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Bar La Providencia: memoria emotiva y sabores que rescatan lo chileno Gastronomía

Bar La Providencia: memoria emotiva y sabores que rescatan lo chileno

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Loreto Santibáñez
Por : Loreto Santibáñez Editora de Agenda País, Revista Jengibre y Braga.
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Con una de las selecciones de pisco más grandes del país y una carta que celebra la identidad local, este bar se ha transformado en un referente de la coctelería nacional y donde también se disfruta de su oferta culinaria.


Hace pocos días, Bar La Providencia celebró siete años de vida y lo hace reafirmando su visión desde el origen: rescatar la identidad local. Desde sus inicios en un pequeño y estiloso local de la calle Bilbao, donde los vecinos se asomaban curiosos entre antigüedades y música para ver qué pasaba en s interior, este bar ha evolucionado sin perder el rumbo.

Y aunque aquel primer espacio no sobrevivió a la pandemia -el aforo y distancia social no lo permitía-, su espíritu encontró un nuevo hogar en Av. Isabel La Católica, en un barrio residencial de Las Condes, donde hoy ha ganado un espacio distintivo.

Allí, con terraza, cocina con productos nacionales que van desde el norte hasta el fin del mundo y una carta que emociona a través del sabor, La Providencia ha logrado algo convertir su propuesta en un viaje sensorial por la memoria colectiva chilena.

“Estamos orgullosos de nuestra carta. Es un homenaje a Chile”, dice Paula Nazal, cofundadora del bar junto a Daniel Hernández, ambos diseñadores de profesión. Y es que la propuesta se siente más como una declaración de principios donde el país importa, más que como una simple oferta gastronómica y de coctelería.

Créditos: @casadefotos.cl

El inconsciente colectivo en un vaso

Chirimoya alegre. Créditos: @grimpet

La carta actual se titula “Inconsciente Colectivo” y, como su nombre lo indica, está pensada para evocar emociones profundas. No se trata solo de sabores, sino de recuerdos. En sus copas se mezclan ingredientes que habitan en la memoria de clásicos de la cocina chilena, todo reversionado con técnica, creatividad y respeto.

Sopaipilla pasada. Créditos: @grimpet

Entre sus cócteles estrella destaca el “Sopaipilla Pasada”, que lleva un fatwash de Jack Daniel’s No7 con zapallo camote y un licor de chancaca hecho en casa. O el “Chirimoya Alegre”, con vodka infusionado en vainas de vainilla, chirimoya clarificada y aire de naranja. Son sabores familiares que despiertan sensaciones conocidas, casi como una sobremesa de infancia.

Membrillo con sal. Créditos: @grimpet

Además, si hay un destilado que ha encontrado su lugar en La Providencia, ese es el pisco. Gracias al trabajo conjunto con la sommelier Claudia Olmedo y la destiladora Lady Ramírez, el bar reúne cerca de 85 etiquetas provenientes de las regiones de Coquimbo y Atacama, cuidadosamente organizadas por origen y perfil. Es, sin duda, una de las barras más completas del país, donde el pisco se sirve solo o protagoniza versiones chilenas de clásicos como la Vaina, el Pichuncho o incluso la Piscola.

Pisco martini, pisco sour, pichuncho, vaina y pisco negroni. Créditos: @grimpet

Rescatando sabores

En un bar, la comida es parte fundamental de la experiencia. Un plato bien pensado potencia el trago que lo acompaña, creando armonías y contrastes que enriquecen ambos. Más allá de la coctelería, La Providencia se ha propuesto recuperar insumos y preparaciones poco habituales en la escena capitalina. En su cocina destacan productos como el centollón magallánico, el cordero de Victoria y hongos silvestres como el changle, el gargal y el loyo.

El centollón. Créditos: @grimpet

La cocina y la barra cuentan así la misma historia, con una propuesta gastronómica y coctelería que dialogan en la misma sintonía, con productos locales, recetas con memoria y maridajes que no se encuentran en otro lugar.También ingredientes tradicionales como el maqui y el pajarete –ese vino dulce nortino que rara vez se luce en coctelería– forman parte de su despensa emocional.

El Quinto Sabor. Créditos: @grimpet

Pero más allá de ser un bar, también ha logrado ser un destino gastronómico. Durante el día, abre sus puertas para el almuerzo con una propuesta que combina productos locales y recetas llenas de sabor. Y por la noche, más allá de los tragos, su carta de cocina invita a sentarse a comer. Así, este espacio rompe el molde del bar tradicional y se convierte en un punto de encuentro para quienes buscan una experiencia completa, a cualquier hora.

Un bar con alma de barrio

La Providencia es un espacio que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. A través de una copa, una receta o una conversación en su barra, este lugar conserva ese espíritu de bar de barrio, cercano y comunitario. Cada lunes organizan la Clínica del Cóctel, una instancia gratuita de catas y talleres, donde bartenders invitados comparten conocimientos sobre algún destilado y enseñan a preparar una receta clásica. Una experiencia formativa, abierta e íntima, que fortalece el vínculo con el público y mantiene viva la vocación lúdica del bar.

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