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Mujeres que programan el futuro

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¡Buenas tardes, estimados lectores y lectoras de este Universo Paralelo! 

En Afganistán la educación universitaria está prohibida para las mujeres. Algo que hoy nos resulta insólito fue, hasta bien entrado el siglo XIX, la norma en gran parte del mundo. Durante siglos, ellas fueron excluidas de los espacios donde se construía el conocimiento.

  • Hoy, aún en Occidente, vemos vestigios de esos tiempos, cuestión que reemerge en forma de sesgos que consciente o inconscientemente se filtran en nuestra cultura. A pesar de las dificultades, muchas mujeres fueron capaces de sobrepasar esos obstáculos, y su ejemplo es la mejor arma de la que disponemos para derribar prejuicios y estereotipos.

Henrietta Swan Leavitt fue una de ellas. Había sido contratada como parte de las “computadoras de Harvard”, un grupo de mujeres que hacían cálculos rutinarios y clasificaban estrellas. Trabajaba en una habitación sin ventanas, lejos de los telescopios que estaban reservados para los hombres. En silencio, tras largas jornadas de minuciosos cálculos, descubrió una relación que cambiaría nuestra manera de entender el cosmos.

  • Se dio cuenta de que cierto tipo de estrellas, llamadas cefeidas, cuyo brillo aumenta y disminuye periódicamente, eran más brillantes cuando mayor era su período de variación. Esto, que parece una anécdota, permitió a los astrónomos medir el universo. Porque, una vez que sabemos el brillo intrínseco de un objeto, es fácil deducir a qué distancia está.

Gracias a ella pudimos entender la escala de nuestra galaxia. Conocer nuestras dimensiones. Determinar la existencia de galaxias, que como Andrómeda, a unos 2 millones de años luz de distancia, están fuera de la nuestra.

  • Henrietta Swan Leavitt no solo expandió los límites del conocimiento. Expandió el universo, nos hizo notar nuestra pequeñez. Pero, sobre todo, mostró la necesidad de expandir el acceso de la ciencia a la otra mitad de la población.Murió en 1921 sin haber recibido reconocimiento. Un año después de que, como mujer, haya tenido derecho a voto.

En este número, dedicado a observar la ciencia y la tecnología desde una mirada más diversa y representativa, invitamos a Vania Figueroa, bioquímica, doctora en Neurociencia y directora de la Unidad de Igualdad de Género de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados de la Universidad Autónoma. También nos acompaña Lilian San Martín, ingeniera en Computación e Informática y presidenta del Comité de Igualdad de Género de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Andrés Bello. Junto a ellas, participan Fabiola Arévalo, doctora en Física, Ignacio Retamal, dentista y doctor en Ciencias, y la periodista Francisca Munita.

Gracias por acompañarnos en este número especial, donde ponemos sobre la mesa cómo los sesgos se cuelan en los algoritmos, cómo los nombres pueden abrir o cerrar puertas, y cómo la diversidad en los equipos no es un detalle, sino la clave para que la tecnología, la ciencia, la medicina sirvan a todos.

  • Comenta y comparte este link y haz que más personas se contagien del asombro por la ciencia. Y si este Universo Paralelo te llegó gracias a alguien que aún cree que la curiosidad es el mejor motor (humano, femenino o digital), suscríbete aquí y sigamos explorando juntos cómo cambiar la ciencia cuando se cambian también las miradas.
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UN CORAZÓN QUE NO CABE EN EL PECHO (FEMENINO)

Crédito: Aigars Jansons

Por Vania Figueroa
Bioquímica y doctora en Neurociencia

Imagina esta escena: estás en lista de espera para un trasplante, aún no hay un órgano compatible, pero el equipo médico te ofrece una maravilla de la ingeniería biomédica –un corazón artificial– para que tu cuerpo pueda resistir la espera. Justo cuando crees que tu vida va a cambiar, te dicen: “Mire, es que este modelo no le cabe en el pecho”.

No es broma. El único modelo aprobado en 2004 por la FDA en EE.UU. es más compatible con los hombres, debido a su tamaño. No fue sino hasta el 2020 que el modelo más pequeño, que sí se ajusta a la mayoría de nosotras, fue aprobado para uso habitual, antes solo se podía utilizar para estudios clínicos o casos excepcionales.

  • El resultado: mujeres que no “calzan” en el estándar biomédico deben esperar más, arriesgarse más o, derechamente, morir esperando.

