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Lo que opinan los «speechwriters» de Bachelet y Frei sobre el discurso de Obama

Acostumbrados al anonimato y poco dados a las declaraciones a la prensa, los escritores de discursos o speechwriters de los jefes de Estado rara vez salen de su mutismo ya que una de las reglas básicas de su negocio es la discreción. Sin embargo, existen ocasiones –pocas- en las que están dispuestos a doblar su estricto código de silencio. Una de ellas es cuando se trata de analizar el trabajo de un colega. En este caso, el de Jon Favreau, el escritor fantasma de 27 años que prepara los discursos de Barack Obama, incluido su discurso de asunción a la presidencia de Estados Unidos. Favreau ha sido calificado por el propio Obama como quien le lee la mente y pone sus ideas en el papel.


Acostumbrados al anonimato y poco dados a las declaraciones a la prensa, los escritores de discursos o speechwriters de los jefes de Estado rara vez salen de su mutismo ya que una de las reglas básicas de su negocio es la discreción. Sin embargo, existen ocasiones –pocas- en las que están dispuestos a doblar su estricto código de silencio. Una de ellas es cuando se trata de analizar el trabajo de un colega. En este caso, el de Jon Favreau, el escritor fantasma de 27 años que prepara los discursos de Barack Obama, incluido su discurso de asunción a la presidencia de Estados Unidos. Favreau ha sido calificado por el propio Obama como quien le lee la mente y pone sus ideas en el papel. Las mismas que aquí revisan Francisco Javier Díaz , asesor y speechwriter de la Presidenta Bachelet, y Rodrigo Pinto, uno de los pocos profesionales que ha redactado discursos para tres presidentes: Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos. 
 
Francisco Javier Díaz: «Obama no escondió su mirada ideológica de un progresismo liberal»

 
Es un muy buen discurso. Se nota primero en un inglés precioso lleno de candencias, muy respetuoso de lo que es su voz, su manera de hablar y eso es crucial. No es un discurso especialmente “cuñero”, lo que a mi juicio es bueno porque los grandes discursos los escriben los humanistas, no los publicistas, y se nota que está la mano de Obama en términos de forma y de fondo.

Se nota su esfuerzo por apropiarse de la Republica, es un discurso muy republicano de apropiarse de la escena norteamericana, de asumirse como el líder de todos. Él recibió un ataque que no representaba “The real America”, como decía Sara Palin (candidata a la vicepresidencia de John McCain) y Obama recoge eso: apela a la historia, cita la batalla de Gettysburg, cita a Normandía y es muy republicano. En ese sentido la mención inicial a George Bush es súper arriesgada pero me recordó a Patricio Aylwin en el Estadio Nacional cuando dice que civiles y militares somos uno y la gente lo pifió y el insistió.

Lo tercero es que es un discurso súper realista, que trata de explicarle a la gente que vienen tiempos difíciles -me recordó a Franklin Delano Roosevelt y su “My fellow citizens-, hemos salido adelante otras veces y vamos a salir adelante de nuevo. Es realista para insuflar esperanzas.

Cuarto punto importante es que él no escondió su mirada ideológica de un progresismo liberal. Obama dice claramente: el mercado es una puerta sin precedentes para generar riqueza y oportunidades pero requiere una mirada atenta de parte del Estado. Esa postura ideológica se plasma en su breve recapitulación programática en materia de seguro de salud, de emprendimiento, de ciencias, de comunicaciones y de energía.

En esa parada ideológica que él hace me llamó mucho la atención su frase de como se originó la crisis, creo que dice: “nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles”. Esa frase se parece mucho a lo que dijo la presidenta Bachelet en su discurso ante Naciones Unidas en septiembre del año pasado: “la  codicia y la irresponsabilidad de unos pocos”, junto a la “desidia política” de algunos líderes,  ha arrastrado al mundo a esta “situación de incertidumbre”. Esa coincidencia casi textual refleja una mirada similar que entiende que el mercado es importante pero requiere una supervisión.

Rodrigo Pinto: «Hay abuso de lugares comunes pero mantiene un registro sobrio»

Barack Obama entiende perfectamente la función de los discursos, especialmente cuando se trata de una ocasión tan especial como la inauguración formal de su mandato. Se trata de señalar el rumbo, las grandes líneas, el trazado del itinerario, con claridad, sin eludir los temas, pero sin entrar en detalles innecesarios. Ya vendrá el momento de plantear y discutir las políticas, las propuestas legislativas, las decisiones ejecutivas: lo que hizo en su discurso fue dibujar el horizonte en el que se inscribirá su gobierno, y lo hizo de manera sencilla y directa, con más acento en la responsabilidad que en la emoción.

Aunque hay algún abuso de lugares comunes como «furiosas tormentas», «la dura tierra», «aguas limpias», «cuerpos desnutridos», «mentes hambrientas», «desiertos lejanos», «montañas distantes» (en realidad, podría resumirse el problema en un exceso de adjetivación), en general mantiene un registro sobrio, alejado del dramatismo y, sobre todo, directo, que se basa en la exposición clara de ideas claras.
 
Quiero dar sólo un ejemplo de cómo se enuncian políticas complejas, que requerirán de largas discusiones y de propuestas que contrarían severamente la línea adoptada por Estados Unidos en la última década, sin necesidad de apelar a frases tópicas como «en materia de medio ambiente, mi gobierno…». En lugar de ello, Obama dice, primero, como parte de una somera enunciación de problemas:
 
«Cada día aporta nuevas pruebas de que las formas en que utilizamos la energía refuerzan a nuestros adversarios y amenazan a nuestro planeta».
 
Es decir, por una parte, sostiene que Estados Unidos depende en exceso del petróleo, lo que refuerza a «nuestros adversarios», expresión un tanto críptica que al menos obligará a que los países de la OPEP quieran precisar cuanto antes a qué se refirió exactamente; y que Estados Unidos contribuye al calentamiento global, cosa por todos sabida, pero, aún así, el país no ha suscrito los acuerdos mediante los cuales la comunidad internacional enfrenta el problema.
 
Y más adelante, ya en pleno anuncio programático, dice: “Utilizaremos el sol, el viento y la tierra para alimentar a nuestros automóviles y hacer funcionar nuestras fábricas”.
 
Es decir, promoverá el uso de las energías renovables no convencionales en la matriz energética de Estados Unidos. Enunciados tan amplios no permiten discernir hasta dónde y cómo se llevará a cabo el compromiso, pero al menos se sabe en qué dirección se moverá la política energética y medio ambiental del país con el gasto más alto por persona en litros de agua por día, en electricidad y en combustibles.

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