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Viña del Mar: en búsqueda de nuevas vocaciones de ciudad Viajes

Viña del Mar: en búsqueda de nuevas vocaciones de ciudad

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Desde una identidad industrial hacia la expansión y desarrollo urbano de una ciudad que nace al alero de la actividad empresarial, Viña del Mar fue transmutando su identidad colectiva hacia el concepto de balneario, lo que le permitió consolidarse como la ciudad turística y multifacética que es hoy.


La identidad industrial de Viña del Mar es un pasado que a veces las nuevas generaciones olvidan debido al rápido desarrollo de la ciudad. Pero al revisar sus barrios y también prensa del siglo XIX y XX comienza a emerger una historia marcada por más de 80 industrias emplazadas en distintos sectores de la ciudad, como la Compañía de Refinería de Azúcar (CRAV), instalaciones manufactureras y metalúrgicas, además de molos de abrigo del puerto de Valparaíso. Al compás del sonido de maquinarias, líneas de tren y buques fue gestándose el crecimiento urbano que se instaló en torno a las industrias y se expandió a pasos acelerados en los años 30, dando vida a poblaciones y barrios con una marcada identidad.

Entre 1930 y 1970, en Chile se impulsó desde el Estado un modelo que fomentaba industrias locales para que distintos materiales o productos, que antes eran importados, se produjeran en la zona, con el fin de potenciar tanto el desarrollo económico regional como nacional.

El Archivo Histórico Patrimonial de Viña del Mar organizó en el Museo Palacio Rioja el Conversatorio “Patrimonio Industrial de Viña del Mar”, donde el Dr. en Arquitectura, especialista en historia urbana y estudios patrimoniales, Pablo Páez, y Ángela Herrera, docente de la escuela de Diseño de la Universidad de Valparaíso abordaron aspectos esenciales de la actividad fabril en la ciudad. En esta instancia, Herrera señaló que hubo un tiempo en que ya no se podía poblar más de industrias y recién debido al terremoto de 1906, se comenzó un plan de reconstrucción, junto con la necesidad de ampliar la ciudad en base a distintas normativas. “Se necesitaba ampliar lo que es la producción y sobre todo el textil y ahí se piensa en Viña del Mar”, comentó la experta.

De la mano con el progreso regional, nacían las demandas y necesidades propias de los trabajadores y del habitante común, siempre vinculado al crecimiento industrial. A partir de la CRAV nace el barrio Villa Dulce y Achupallas, caracterizado por ser una urbanización de periferia y planificada por los mismos trabajadores, que permitió tener una ciudad compacta con barrios satelitales, siendo las industrias un agente de cambio para la ciudad.

Una mirada hacia el turismo

La industrialización fue contemporánea y paralela al proceso de constitución de Viña del Mar como el principal balneario de Chile. En ese entonces, la disponibilidad de terrenos en la ciudad permitió su expansión; sin embargo, al comienzo la ciudad daba la espalda al mar. Entonces ¿cómo se produce la transición hacia una ciudad que integra el mar a su paisaje urbano? En el siglo XX, las mejores perspectivas de vida post períodos de guerras mundiales abren oportunidades distintas de potenciar la vida en la ciudad con lo que comienza a ir al alza el concepto de ciudad turística, que empieza a compartir espacio con la actividad industrial.

“El desarrollo industrial en el periodo 1930-1970 fue una política de Estado. En paralelo a lo que estaba ocurriendo a nivel macro, en la particularidad de Viña del Mar, fue un periodo donde el Estado apostó por promover la ciudad a través del turismo y no podemos negar que se invirtió más en Viña que en otras ciudades del país con hoteles, casinos, teatros, las obras de malecones, la Avenida Perú, que son todas obras fiscales. Muchas de esas obras, que hoy son valoradas, generaron resistencias ciudadanas inicialmente”, comentó Herrera.

Esa mirada turística ha ido evolucionando con el tiempo y aún persiste con fuerza en el imaginario de quienes habitan la ciudad. En un esfuerzo por abordar desde una perspectiva de opinión pública los desafíos de la ciudad, el Estudio Ciudad Viña 2023 -enmarcado en un proceso denominado Reflexión Urbana Territorial Abierta (RUTA Viña) que impulsan la PUCV, la CRCP, Las Salinas y FEF- planteó lo mismo: Viña es percibida como una ciudad amable, que combina características de un territorio residencial y potencial para asumir nuevos desafíos futuros.

Según el estudio, los propios habitantes consideran que Viña vivió un momento de progreso durante la primera parte del siglo XXI, pero en la última década ese empuje parece haberse perdido, lo que redunda en una mirada contingente de estancamiento o retroceso. Sin embargo, cuando se les consultó a los entrevistados sobre la visión de futuro que tienen de la ciudad y expectativas de mediano plazo, las respuestas son positivas; un 68% considera que Viña progresará. Las esperanzas están puestas en la consolidación y proyección de atributos de identidad y recuperar el impulso que caracterizó a la Ciudad Jardín.

El Estudio concluyó que el desafío está en revitalizar el centro de la ciudad, hacer un esfuerzo por integrar al mar como atributo urbano para los ciudadanos e impulsar iniciativas que mejoren la infraestructura vial (la conectividad y los espacios públicos), mejorar la urbanización y equipamiento en las zonas altas de la ciudad, así como también apostar por una preocupación preferente por el patrimonio (natural y arquitectónico) existente. 

De la mano de estos desafíos, el Estudio hizo evidente que la ciudadanía percibía que Viña estaba poco preparada para enfrentar emergencias, lo que pone de manifiesto la importancia de integrar la prevención y la seguridad como elementos claves de la planificación urbana. Al respecto, Luis Álvarez, profesor PUCV e integrante del Comité estratégico de RUTA comentó que “desde la perspectiva de la ciudad, se percibe retraída, pero tiene un buen perfil al futuro, es decir, existe una percepción que todo va a cambiar y en el 2030 la ciudad va a ser importante en su desarrollo. El haber constituido una fuerza de trabajo de académicos, de empresas vinculadas a la ciudad, turismo o producción y los que están imaginando la ciudad, se arma un grupo de mucha sinergia que es capaz de levantar situaciones que no estábamos viendo”.

En cuanto al futuro de la ciudad, Pablo Páez señaló que “si se entiende el desarrollo de la ciudad como crecimiento, yo creo que esta historia de las industrias en Viña nos puede dar una hermosa lección para el futuro, ya que promovieron la construcción de poblaciones obreras en los márgenes de la ciudad. Pero eran márgenes con una calidad distinta a los que enfrentamos hoy, es decir, hay un crecimiento de la ciudad, pero uno aparejado de servicios. La ciudad crece, pero crece bien y compacta y manteniendo la calidad de lo urbano”.

Mirar a Viña del Mar, desde una perspectiva histórica, reconociendo sus distintas vocaciones es un buen ejercicio para proyectar su futuro, desde una ciudad que se puede nutrir de nuevos usos diversos que activen sectores que aportarían dinamismo y oportunidad a sus habitantes y sus barrios.+

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