
A la mala: el boom del trekking temerario e irresponsable
La muerte de Vicente y Joaquín no es un hecho aislado: solo este año, una mujer murió tras perder el equilibrio en el cerro Manquehue y un andinista perdió seis dedos tras verse forzado a pasar una noche en el cerro Leonera. “El criterio es el descriterio (…) En enseñanza media, está estipulado en el plan educacional que, en segundo medio, empiecen a practicar el montañismo, pero nadie lo hace. Hay que hablar con el ministerio de Educación para que esto se lleve a cabo”, señala el jefe nacional de Socorro Andino, Carlos Sepúlveda.
En montañismo, es indudable que el criterio se obtiene con la experiencia; así se crece, así se reduce el riesgo. El problema, sin embargo, es cuando dicha experiencia se obtiene a la mala, con la ausencia de criterio.
Muchos optan por este último camino. Van a la montaña sin los elementos mínimos y sin el entrenamiento físico adecuado, esperando que la experiencia, por nefasta que sea, les enseñe a no cometer los mismos errores la próxima vez.
“Se aprende a porrazos”, dicen.
“Los buenos montañeros somos los que estamos vivos”, dijo Claudio Lucero, el primer latinoamericano en subir por encima de los 8 mil metros de altura. La idea no es nueva. El escalador británico Don Whillans ya la había formulado de una manera similar: “Hay dos tipos de escaladores…los escaladores inteligentes y los escaladores muertos”.
El mensaje toma fuerza después del accidente en el Cerro Provincia que tomó las vidas de Vicente Charpentier y Joaquín Castillo, quienes subieron por un camino improvisado, sin el equipamiento necesario y a pesar de las adversas condiciones climáticas.
“Tendrían que haber tenido conocimiento del auto cuidado, haber buscado donde guarecerse, tener un saco de emergencia. Esto está de moda, la gente se cree súper hombre. Estuvimos todo el mes de septiembre, todos los sábados, en el cerro Manquehue, en Mahuida, en San Carlos de Apoquindo, para que las personas vieran cómo salimos a la montaña: bastones, comida, linterna, manta térmica; lo mínimo”, explica el jefe nacional de Socorro Andino, Carlos Sepúlveda.
Patricio Urzúa, montañista chileno que alcanzó este año la cumbre del Everest, también participó en la búsqueda de los estudiantes de la Universidad de Chile. “Iban para el domo, pero ya no les dio más la fuerza. Nunca deberían haber subido. Cuando se echó a perder el tiempo, deberían haber bajado, pues ahí hay menos frío, menos viento, más protección; por último te entierras en la tierra. Pero si no tienes entrenamiento de sobrevivencia, no sabes cómo sobrevivir”.
Una de las hipótesis –planteada por el teniente coronel, jefe del GOPE, Edgar Jofré– es que, al encontrarse en el sector de la cascada, bajo la sorpresiva inclemencia del tiempo, Vicente y Joaquín tomaron la determinación de subir hasta el domo (sin saber que lo único que encontrarían era protección contra el viento, ya que rara vez se encuentra algo más, pues no existe una política que mantenga el refugio con alimentos y vestimenta).
Probablemente, no hubieran tomado esa decisión si hubiesen sabido, por ejemplo, que la temperatura desciende, en promedio, seis grados por cada mil metros de altura; o si hubieran sabido ponderar los tres factores más importantes para todo aquel que busca alcanzar una cumbre: el desnivel, las condiciones climatológicas y las dificultades técnicas.
“Si tienes un mínimo de educación sobre la montaña, sabes que tal como puedes subir cerros gigantescos, incluso el cerrito más pequeño merece tu respeto. El clima cambia en un segundo. Yo, por ejemplo, partí sin formación, al andar. Tuve amigos que se desbarrancaron y murieron. Fui parte de ese proceso de la ruleta rusa y por suerte la bala no me llegó. Pero ahora, la gente debiera tener una formación de montaña, eso debería estar grabado con una especie de fierro incandescente, pues si llegan y se van como si nada a un cerro, es súper suicida”, reflexiona Luis Pino, montañista chileno que escaló el volcán más alto del mundo.
Otro punto que destaca Pino es que, si bien el acceso al equipo de montaña es muy sencillo, “subir es algo muy diferente (…) Una cosa es estar full equipado, pero otra muy distinta es tener experiencia en la montaña; son dos cosas que tienen una unidad astronómica de distancia”. Si se educara desde la infancia –argumenta- nadie diría: “Ahora que subí el Pochoco, me voy a ir al Plomo. Esa persona que se ha educado paso a paso va a saber que primero tienes que aprender a caminar antes de poder correr”.
Consejos a la hora de practicar montañismo
Urzúa dice que, cuando llega la inquietud de explorar las montañas, es obligación documentarse. “En las páginas web, en las revistas de deporte, salen muchos tips. También es importante comenzar de menos a más: partir con caminatas fáciles y de ahí ir probando. Lo otro es acercarse a algún organismo que imparta esta disciplina: clubes de montaña, Federación de Andinismo de Chile, la Escuela Nacional de Montaña; ellos te enseñan a cultivar el montañismo de manera responsable».
“En el montañismo, acaso más que en la mayoría de otras actividades, es una regla áurea el porfiar y no dejarse desanimar por impresiones desfavorables; como si dijéramos, aferrarse al obstáculo”, escribió en sus memorias John Hunt, líder de la expedición británica que alcanzó, por primera vez, la cumbre del Everest en 1953.