El idioma como puente: el Programa de Español para Migrantes promueve la inclusión en Chile
Creado en 2016 en la Región del Maule, el Programa de Español para Migrantes busca derribar las barreras del idioma y favorecer la integración de personas no hispanohablantes en Chile, ofreciendo clases gratuitas y espacios de mediación intercultural que promueven la inclusión social y educativa.
En los últimos años, Chile se ha transformado en uno de los principales destinos de migración en Sudamérica, recibiendo a miles de personas provenientes de distintos países y culturas. Esta diversidad ha enriquecido el tejido social, pero también ha puesto en evidencia los desafíos de integración que enfrentan quienes no dominan el español, una barrera que puede dificultar su acceso a la educación, el empleo y la vida comunitaria.
El Programa de Español para Migrantes es una iniciativa gratuita que busca derribar esas barreras del idioma y promover la inclusión. Está dirigida a personas extranjeras que viven en Chile y no tienen el español como lengua materna, entregándoles herramientas para aprender el idioma y así facilitar su integración social, cultural y laboral en el país.
Para conocer más de este programa educativo El Mostrador conversó con Giselle Bahamondes, coordinadora del Programa de Español para Migrantes.
– ¿Cómo ha evolucionado el enfoque del programa desde su creación en el 2016 hasta el día de hoy?
Partimos siendo un proyecto, un llamado, una respuesta, una necesidad que se plasmó en esta reunión de un grupo de estudiantes con una profesora o con varios profesores y que fue en un principio súper intuitiva. Nosotros queríamos resolver una necesidad muy puntual que se estaba dando en el hogar de la madre Josefa, en Talca, con la llegada de una cantidad muy importante de migrantes haitianos. Pero luego fuimos avanzando para transformarnos no solo en una reacción sino que también, sino que más bien en un programa un poco más ordenado, más sistemático, con parámetros más estrictos en cuanto, por ejemplo, a la conformación de nivel, de enseñanza de la lengua A2, que en este caso es el castellano en Chile. También fuimos ordenando nuestros propósitos, los contenidos, las estrategias de aprendizaje que íbamos a ir implementando en las aulas que a corto andar se trasladaron a la Universidad Católica del Maule. Y bueno, desde la fecha, desde entonces 2016, 2018, 2020 fuimos marcando hitos, fuimos marcando hitos, incluso en pandemia porque también pudimos prestar el servicio a través de las redes que teníamos disponibles.
-Uno de los sellos del programa es la mediación en criollohaitiano durante las primeras semanas. ¿Qué impactos han observado la confianza y el aprendizaje de los participantes gracias a esta estrategia intercultural?
Ha sido, yo creo que un aspecto clave, no es una estrategia novedosa sino que es necesaria el tener personas que nos acompañan en la mediación lingüística, que son nativas, cierto, que son haitianas y que además nos prestan el servicio de acompañar a nuestros profesores de información en esta tarea de educar. Es crucial porque en primera instancia las personas que hacen esta tarea, cierto, en los primeros niveles, principalmente en A1, otorgan confianza, otorgan mayor participación o propicien la participación de las personas que quieren expresarse y no pueden, ¿cierto? Y creo que también favorece la realización de la clase porque contribuyen de una manera muy excepcional al trabajo de los profesores en información, decir, a los profesores de lengua castellana y comunicación que imparten las clases.
Pero con esto no acaba. Nosotros con el tiempo hemos aprendido que como profesores en información y yo como profesora coordinadora también tenemos que aprender de la lengua criolla y hemos tomado ya hace dos años venimos tomando cursos de criollo haitiano para complementar la labor que hacen los mediadores.
–¿Qué desafíos y aprendizajes ha implicado adoptar la enseñanza del español a las infancias migrantes?
Un primer desafío porque bueno en un principio como ya he sabido quienes llegaron a Chile fueron principalmente adultos migrantes, hombres, mujeres, trabajadores que buscaban aquí desarrollar sus vidas, pero con la ley de reunificación familiar sucede lo que tú mencionas, la llegada de muchos niños y niñas al país, adolescentes también, que se integran inmediatamente a los establecimientos educacionales, pero el desafío está, creo, la parte seria es hacer de esa incorporación una inclusión auténtica. No basta con recibirlos en los colegios, cierto, no basta con asignarles matrículas, sino que también es necesario hacer una acogida inclusiva y un acompañamiento permanente, sobre todo cuando se trata de estudiantes que no poseen nuestra lengua, verdad, entonces tienen que aprender, pero desde dos planos, uno que tiene que ver con el aprender la lengua y otro que tiene que ver con aprender todas las disciplinas.
Frente a eso nos hemos dado cuenta que hay mucha frustración de parte de los niños y de los adolescentes, pero también hemos notado que hay muchos profesores interesados en combatir esa frustración, en mejorar las condiciones de acogida, de acompañamiento, sabemos de colegios y hemos firmado convenios con colegios que quieren mejorar esa entrada y ese proceso de adaptación.
-¿De qué manera el voluntario de estudiantil ha influido en las competencias y la sensibilidad social del profesorado en formación?
Uno de los sellos UCM, la formación de competencias transversales que tienen que ver con que un profesor, una profesora UCM se preocupa, cierto, del espíritu de servicio, se forma en un contexto de servicio para la justicia social, tiene que ser un profesor capaz de ofrecer igualdad de oportunidades para sus estudiantes, de prepararse para una sociedad a veces muy crítica, injusta, desigual y esto requiere de un trabajo mucho más crítico y eficiente de parte de los profesores. Yo creo que el trabajo que desarrollamos en el programa español para inmigrantes le ofrece eso a los estudiantes de información, una mirada mucho más profunda de la realidad circundante, un trabajo en el territorio que le permite visualizar una realidad muy dura, muy crítica, pero existente y también le exige desarrollar competencias que están mucho más, que son mucho más profundas, cierto, que la que ofrece la especialización misma. Entonces me refiero a que necesita de estas competencias transversales y las competencias sello con las cuales nosotros trabajamos en la Universidad Católica del Maule.
-En una sociedad cada vez más diversa, ¿Cuáles son los próximos pasos o proyecciones que tiene el programa para seguir ampliando su alcance y consolidar una educación verdaderamente inclusiva en nuestro país?
Tenemos proyecciones importantes, fíjate que cada año nos hacemos una idea de lo que podemos llegar a desarrollar al año siguiente y felizmente siempre hemos cumplido con creces nuestros propósitos. Nunca fuimos tan ambiciosos como para llegar a pensar que el programa hoy día podría tener incluso cobertura nacional, como lo ha hecho. En algún momento hemos tenido personas matriculadas desde Santiago, que se conectan desde Santiago, desde colegios con altos índices de vulnerabilidad, mucha matrícula haitiana.
Yo creo que para el próximo año, para el año 2026, año en el que cumplimos nuestro décimo aniversario, ya con mucho orgullo, lo puedo señalar, mucha sistematicidad, mucho trabajo, pero también mucha dedicación y compromiso con la gente. Bueno, pretendemos llegar no tan lejos, sino que cubrir más bien la necesidad regional de mejor manera, porque nos hemos dado cuenta que si bien estamos en Curicó, estamos en Talca, todavía no logramos llegar a los colegios, cierto, que tienen la necesidad o a los profesores que tienen interés en capacitarse, en entender cómo funcionan los procesos migratorios en el caso de los niños, porque son totalmente diferentes, ¿verdad? Y además, cómo se enseña el español en el establecimiento, cuando tus estudiantes no saben la lengua. Creo que la cobertura regional es mucho más importante consolidarla.