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El aire se corta con cuchillo en el PS

El aire se corta con cuchillo en el PS

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En el partido desde el miércoles se habla del “estado de ánimo” de Elizalde, que perdió el control, que lo único que “transmite a sus cercanos y a todo el mundo” es que él sí o sí será, nuevamente por otros dos años, el presidente del Partido Socialista. “Está realmente obsesionado, no está siendo racional”, advirtió un dirigente de la colectividad.


Nadie pone en duda que esta ha sido una semana negra para el Partido Socialista, después que nuevamente les estallara una crisis por denuncias de narcorredes en las huestes de la colectividad operando en la comuna de San Ramón. A la lluvia de declaraciones rasgando vestiduras, se sumó una ola de reproches cruzados. Por una parte, quienes critican a la mesa directiva por no hacer nada sobre el tema en sus dos años de gestión, dado que el asunto ya había sido advertido públicamente en octubre de 2017 y, por otra, las acusaciones del entorno del timonel, Álvaro Elizalde, y de él mismo, que atribuyen todo a una operación en su contra.

Efectivamente la crisis por San Ramón se cruzó de lleno con las cuestionadas elecciones internas del PS del 26 de mayo, ya que la demora en la entrega de los resultados instaló una estela de dudas al proceso, sobre el cual ya se zanjó que la lista que lideró Elizalde obtuvo la mayoría de votos, mientras que su contrincante, la diputada Maya Fernández, fue la primera mayoría nacional individual.

Si bien los votos de la citada comuna permitieron que algunas figuras como José Miguel Insulza y Mónica Aguilera –hermana del polémico alcalde Miguel Ángel Aguilera, acusado de vínculos con el narcotráfico– lograran un cupo en el comité central del PS, las dimensiones del problema de las narcorredes son mucho más complejas, profundas y perjudiciales para dicho partido.

Eso, precisamente, reclaman internamente dirigentes y parlamentarios. Que la mesa directiva y en particular Elizalde han centrado todo en las internas y en vendettas personales con otras figuras de la colectividad, cuando el tema de fondo es la infiltración de la narcocultura en las huestes socialistas, no solo en San Ramón, sino también en la zona sur de la Región Metropolitana y otras comunas del país sobre las que hay sospechas serias.

En el PS desde el miércoles se habla del “estado de ánimo” de Elizalde, que perdió el control, que lo único que “transmite a sus cercanos y a todo el mundo” es que él sí o sí será, nuevamente por otros dos años, el presidente del Partido Socialista. “Está realmente obsesionado, no está siendo racional”, advirtió un dirigente de la colectividad.

El problema que observan en dicha tienda es que Elizalde no está comprendiendo la magnitud del problema que enfrenta el partido y, por ende, difícilmente puede conducir una solución efectiva a la crisis que atraviesan. “No logra entender que el problema no es el resultado de las elecciones, sino que es mucho más profundo, que la narcocultura ya llegó para quedarse”, reclamó un socialista de larga data.

A los cuestionamientos a Elizalde se suma el ruido que ha generado el silencio de la diputada Fernández. Si bien todos estos días ha estado en México en un viaje oficial, su única referencia a la situación –que ha sido catalogada como la peor crisis en democracia del PS– fue el martes vía Twitter: “Los contundentes antecedentes de lo acontecido en San Ramón nos muestran que este problema va más allá de los resultados de la elección. La dirección del PS debe tomar consciencia de la gravedad de la situación, como partido debemos ser intransigentes. Esto nos duele y avergüenza”, escribió el 18 de junio en su cuenta en la red social.

Firmó la declaración de la bancada PS que ese día pidió una serie de medidas para enfrentar el problema, desde anular la elección en San Ramón y una revisión exhaustiva del padrón electoral, pero ambos gestos han sido considerados insuficientes para la líder de la oposición interna en el socialismo, cuya principal crítica en campaña fue la falta de conducción política y liderazgo que ha afectado al partido en los últimos años.

Con este escenario, cualquier dirigente o parlamentario en estos días reconoce que el ambiente en el PS está de lo peor, que el clima interno está insostenible por la desconfianza cruzada que se instaló entre los bandos. “El aire se corta con cuchillo”, reconoció una fuente desde el Congreso.

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