Y no se trata de un caso aislado. Un artículo reciente en The Lancet detalla cómo numerosos dispositivos médicos –desde prótesis de cadera hasta inhaladores y marcapasos– se han diseñado tomando como referencia el cuerpo masculino. No por maldad explícita, sino por ese hábito tan instalado en ciencia y tecnología: asumir que lo masculino es “lo normal” y que lo femenino es un “caso especial”. Como quien hace zapatos talla 42 y después “ve si se pueden achicar”.

El problema no es solo técnico, es también político. Porque cuando el diseño excluye, las consecuencias las pagan quienes ya están en desventaja. Lo hemos visto en todo el mundo con diagnósticos errados en mujeres por síntomas “atípicos” de infarto, o con equipos de protección personal que no contemplan la anatomía femenina. La lógica es la misma: universal significa “para hombres; y para el resto, si alcanza”.

Lo irónico es que podemos incluso enviar sondas a Marte, pero seguimos sin fabricar dispositivos médicos que se ajusten a la mitad de la población mundial como parte del estándar. Incluso la caminata espacial de solo mujeres, que pretendía ser histórica, tuvo que ser cancelada en 2019 por falta de trajes que se adaptaran a las astronautas. El diseño androcéntrico, en todo orden de cosas, ya no es aceptable. No solo resta oportunidades, cuesta vidas.

¿Qué estamos haciendo hoy para cambiar esta realidad?

  • Si queremos un país que de verdad apueste por la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación (CTCI), debemos transformar la enseñanza en estas áreas, incluyendo la perspectiva de género e interseccional en la formación de la próxima generación de profesionales.

Pero también es necesario capacitar a profesionales en ejercicio y establecer normas para exigir estudios científicos, pruebas clínicas y de diseño con representación equitativa. Y, sobre todo, un real compromiso de la comunidad investigadora y las instituciones con el necesario cambio cultural: entender que el cuerpo femenino no es una variación, sino parte central de la humanidad.

En el fondo, quienes trabajamos por transformar la CTCI no pedimos corazones más pequeños. Estamos pidiendo un poco más de corazón.

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¿PUEDE LA TECNOLOGÍA SER INMUNE A NUESTROS PREJUICIOS?

Crédito: UNAB

Mujeres en el diseño de tecnología: las ingenieras chilenas Lilian San Martín y Camila Zapata configuran brazo robótico.

Por Lilian San Martín
Ingeniera en Computación e Informática

Asociamos la tecnología a la idea de progreso. La percibimos como una herramienta capaz de transformar nuestras sociedades y resolver problemas que antes parecían insuperables. Bajo la lupa, sin embargo, estos avances se ven menos prometedores, en tanto no corrigen alteraciones, errores, brechas que están en nuestro ADN social y que irremediablemente se replican en la tecnología como creación humana. Entre ellos, el sesgo de género.

Este fenómeno no es solo una cuestión de diseño técnico; responde a una cultura profundamente arraigada que, en su mayoría, sigue siendo dominada por hombres.

  • Según datos del Mineduc,en el Programa de Doctorado Nacional, a pesar de contar con paridad de género, los programas de Ingeniería y Tecnología continúan mostrando una desigualdad preocupante: el 72,1% de los estudiantes en estas áreas son hombres, mientras que las mujeres representan solo el 27,9%. Esta brecha se extiende a la estructura educativa y profesional en general, donde las mujeres siguen ocupando un lugar marginal en los campos científicos y tecnológicos clave, perpetuando roles y estereotipos ya existentes.

Lo vemos en los asistentes virtuales. Estas herramientas de IA, diseñadas principalmente por hombres, han sido programadas para emitir voces femeninas, lo que no solo perpetúa la idea de que las mujeres deben desempeñar roles de servicio, sino que también contribuye a reforzar la jerarquía de género que históricamente ha subordinado lo femenino.

  • Lo mismo ocurre con sistemas de vigilancia y algoritmos de seguridad.Como la tasa de criminalidad es más alta en hombres en la mayoría de los países, las bases de datos usadas para entrenar estos sistemas reflejan sus gestos y comportamientos como “estándar”. Al enfrentarse a mujeres, que tienen posturas, movimientos y formas de vestir distintas, los sistemas aumentaban los falsos positivos, al catalogarlas como “anómalas”.
  • Esto se ha visto en el Reino Unido, donde pruebas de vigilancia predictiva con cámaras urbanas fueron cuestionadas por errores de identificación en mujeres, y en Estados Unidos, donde estudios académicoshan demostrado que sistemas de “policía predictiva” reproducen sesgos de género al basarse en historiales de arrestos predominantemente masculinos. De este modo, la tecnología terminó replicando desigualdades de género en lugar de neutralizarlas.

