
Turismo indígena: un modelo en expansión que posiciona a la cultura en el centro del viaje
Una forma de viajar que conecta con los pueblos originarios, transforma territorios y genera oportunidades. Desde Canadá hasta Bolivia, el turismo indígena gana terreno como una alternativa cultural, sustentable y transformadora. ¿Puede expandirse en Chile?
Un nuevo tipo de turismo se está consolidando en diferentes localidades del mundo. Más que una categoría dentro de la industria turística, representa una forma distinta de habitar y recorrer los territorios y de entrar en contacto con las culturas originarias. Este es el llamado turismo indígena.
Según datos de la Organización Mundial del Turismo, aproximadamente 370 millones de personas indígenas en el mundo están vinculadas a actividades turísticas. La mayoría vive en zonas rurales, muchas veces con alto valor ambiental, histórico y cultural. Y es precisamente allí donde este tipo de turismo ha tomado fuerza. Son las propias comunidades las que diseñan y ofrecen las experiencias, bajo sus propios valores y formas de organización, compartiendo sus conocimientos ancestrales con quienes las visitan.
¿Qué lo hace diferente?
A diferencia del turismo convencional, el turismo indígena es planificado, gestionado y ejecutado por las propias comunidades. Se realiza en territorios indígenas ancestrales y busca no solo atraer visitantes, sino revitalizar culturas, preservar la biodiversidad y generar desarrollo económico sustentable.
Este tipo de turismo se caracteriza por contribuir a la protección de la cultura, el territorio y la biodiversidad. Además, es gestionado por personas, familias u organizaciones indígenas, quienes deciden qué mostrar, cómo hacerlo y con qué objetivos.
Redes, premios y modelos exitosos
En los últimos años han surgido importantes organizaciones internacionales que agrupan, apoyan y visibilizan el turismo indígena a nivel global. Una de las más influyentes es la World Indigenous Tourism Alliance (WINTA), con sede en Australia, fundada en 2012 como un foro global para la promoción de valores indígenas a través del turismo.
En Estados Unidos, la American Indian Alaska Native Tourism Association (AIANTA) lleva más de 25 años impulsando el turismo indígena como una herramienta de empoderamiento económico, preservación cultural y recuperación de soberanía para las tribus nativas.
En su última conferencia anual, realizada en Luisiana en octubre de 2024, AIANTA premió a experiencias ejemplares como el Centro Cultural Choctaw, el Paragon Casino Resort, el Inn of the Mountain Gods Resort and Casino y la guía cultural Cheryl Trask de la Nación Cherokee.
El Centro Cultural Choctaw, en Oklahoma, recibió uno de los reconocimientos más valorados. Allí, los visitantes pueden recorrer una pradera ancestral intacta, aprender sobre 14.000 años de historia a través de exhibiciones, presenciar y participar en danzas sociales y juegos tradicionales como el stickball. También se imparten clases de idioma Choctaw y se promueve la participación comunitaria intergeneracional, con un enfoque educativo profundo.
Un poco más al norte, en Canadá, la Indigenous Tourism Association of Canada (ITAC) agrupa a empresas turísticas de propiedad y gestión indígena. En Australia, WAITOC, el Consejo de Operadores Turísticos Indígenas de Australia Occidental, representa a casi 200 miembros, promoviendo vivencias culturales en todo el país. Y en Nueva Zelanda, Turismo Maorí (NZ Māori Tourism) ha sido clave para posicionar a los pueblos originarios como líderes dentro del sector turístico nacional.

Crédito: Tripadvisor
El auge en Latinoamérica
América Latina también ha dado pasos importantes en esta dirección. Con experiencias emergentes que han ganado terreno en países como México, Bolivia, Ecuador, Argentina, Perú, Panamá, Colombia y Honduras.
La Red Indígena de Turismo de México (RITA) reúne a múltiples emprendimientos que buscan avanzar en el reconocimiento pleno de los derechos indígenas, integrando estrategias culturales, económicas y ambientales. En Bolivia, la Red TUSOCO opera desde 2005 con 22 iniciativas comunitarias, y hasta creó su propia operadora de viajes. En Ecuador, la Federación Plurinacional de Turismo Comunitario (FEPTCE) articula a comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas desde fines de los años 80.
Al otro lado de la cordillera, la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario (RATuRC) agrupa más de 70 experiencias campesinas e indígenas, con un fuerte foco en el fortalecimiento de la autogestión. Y en Colombia, la joven Asociación Nacional de Turismo Indígena (ASONTIC) busca posicionar el turismo indígena como una herramienta económica, social y cultural al interior de los territorios.
¿Y en Chile?
En Chile, el turismo indígena aún se encuentra en una fase de desarrollo incipiente. Existen experiencias localizadas en territorios mapuche, atacameño y rapa nui, por ejemplo, pero aún falta una articulación nacional más sólida.
En 2020, el Ministerio de Economía lanzó el Sello de Turismo Indígena, una herramienta para identificar y promover experiencias auténticas en este ámbito. La iniciativa fue desarrollada junto a la Asociación Nacional de Turismo Indígena y busca visibilizar y fortalecer emprendimientos turísticos con pertinencia cultural. También se han elaborado lineamientos técnicos y guías para orientar a las comunidades en el diseño de productos turísticos respetuosos, sustentables y rentables.
Sin embargo, aún hay mucho potencial por explorar. La rica diversidad de pueblos originarios, la variedad de paisajes y la creciente demanda por experiencias auténticas, posicionan a Chile como un país con condiciones privilegiadas para expandir este tipo de turismo.
El turismo indígena no solo permite a los viajeros vivir una experiencia profunda, educativa y diferente. También puede ser un motor de desarrollo para las comunidades, fortaleciendo la autonomía económica, revitalizando lenguas, tradiciones y cosmovisiones, y ofreciendo una narrativa propia frente al mundo globalizado.