parqueos verticales de capital', ya que han sido producidos para generar a los agentes financieros flujos en el tiempo y colateral para sus operaciones empaquetados con otras cosas. Lo más triste es que todo esto ha sido altamente promovido por el Estado, por políticas
públicas”.

-En Chile han crecido los campamentos y, en paralelo, la política pública implementa desalojos. ¿Cómo ves este proceso?

-Es muy interesante y triste que Chile, que fue conocido por terminar con los campamentos, haya retrocedido. Esa distribución física, material y simbólica de los campamentos hacia la propiedad individual organizada por el mercado fue el ejemplo que Chile, bajo la dictadura de Pinochet, brindó a todos los países de la periferia del capitalismo que imitaron su política. El hecho de que se retomaran las tomas y la urbanización sin servicios es un síntoma muy claro de que hay un fracaso de esta política en atender a la gente. Hay una necesidad de vivienda que no es satisfecha por el modelo y hay que reconocer esto.

La represión y el desalojo, por cierto, no son la solución en brindar alternativas de vivienda. La cuestión es cuál es la alternativa en términos de política de vivienda al desalojo para la gente que necesita vivienda y no la encuentra en condiciones adecuadas. Y creo que ahí tenemos un tema muy interesante desde un punto de vista de ciclo político. Porque de la misma manera que la destrucción de los campamentos y la producción masiva de vivienda han tenido un papel muy importante en la consolidación de una política de centralidad de la propiedad privada, creo que esta discusión de las tomas también abre, desde un punto de vista político, otra discusión sobre inclusión territorial, sobre producción de ciudad y tomas. Porque la cuestión no es dejar que la ley y la norma se cumplan, sino cuál es la alternativa de política pública para brindar a quien no tiene
vivienda este acceso.

La utilización rentable de la ciudad

-En los años 60 y 70 había un relato político y simbólico en las invasiones de tierras, como lo refleja la música de Víctor Jara. ¿Cómo ves el fenómeno hoy?

-Creo que ahí la reflexión es justamente la transformación del territorio popular a lo largo de estas décadas. Hablamos mucho en los estudios urbanos de la neoliberalización de la ciudad, las privatizaciones y los regímenes de control territorial privado que se han invertido, y la sumisión de la planificación hacia la utilización rentable de la ciudad, pero miramos muy poco la transformación cultural, política y económica en los territorios populares a lo largo de este periodo. Creo que el horizonte que estaba presente en los años 60 y 70 no existe más. Tampoco existe el modelo de acumulación y explotación de la gente en este momento. Hoy estamos hablando del proceso de aumento de la precarización, de la economía informal, cuando todo lo que es informalidad se convirtió en emprendedorismo popular y hace parte del mainstream de la explotación del capital y de la organización de la economía, con todo lo que ha sido la transformación del capital bajo la plataformización y la digitalización. O sea, de qué manera el capital se reorganiza explotando a partir de los algoritmos y utilizando la nueva plusvalía que se establece a partir de ahí, que es una plusvalía que no es más en el suelo de la fábrica con los trabajadores bajo el comando de la máquina, sino con un algoritmo capaz de extraer de cada trabajo individual, de autopromoción individual, una remuneración y una plusvalía mediados digitalmente.

-¿Cómo así?

-La gente utiliza su tiempo, su cuerpo, lo que tiene, sus activos para poder capitalizar y generar renta, y toda esta perspectiva rentista, extractivista del territorio. Esto reestructuró los territorios populares, pero también reestructuró las imaginaciones, las subjetividades, y creo que esto está presente también hoy día en las tomas; son operaciones muy distintas de las que teníamos con las ideas de solidaridad, de justicia
social, de colectividad. Hoy hay un individualismo exacerbado, un individualismo y una especie de culto a la prosperidad individual y la meritocracia.

-Te refieres a "territorios sin futuro", con gente que vive en la inseguridad y la desesperanza. En ese contexto, ¿cómo se aborda esa falta desde la vivienda?

-Ahí estamos hablando de dos cosas. Primero, el hecho de que los territorios populares autoproducidos, la autourbanización, las tomas, las ocupaciones… pero también hay que considerar que muchas ciudades sobreviven, existen y se consolidan como perímetros de ambigüedad donde la gente vive con una especie de transitoriedad permanente. El estatus de transitoriedad se puede consolidar o no, pero también se transforma en una zona de negociación política por su estatus de ambigüedad. Entonces se trata de un espacio que con la democracia se ha convertido, por lo menos en Brasil, en el gran espacio de inserción por votos, por bases electorales. Entonces ahí hay toda una cuestión fundamental en la economía política de la ciudad.

Rolnik plantea que “la otra cosa es cómo plantear este tema desde el punto de vista del desafío de la arquitectura, del urbanismo y de la propia planificación. Creo que tenemos que trabajar de una manera mucho más clara en entender que el paradigma de planificación que tenemos, y que intentamos imponer sobre el conjunto del territorio y de la gente, es un paradigma 100% sometido a la lógica de la industria inmobiliaria. Y creo que el propio cambio climático, el fracaso del modelo de la ciudad en términos de brindar una perspectiva de futuro para toda la gente, nos está poniendo una cuestión sobre la mesa: ¿por qué no repensar el modelo de la ciudad? Y al repensar el modelo de la ciudad, algunas maneras de organizar el espacio, formas de autoorganización también pueden ser elementos que hagan parte de un pensamiento de nueva ciudad”.

-En Chile se está discutiendo en el Senado, en la Comisión de Constitución, incorporar el derecho a la ciudad como. ¿Crees que eso aporta para considerar dar prioridad a las políticas públicas que fomenten una ciudad más justa, o simplemente es una declaración de buenas intenciones?

-No tenemos el derecho a la ciudad en la Constitución brasileña, ni siquiera en el estatuto. Lo que está ahí es el derecho a la vivienda y es una declaratoria. El hecho de formular el derecho a la ciudad como utopía creo que puede ser interesante para definir qué es el derecho a la ciudad. Y es interesante porque es también tratar la vivienda como un hábitat mucho más integral, más allá de la producción de las unidades de vivienda. Pensar en una ciudad de calidad. Porque en realidad, básicamente lo que hemos invertido en los países latinoamericanos es en vivienda y no en ciudad.

Publicidad