Desde la ingeniería, es crucial reflexionar sobre cómo estos sesgos no son meras anomalías técnicas, sino el resultado de una falta de pluralidad en quienes están tras estos desarrollos. Si no hay diversidad en estos equipos, los prejuicios culturales, incluso los más sutiles, se filtran en cada código, en cada algoritmo, como ocurrió cuando Amazon automatizó su proceso de contratación a partir de IA. El resultado favoreció notoriamente a los hombres.

  • Además, como sostiene el Foro Económico Mundial, la automatización y la IA generativa plantean un riesgo tangible de desplazamiento laboral: se proyecta que 92 millones de empleos podrían perderse a nivel global, mientras se crearían 170 millones nuevos, principalmente vinculados a tecnología y habilidades emergentes.

Para que las mujeres no queden al margen de esta nueva economía techdonde los empleos mejor remunerados y de más proyección estarán concentrados en IA, datos y tecnología, es fundamental impulsar iniciativas serias que promuevan su participación desde hoy. Si bien en Chile existen programas que buscan cambiar esta realidad, promoviendo la participación femenina en STEM a través de becas y mentorías, estos esfuerzos son recientes y su impacto aún no es visible.

Debemos buscar un desarrollo innovador, ético y justo. Solo así la tecnología podrá estar, efectivamente, al servicio de todas y todos.

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NOTICIAS: LA SEMANA EN CIENCIA

Crédito: NASA / ESA / CSA / Joseph Olmsted (STScI)

Concepto artístico de TRAPPIST-1 d junto a su estrella madre. Nuevos hallazgos confirmaron la ausencia de atmósfera en este planeta, reduciendo sus posibilidades de albergar vida.

Por Francisca Munita
Periodista

Esta semana la ciencia llegó con dieta experimental, telescopios chismosos y embriones con más empuje del esperado. Un cóctel contra la obesidad promete resultados inéditos, el James Webb se anotó otra luna perdida en Urano, TRAPPIST-1 d nos bajó de la nube al confirmarse que no tiene aire, y un embrión humano mostró que para implantarse no basta esperar: también hay que empujar.

  • La nueva dupla contra la obesidad

Un cóctel experimental que combina semaglutida (ya famosa por su efecto adelgazante) con cagrilintida mostró en fase 3 una pérdida de peso significativamente mayor que los tratamientos actuales. Los resultados publicados en The New England Journal of Medicine sugieren que esta mezcla podría convertirse en la terapia de referencia contra la obesidad y la diabetes tipo 2.
Dato curioso: el estudio se hizo con miles de voluntarios en distintos continentes y algunos pacientes perdieron más del 20% de su peso corporal en menos de un año.
Publicado el 14 de agosto.  Conoce más AQUÍ.

  • El embrión humano “empuja” para implantarse

Un estudio en Science Advances mostró que, durante los primeros días, el embrión humano no solo espera pasivamente, sino que aplica fuerza para incrustarse en el endometrio. Esa “empujada” mecánica es clave para la implantación exitosa y explica por qué muchas veces falla el proceso en tratamientos de fertilidad.
Dato curioso: la fuerza con que se adhiere un embrión humano es distinta a la de los ratones, lo que confirma que no siempre podemos extrapolar resultados de modelos animales.
Publicado el 15 de agosto.  Conoce más AQUÍ.

  • TRAPPIST-1 d: un mundo sin aire

Observaciones del telescopio espacial James Webb revelaron que el exoplaneta TRAPPIST-1 d, a solo 40 años luz, carece de atmósfera densa como la Tierra. Ni agua ni dióxido de carbono y tampoco metano aparecen en los espectros: el planeta podría estar desnudo, expuesto al espacio. Esto limita las esperanzas de habitabilidad, pero afina la búsqueda de mundos realmente parecidos al nuestro.
Dato curioso: TRAPPIST-1 d es un sistema con 7 planetas rocosos y se pensaba que al menos uno podría ser habitable. Ahora sabemos que no basta con estar en la “zona habitable”: la atmósfera lo es todo.
Publicado el 13 de agosto.  Conoce más AQUÍ.

  • Urano gana una luna inesperada

El telescopio espacial James Webb detectó un satélite inédito orbitando Urano. El hallazgo aún debe confirmarse, pero todo indica que se trata de una pequeña luna que se suma al ya particular conjunto del planeta azul verdoso. Este descubrimiento amplía nuestro inventario del sistema solar y abre preguntas sobre la formación de lunas en gigantes helados.
Dato curioso: con este hallazgo, Urano tendría oficialmente más lunas que Neptuno, su vecino en los confines del sistema.
Publicado el 19 de agosto.  Conoce más AQUÍ.

