Para muchas personas, la Navidad y el fin de año están asociados a encuentros familiares, celebraciones y balances. Sin embargo, para quienes atraviesan un duelo —ya sea reciente o de larga data— estas fechas pueden intensificar la tristeza, la nostalgia y el dolor por la ausencia de un ser querido.
Psicólogas advierten que no se trata de “retroceder” en el proceso, sino de una reacción humana esperable frente a fechas cargadas de simbolismo emocional.
Cuando las celebraciones activan el dolor
Las fiestas de fin de año funcionan como un potente detonante emocional. Tradiciones, comidas, reuniones familiares y rituales repetidos año tras año suelen activar recuerdos profundos asociados a quienes ya no están. Según explica Constanza Vidal, psicóloga de la Unidad de Apoyo al Duelo de Acoger, red de cementerios católicos, diciembre invita inevitablemente a mirar la historia personal y afectiva.
“Estas festividades son profundamente simbólicas, invitan a mirar hacia adentro, a evaluar el año y a conectar con nuestras historias afectivas. Por lo mismo, las ausencias se hacen más evidentes. No es un retroceso sentir más tristeza o nostalgia; es una respuesta humana y natural frente al vínculo que existió”, señala.
A esto se suma la presión social por “estar bien”, sonreír o mostrarse disponible emocionalmente, lo que puede generar culpa o incomodidad en quienes no logran sintonizar con el clima festivo. Además, los cambios en la rutina —viajes, reuniones, horarios distintos— pueden debilitar las estructuras cotidianas que muchas veces funcionan como sostén emocional durante el duelo.
Rituales simbólicos: recordar sin quedarse atrapado en el dolor
Una de las herramientas más recomendadas por las especialistas para transitar la Navidad en duelo es la incorporación de rituales simbólicos. Romina León, psicóloga clínica y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de los Andes, explica que históricamente los rituales han tenido un rol central en la elaboración de las pérdidas.
“No se trata de olvidar ni de forzar los afectos, sino más bien de permitir al doliente conectar y expresar adecuada y oportunamente sus afectos. Dependiendo de esta manera pequeños rituales en el periodo de fiestas, como encender una vela, por ejemplo, pueden facilitar el tránsito del duelo y la validación emocional de los deudos”, sostiene.
Estos rituales no buscan eliminar el dolor, sino darle un espacio contenido, permitiendo que el recuerdo conviva con la vida actual. Compartir una anécdota, preparar una comida significativa o escribir una carta son ejemplos simples que pueden resultar reparadores.
Aprender a poner límites durante las fiestas
Uno de los mayores desafíos del duelo en Navidad es enfrentar las expectativas externas. Para Romina León, es fundamental no autoimponerse estándares de comportamiento que no se condicen con el momento emocional que se atraviesa.
“Recomiendo definir límites claros respecto de lo que se está capacitado de dar y recibir en términos emocionales durante las fiestas. También se puede considerar cambiar los panoramas habituales por experiencias que le sean más cómodas en el contexto de la pérdida y, por último, expresar explícitamente las propias expectativas respecto de su entorno, por ejemplo, ‘por favor, no me pregunten o permítanme compartir’, etcétera”, explica.
Planificar con anticipación cómo se desea vivir estas fechas —en familia, con amigos o de manera más íntima— puede ayudar a disminuir la ansiedad y devolver una sensación de control en un período que muchas veces se vive como abrumador.
Cómo acompañar a alguien que está de duelo
El rol del entorno cercano es fundamental, pero también delicado. Acompañar no significa presionar ni exigir participación, sino estar disponible desde el respeto. Según León, el duelo es una experiencia profundamente personal y no todas las personas necesitan lo mismo.
“Explicitar la disponibilidad y disposición a apoyarlo o apoyarla como necesite, ofrecer el apoyo y no exigir, ser prudente a la hora de hablar del tema y tolerar la ambivalencia y acoger con paciencia un eventual cambio en la actitud habitual del doliente”, señala.
Constanza Vidal coincide en que la presencia y la escucha suelen ser más valiosas que cualquier frase elaborada. “A veces basta con una frase simple: ‘Si necesitas algo, aquí estoy’. La presencia y la escucha son más importantes que cualquier palabra perfecta”, afirma.
En un mes donde predominan las luces y los balances, las especialistas coinciden en un mensaje común: el duelo no sigue calendarios ni fechas fijas. Validar las emociones, respetar los propios ritmos y permitir que la ausencia tenga un lugar son pasos fundamentales para transitar la Navidad con mayor cuidado y humanidad.