
Palomas y contaminación: el inesperado papel de estas aves en la limpieza del plomo en las ciudades
Una investigación publicada en Journal of Hazardous Materials y liderada la Universidad de Chile descubrió que la lluvia puede arrastrar el plomo urbano, reduciendo su acumulación en las aves. Sin embargo, advierten que este proceso solo traslada el contaminante hacia otros ecosistemas.
Las palomas, habituales en plazas y calles de las grandes ciudades, son mucho más que simples animales; son indicadores biológicos del nivel de contaminación. Así lo demostró un estudio encabezado por los investigadores Fallon Nacaratte e Isaac Peña Villalobos, del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, que analizó muestras de plumas en Chile, México, Brasil, Irán, Francia y Corea del Sur.
El equipo descubrió que los niveles de plomo en las aves no dependen únicamente del grado de urbanización, sino también de factores ambientales como la lluvia, el tipo de suelo y la coloración del plumaje.
El investigador Isaac Peña, explicó que les sorprendió “que no siempre las ciudades más urbanizadas tenían más plomo. En zonas con mayor impermeabilización del suelo y más lluvias, el agua actúa como un mecanismo de limpieza, arrastrando el metal de las superficies”.
No obstante, advierte que esta “limpieza” no significa que el problema desaparezca: el agua solo traslada los contaminantes hacia otros ecosistemas, como ríos y humedales.
Palomas oscuras acumulan más plomo, pero también más resistencia
El estudio también mostró que las palomas con plumaje más oscuro acumulan mayores concentraciones de plomo, cobre y zinc que las aves blancas, debido a la presencia de melanina, pigmento que se une a los metales pesados.
“En cierto modo, las plumas funcionan como filtros: en un ambiente contaminado, las aves más oscuras toleran mejor la presencia de plomo porque lo almacenan en el plumaje y lo sacan de circulación en su organismo”, agrega el investigador.
Este hallazgo refuerza investigaciones previas del mismo equipo, que ya habían demostrado que la coloración de las palomas refleja la contaminación y las condiciones térmicas de las ciudades, transformándolas en verdaderos termómetros y sensores urbanos.

Crédito: El Mostrador.
Santiago, un caso que preocupa
El estudio destacó que las palomas de Santiago presentan niveles de plomo similares a los registrados en zonas industriales de Corea del Sur, pese a que Chile eliminó la gasolina con plomo en 2003.
Esto demuestra la persistencia del metal en el suelo urbano y su potencial riesgo para la salud humana, ya que incluso en bajas concentraciones puede generar daños neurológicos y cognitivos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ello, subraya el especialista que “las palomas nos están diciendo algo que no vemos: seguimos expuestos a contaminantes invisibles en los lugares donde vivimos y trabajamos”.
El hallazgo abre la puerta a nuevas soluciones urbanas basadas en la naturaleza, como sistemas de drenaje sostenible y biorremediación, que eviten que la lluvia simplemente traslade el plomo a otros ecosistemas.
“Las palomas son centinelas de nuestra propia salud”, concluye Peña. “Al estudiar sus plumas entendemos mejor cómo las ciudades almacenan y liberan contaminantes, y qué debemos hacer para reducir ese riesgo”.