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Joven escritora chilena lanza libro “Alias el Rocío” en Nueva York Editorial costarricense publicó un texto que mezcla literatura latinoamericana con obras clásicas

Joven escritora chilena lanza libro “Alias el Rocío” en Nueva York

La segunda novela de Mónica Ríos, residente en Estados Unidos, está protagonizada por dos hombres que planean una película documental, en busca de la identidad de una persona enferma, momificada y desaparecida. “Quiero hablar oblicuamente del ansia de realidad que existe en la narrativa actual”, explica.


libromonicaLa escritora chilena Mónica Ríos (1978) lanzó ayer en Nueva York su libro “Alias el Rocío”, en una historia que mezcla la literatura latinoamericana con el “Fausto” de Goethe y los mitos de las cosmogonías mapuche y egipcia.

La editorial Lanzallamas, de Costa Rica, apuesta con esta obra por una historia protagonizada por dos hombres que planean una película documental, en busca de la identidad de una persona enferma, momificada y desaparecida. Ríos, confundadora de editorial Sangría, actualmente reside junto al también escritor Carlos Labbé en Estados Unidos, donde cursa un doctorado en literatura latinoamericana.

El libro mezcla la tradición literaria latinoamericana con el Fausto de Goethe, la obra del historiador griego Heródoto y los mitos de las cosmogonías mapuche y egipcia, donde el género central es clave.

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Mónica Ríos

“Mediante una propuesta radicalmente post-humana, esta segunda novela de la chilena Mónica Ríos es una renovación de la narrativa neobarroca, reclamando que el lugar de esa tradición no está en lo cosmopolita, lo docto ni lo abstracto, sino en la intensidad de los relatos locales, en los juegos corporales y en la profundidad de la denuncia política”, señalan los editores de Lanzallamas.

“Ansias de realidad”

“Me interesa hablar del documental por su relación con el realismo y sus archivos, para hablar oblicuamente del ansia de realidad que existe en la narrativa actual”, señala la autora. “A mi entender ese ansia tiene que ver con la formación de una figura autorial y de su posición como voz autorizada para contar una historia consensual que sirve a poderes específicos, por lo general asociados a los monopolios del periodismo, los medios masivos y personas que acumulan mucha plata”.

Para Ríos, esos lugares discursivos consensuados se utilizan para afirmar espacios de poder y no para romperlos. “Esta novela la escribí, entonces, como una respuesta, una protesta y un examen a los procesos de contar historias en general, y de la formación de una literatura en torno a unos cuantos nombres, como dirían algunos teóricos del pasado”, afirma.

En esta novela, Ríos señala haberse apropiado del lenguaje fílmico y especialmente del montaje para hablar tanto de la historia como sobre la construcción de las historias, específicamente de las pulsiones que crean los modelos narrativos realistas, agotados ya por su infinita reproducción.

“Como toda apropiación, la que yo hago en ‘Alias el Rocío’ es a la vez un homenaje y una mala adaptación, un desplazamiento del uso urgente que ha tenido el documental en las últimas décadas”, explica. “El mecanismo narrativo del montaje me permite utilizar tanto fotogramas, secuencias, comentarios al margen, anotaciones, intervenciones de los productores para desplazar también la narración literaria de un lugar cómodo”.

La autora apunta a usar el documental  como una provocación “para el contador de historias y el embaucador”. “Al final recupero una idea central del documental político: hablar sobre los arreglos del poder –y uno que no sólo es peligroso, sino que en la narrativa chilena aburre con su monotonía– y sacar a la luz el lugar de algunos grupos minoritarios. Del lenguaje fílmico también me gustaría rescatar la idea de las voces colectivas y los puntos de vista múltiples”.

Mezcla literaria

Otro eje de la novela es la mezcla de diversas tradiciones literarias. “Esto nace de la exploración de las múltiples capas narrativas que nos permean mientras escribimos”, afirma Ríos.

“Es verdad, cada modelo narrativo podría archivarse bajo su categoría de historia, literatura, mito y ciencia; sin embargo, la denominación de mito para ciertas ideas y la de ciencia para algunas creencias tiene que ver con esa trampa alojada en el sentido común, quién no ha quedado amarrado en esa trampa”, admite.

“Todos funcionamos fuera de esas lógicas, pero hay varias personas a las que se les descalabran sus reinos si las ponemos a funcionar constantemente. Ese cruce pretende hacer justamente eso”, afirma.

Aún así, señala que ese cruce de literatura fue planeada sólo hasta cierto punto. “Tiene que ver con la cantidad de páginas que pasan por el cuerpo cada día. De nuevo, esto no es idea mía; ya decía un filósofo que los libros pueden ayudarnos a salirnos de nosotros mismos o pueden ser venenos que nos contaminan. Por mi parte, prefiero verlo más como un pastizal abierto donde se escuchan todas las voces a la misma vez, y nos obliga a rectificar nuestras coordenadas”.

Neobarrocos

Ríos también destaca la clase intención de hablar de formas de existencia excluidas de los discursos públicos. “Sobre todo creo que este lenguaje ubica la experiencia literaria en la intensidad; así, la página y las palabras impresas funcionan como fuerzas centrípetas u hoyos negros, que provocan al lector quedarse y saborear, en vez de inducir calma en el pasar despistado de las páginas”.

“Por eso a tanta gente le causa tirria; porque la escritura de la intensidad, como prefiero llamar yo a ese tradición particular de escritura neobarroca, echa a andar otras modalidades de aprehensión y comprensión, una que erice el cuerpo entero”, insiste la autora.

“Se escapa de la forma puramente libidinal y de ese apremio de hacer la fila, pasar por la montaña rusa que no le hace daño a nadie y cerrar el libro con la satisfacción de haber llegado a la meta habiéndose comido unos pesos de lectores incautos. La literatura de la intensidad es política en un escenario literario donde el realismo habla siempre una misma lengua”, asegura.

En la novela hay imágenes de los paisajes secos del norte de Chile, pero también de Nueva Jersey o de “balnearios imaginados y esos hoteles que no pertenecen a ninguna parte”.

“La escritura acerca esos espacios. Por eso mismo me parece natural publicar un libro como este en Costa Rica, país con el cual Chile limita imaginariamente”, agrega Ríos, “el único país sin ejército en América y que abolió los zoológicos por pestilentes, inhumanos y por parecidos al noveno círculo del infierno. Lanzallamas en particular, como toda editorial de escritores, publica novelas radicales y osadas”, como esta.

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