ÓRBITAS PARALELAS

Ola de calor en España
Agosto de 2025 rompe récords con temperaturas sobre los 40 °C, evidenciando la magnitud de la crisis climática y sus efectos sobre salud y ecosistemas.
Más información.

Cocolitóforos en Nueva Inglaterra
El resurgimiento de estos diminutos organismos marinos en el verano de 2025 revela cambios en los ecosistemas y aporta claves sobre los ciclos de carbono y el clima.
Más información.

Terapia CAR-T para linfoma
Una nueva terapia (HSP-CAR30) muestra alta eficacia en pacientes con linfoma CD30+ refractario, incluyendo casos agresivos como el DLBCL.
Más información.

Conjunción Luna-Venus
Esta noche, 20 de agosto, la Luna y Venus se verán juntos a simple vista en el cielo. Un espectáculo astronómico ideal para detenerse y mirar hacia arriba.
Más información.

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LA IMAGEN DE LA SEMANA

Crédito: NASA

LA SONRISA QUE ORBITA

Una selfie desde el espacio suele dejarnos sin aliento. Pero esta, tomada durante una caminata extravehicular, tiene una carga simbólica que va mucho más allá del reflejo azul de la Tierra en el casco.

  • La protagonista es Christina Hammock Koch, astronauta de la NASA,que en 2026 se convertirá –si todo marcha como está previsto– en la primera mujer en viajar más allá de la órbita terrestre baja, como parte de la misión Artemis II.

¿Por qué detenernos en esta imagen? Porque condensa, en un solo encuadre, la historia de exclusiones y las promesas de cambio en la ciencia y la tecnología. La exploración espacial ha sido uno de los símbolos más visibles del siglo XX, pero también uno de los más masculinizados: 70 años de astronautas que, salvo contadas excepciones, fueron hombres blancos. Ver el rostro de Koch reflejado contra la curvatura terrestre recuerda que la conquista del espacio no es solo una gesta tecnológica, sino también cultural.

  • El reflejo en el visor es, en cierto sentido, un espejo de la humanidad: lo que decidimos llevar, y quiénes decidimos que viajen, habla tanto de nuestros logros como de nuestras desigualdades. La propia Koch lo sabe. Cuando en 2019 protagonizó la primera caminata espacial femenina junto a Jessica Meir, dijo que esperaba que “algún día deje de ser noticia que dos mujeres trabajen juntas en el espacio”.Ese “algún día” todavía no llega del todo, pero Artemis II marca un hito ineludible: la primera mujer y la primera persona afroamericana en orbitar la Luna.

Esta selfie, entonces, no es solo un recuerdo personal ni un triunfo técnico. Es la sonrisa de alguien que, sin proponérselo, carga con el peso de una historia de género y ciencia. Y es, también, un guiño hacia el futuro: quizá el próximo reflejo en ese visor no sea solo de la Tierra, sino también de la superficie lunar.

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BREVES PARALELAS

Crédito: Imagen generada por IA.

Por Fabiola Arévalo
Doctora en Física

“¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, con cualquier otro nombre olería igual de bien”, dice Shakespeare. Pero en la vida real, si alguien se llama Rosa en vez de Ross, el nombre sí puede afectar su visibilidad al publicar.

  • Estudios muestran que el nombre de quien publica influye tanto en las posibilidades de aceptación como en la posterior citación del trabajo.La Revista Nature reporta que el nombre de los autores tiene efecto en si lo publican o no. Además, como es seis veces más probable que se recomiende la publicación de alguien que tiene un nombre conocido, como un Premio Nobel, autores hombres tienen un porcentaje de aceptación mucho mayor. De hecho, otro equipo analizó años de publicaciones y encontró que, mientras más neutral es el nombre de los autores, el paper es más citado.

¿La solución es cambiarse el nombre como Portia en El mercader de Venecia? No necesariamente. La evidencia sugiere otra vía: omitir en el proceso de selección. En procesos de revisión ciega, donde los árbitros no conocen la autoría, los sesgos disminuyen. Por ejemplo, un estudio mostró que una revista de matemáticas aceptó un número significativamente mayor de artículos escritos por mujeres tras adoptar este sistema. La ciencia gana cuando las ideas se juzgan por su mérito y no por quién las firma.

