En general el ser humano es un animal relacional y como tal nos agrupamos en sociedades que hoy llamamos “modernas” por lo que resulta importante considerar que las leyes que nos regulan inducen el comportamiento de lo que se determina en parte como el constructo social que nos organiza, tornándose imprescindible la discusión sobre quiénes redactan las leyes y quiénes se benefician. Y si a la familia la vemos como el pilar de la sociedad, hay que determinar al menos qué se comprende como tal.
Por lo general en la mayoría de los ordenamientos jurídicos configuran aún la familia como un vínculo entre “un hombre y una mujer” y bajo esta premisa, nace la importancia de la palabra “comunidad” para las disidencias sexuales y de género, ya que al ser excluides de la posibilidad de conformarnos en familia (nula existencia de reconocimientos legales) urge generar discusión al respecto entonces de qué manera nos agrupamos y quienes conforman nuestras redes de apoyo, el mero “matrimonio igualitario” en sí no representa la solución de nuestras principales problemáticas, ya que regula una institución heterosexual para que se amplíe a parejas homosexuales (pero nosotres llevamos siglos agrupándonos de otras maneras).
[cita tipo=»destaque»] Al ser legalmente considerados como ciudadanos de segunda categoría, nuestra existencia se margina por el miedo a la violencia, física, psicológica, económica, política y sexual de la que somos víctimas por culpa de un estado carente de políticas públicas de inclusión [/cita]
Sin querer menospreciar esta guerra por la igualdad de derechos y el matrimonio homosexual, si bien no puedo desconocer que legalmente es una puerta de entrada para ampliar la discusión hacia otros derechos de mayor implicancia, hay que reconocer que es tan solo “la prima bonita” de una familia mucho más grande, pero es solo a ella la que invitan a las fiestas, entrevistan en la tele y de la que se llenan la boca en muchos paneles lleno de personas heterosexuales, hablando de nosotres , pero …
¿Qué ocurre con la mutilación de personas intersex? ¿Quién resguarda a la infancia trans? ¿De qué forma podemos sentirnos parte de una sociedad binaria si el concepto de sus 2 géneros ya no nos representa? ¿Qué ocurre con la noción de prostitución como única opción de sobrevivir en un mundo sin oportunidades para ti? ¿Sabías que la edad promedio de vida de una persona trans, en nuestra sociedad es de 35 años?
¿Nos están matando y en el poder ejecutivo y legislativo solo se discute sobre matrimonio homosexual?
Incluso hoy en día no es necesario empatizar con la comunidad lgbtqi+ para criticar la institución de familia pues incluso dentro de las mismas personas heterosexuales ya no se sienten representades por viejos arquetipos clásicos de la familia heteronormada que se nos imponen en sociedades como las nuestras.
Si bien desde de punto de vista constitucional el concepto de familia hoy no es tan retrogrado como se quiso imponer bajo la Dictadura y la familia ha ido cambiando desde que esta fue establecida por comisión Ortuzar, ya que está contemplaba la distinción entre les hijes legítimes e ilegítimes, además hay que mencionar que recién en Chile desde finales el año 2005 que existe el divorcio pero todavía falta más y en una asamblea constituyente sin tener la representación real hay que buscar otras formas de incidir.
“Uno tiene necesidades, pero si se comporta y se conforma existe la posibilidad de participar del poder colectivo. Entonces todas las necesidades pueden ser satisfechas.” Thomas Merton.
El reciente 28 de junio conmemoró el inicio del activismo Lgbtqi+ pero previo a ello, nuestra existencia se remonta desde que existen registros visuales u escritos del ser humano, entonces ¿Por qué no hemos podido lograr concretar el reconocimiento legal que merecemos?
Si ya resulta incomprensible entender que hayas personas de primera o segunda categoría y menos aún que las leyes que regulan a la sociedad se rija por patrones valóricos religiosos de algunos pocos.
Al ser legalmente considerados como ciudadanos de segunda categoría, nuestra existencia se margina por el miedo a la violencia, física, psicológica, económica, política y sexual de la que somos víctimas por culpa de un estado carente de políticas públicas de inclusión y hemos tenido que buscar espacios seguros para expresar libremente nuestra sexualidad o/e identidad, creando otros tipo de comunidades de cuidado que nos permiten y ayudan a sobrevivir, y que en el mejor de los casos crecer como personas. Pero es por el rechazo que recibimos de la sociedad, los gobiernos, el Estado, de nuestras familias, de las escuelas, hospitales, espacios públicos, etc, que se vuelve fundamental que las discusiones se centren con el conocimiento real de nuestras necesidades y no solo sobre “la prima bonita” con cual algunas instituciones han hecho un lobby eterno.