
Aysén: donde la naturaleza moldea la vida en la Patagonia chilena
Viajar a Aysén no es solo recorrer paisajes de ensueño, si no entender cómo la naturaleza dicta el modo de vida. Tomar mate en torno a una cocina a leña, probar un cordero al palo, o simplemente escuchar el silencio de los glaciares, es parte de una experiencia que conecta con la Patagonia chilena.
En el corazón de la Patagonia chilena, la Región de Aysén se revela como un territorio tan indómito como fascinante. Entre montañas jóvenes que aún se elevan, fiordos profundos, ríos turquesa y glaciares milenarios, la vida se organiza a un ritmo distinto, marcado por la naturaleza, el clima y la resiliencia de sus habitantes.
La Carretera Austral, ese camino de asfalto y ripio que atraviesa la región, es la arteria que conecta pueblos, historias y paisajes. Desde el Parque Nacional Cerro Castillo hasta las Capillas de Mármol en el lago General Carrera, cada tramo ofrece un paisaje impresionante, con pampas ventosas que se transforman en bosques siempreverdes, montañas nevadas que descienden hasta fiordos y humedales. Esa diversidad de ecosistemas es parte del asombro que atrapa a los visitantes.
“Acá el clima cambia de un minuto a otro, y eso moldea todo: desde la vegetación hasta cómo vivimos”, explica Nicolás, un guía local. En Puerto Aysén, por ejemplo, muchas casas se levantan sobre pilotes para resistir el suelo blando y húmedo.
Gastronomía local
En la región, la vida no gira en torno al living como en otras partes de Chile, sino a la cocina a leña. Allí se conversa, se estudia, se seca la ropa y nunca falta la tetera lista para el mate, esa infusión que, más que bebida, es rito social y compañía frente al frío.
La cocina aysenina está profundamente ligada a la vida de sus habitantes, quienes durante generaciones han sabido aprovechar los recursos naturales disponibles para crear recetas llenas de sabor.
El clima riguroso también se refleja en la comida. El cordero al palo, asado lentamente al calor de la leña, no solo es un plato típico, sino un símbolo de reunión y celebración. La leña, de hecho, es protagonista en la vida cotidiana, ya que calienta los hogares, da sabor a los alimentos y mantiene viva la tradición en torno al fuego.
Los productos locales son protagonistas de esta cocina auténtica. Del mar llegan delicias como el centollón, la jaiba marmola y el puye, además de pescados como la merluza austral y el salmón, reconocidos por su frescura y calidad. La comida se convierte en un verdadero viaje sensorial y una invitación a descubrir la identidad de la región.
Naturaleza deslumbrante
Pero Aysén también es belleza extrema. El fiordo Aysén, el glaciar San Rafael o el río Baker con su inconfundible color turquesa son postales de un mundo casi intacto. Incluso las formaciones de mármol en el lago General Carrera, únicas en el planeta por levantarse sobre el agua, recuerdan que este suelo joven aún está en movimiento, producto de la fuerza tectónica y de glaciaciones pasadas.
Esa geografía desafiante ha forjado un carácter único en los ayseninos: hospitalarios, resistentes y orgullosos de vivir en una de las últimas grandes reservas naturales del planeta. “Aquí, aunque haya veinte grados bajo cero, la vida sigue”, cuentan entre risas quienes saben que el aislamiento y la intemperie se enfrentan con trabajo, comunidad y calor humano.
La Carretera Austral (Ruta 7) es la columna vertebral de la región. Construida a partir de 1974, aún hoy está pavimentada solo parcialmente y conserva largos tramos de ripio que hacen del viaje una verdadera aventura. Son más de 1.200 kilómetros que unen Puerto Montt con Villa O’Higgins, atravesando paisajes que cambian drásticamente en cada curva: glaciares, fiordos, pampas, bosques lluviosos y ríos caudalosos.
En su paso por Aysén, la ruta conecta algunas de las localidades más relevantes:
- Coyhaique: capital regional y centro urbano más grande, rodeada de montañas, lagos y bosques, con una activa vida cultural y gastronómica.
- Villa Mañihuales: un pequeño pueblo cordillerano rodeado de bosques de ñirres y ríos cristalinos, conocido por su tranquilidad, sus festividades locales y como punto de acceso a zonas de pesca con mosca, trekking y turismo rural. Es considerado el “corazón verde de Aysén” por la belleza de sus alrededores y su fuerte identidad ligada al campo y la vida comunitaria.
- Puerto Aysén: puerta de entrada al litoral y a los fiordos, con fuerte tradición pesquera y conectada directamente a Puerto Chacabuco.
- Puerto Chacabuco: el puerto principal de la región, punto de embarque hacia la Laguna San Rafael y otras rutas de navegación.
- Cochrane: un pueblo tranquilo a orillas del río del mismo nombre, cercano al Parque Patagonia, con gran tradición de campo.
- Chile Chico: en la ribera sur del lago General Carrera, famoso por su microclima y por su producción de cerezas.
- Villa O’Higgins: en el extremo sur, donde la carretera se interrumpe frente al campo de hielo patagónico.

Desde Puerto Chacabuco parten embarcaciones hacia destinos imperdibles. La navegación por el fiordo Aysén y los canales patagónicos permite acceder a paisajes de glaciares, bosques vírgenes y cascadas. Uno de los recorridos más emblemáticos es hacia la Laguna San Rafael, donde los visitantes pueden contemplar de cerca el imponente glaciar que se desprende en témpanos sobre el agua. También existen rutas hacia islas y canales interiores, ideales para el avistamiento de fauna marina como delfines, lobos marinos y aves australes.
Cómo llegar
Llegar a la Región de Aysén es parte de la aventura, porque se trata de una de las zonas más aisladas y prístinas de Chile. No hay un acceso directo por carretera desde el resto del país, por lo que combinar distintos medios de transporte suele ser necesario.
Desde Santiago hay vuelos diarios de 3 horas aproximadamente hasta el Aeropuerto Balmaceda (BBA). Desde allí se puede continuar en bus, transfer o vehículo arrendado hacia Coyhaique, Puerto Aysén o Puerto Chacabuco.
Se puede llegar por tierra desde la Región de Los Lagos, aunque requiere combinar tramos de carretera con cruces en ferry. La ruta más habitual es desde Puerto Montt o Chaitén, avanzando hacia el sur entre fiordos, montañas y lagos.