Pronto se viene una nueva película de Frankenstein, ¿pero es el nombre del monstruo o de una persona? El libro Frankenstein o el moderno Prometeo, donde se presenta este personaje, tiene un doble problema de nombre. Primero, el monstruo es creado por el Dr. Frankenstein y solo se refiere a él con apelativos. El segundo problema de nombre corresponde a su autora: ella publicó este libro de forma anónima en su primera edición, solo con una dedicatoria a su padre.

  • Por ejemplo, unos años antes, Jane Austen, autora deOrgullo y prejuicio, firmó todos sus libros con el pseudónimo “By a lady”. Por otro lado, las hermanas Brontë –Charlotte, Emily y Anne– recurrieron a pseudónimos masculinos, por ejemplo, Emily publicó Cumbres borrascosas como Ellis Bell y Charlotte publicó Jane Eyre como Currer Bell.

Eran otros tiempos para las mujeres, pero ¿sabías que a la autora de los libros de Harry Potter le sugirieron firmar con sus iniciales en lugar de usar su nombre completo? La editorial temía que los lectores infantiles mostraran reticencia a comprar libros escritos por una mujer.

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RECOMENDACIÓN: ARTE Y TEATRO EN SANTIAGO

Crédito: Proyecto De lo invisible – Lenguajes de un recuerdo, de Benjamín Ossa. Curaduría: Maya Errázuriz.

Por Ignacio Retamal
Dentista y doctor en Ciencias

La agenda cultural de Santiago se enriquece con propuestas que dialogan con el presente desde distintos lenguajes artísticos. En esta ocasión, destacamos dos exposiciones en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y una adaptación teatral que invita a la reflexión sobre nuestra realidad.

  • En el MAC de Parque Forestal, el segundo ciclo de exhibiciones nos presenta dos muestras imperdibles. La primera, De lo invisible – Lenguajes de un RecuerdodeBenjamín Ossa, desorganiza las convenciones museográficas. Concebida como un “experimento”, la obra –curada por Maya Errázuriz– es una instalación que transforma las salas del museo, cubriendo las paredes blancas con planchas de aluzinc y empleando la luz como material central. La muestra propone una experiencia que invita a los espectadores a dibujar lo que recuerdan haber visto en la oscuridad. Ossa busca activar la percepción y cuestionar lo que creemos no ver, revelando cómo la memoria y las emociones construyen nuestro relato del tiempo.
  • Por su parte, A la sombra de las luces, deJosefina Fontecilla, utiliza la luz solar para explorar el paso del tiempo y la desmaterialización de la pintura. A través de la decoloración de telas, Fontecilla recrea dos series de imágenes. La primera retoma los grabados de Los caprichos de Goya, mientras que la segunda reproduce fotografías de prensa del estallido social y la pandemia en Chile. Esta yuxtaposición crea un diálogo entre la Europa de la Ilustración y el Chile contemporáneo, dejando en pausa los hechos recientes, para invitarnos a reflexionar sobre qué imágenes permanecen en nuestra memoria.

Ambas exposiciones son con entrada liberada.

  • Finalmente, en las tablas, la obra Lear, una adaptación del clásico El rey Learde William Shakespeare, propone una mirada contemporánea a la tragedia. Dirigida por Marcos Guzmán, esta versión indaga en el “horror y la decadencia de las relaciones humanas en el mundo actual”. La producción, parte de un proyecto de la Escuela de Teatro de la Universidad Mayor, cuenta con un elenco que une a artistas consagrados, como Claudia di Girolamo, con talentos emergentes. Las tensiones de poder, el caos y la violencia, con presencia en la obra, resuenan de manera universal en nuestro presente oscuro.

La obra se presentará de forma gratuita en la Sala de Teatro de la Universidad Mayor, del 28 al 30 de agosto, y luego en el Teatro Joan Jara en Lo Prado, los días 9 y 10 de septiembre, y en el Teatro Municipal de Maipú, el 3 de octubre.

Esta propuesta reafirma el rol del teatro universitario en la formación y la vinculación con las comunidades.


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 Y esto es todo en esta edición de Universo Paralelo. Ya sabes, si tienes comentarios, recomendaciones, fotos, temas que aportar, puedes escribirme a universoparalelo@elmostrador.cl. Gracias por ser parte de este Universo Paralelo.

  • Mis agradecimientos al equipo editorial que me apoya en este proyecto: Fabiola ArévaloFrancisco Crespo, Francisca Munita, Ignacio Retamal, Camilo Sánchez y Sofía Vargas, y a todo el equipo de El Mostrador.

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