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Conservación del bosque nativo, digüeñes y mujeres recolectoras Yo opino

Conservación del bosque nativo, digüeñes y mujeres recolectoras

Consuelo Veloso Avila
Por : Consuelo Veloso Avila Activista por la vejez digna y excandidata constituyente del Frente Amplio en el Maule Sur D18
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Llegó agosto y comienza la esperada temporada de digüeñes, también conocidos como quideñes y cuyo nombre científico es Cyttaria espinosae. Estos hongos naranjo-blancuzcos, que solo crecen en la zona centro-sur de Chile, representan en la Región del Maule una actividad patrimonial y económica asociada a su recolección y posterior comercialización. Lamentablemente esta hermosa tradición se encuentra en peligro, aunque aún estamos a tiempo de hacer algo al respecto.

[cita tipo=»destaque»] Se hace urgente empujar políticas públicas y acciones que nos permitan enfrentar decididamente la crisis climática y conservar la biodiversidad para proteger no solo nuestras tradiciones y cultura gastronómica, sino que también para cuidar la economía local, en particular el trabajo de las mujeres recolectoras [/cita]

En la memoria colectiva, hay cientos de relatos asociados a la recolección de digüeñes: luego del periodo de lluvias invernales, cuando comenzaban a asomarse los primeros cálidos rayos de sol, en la época de agosto-septiembre, mujeres, niños y niñas salían a caminar por entremedio de los bosques de roble maulino, hualle, ruil y raulí; especies en las que los digüeñes crecen. Con largas varas o subiendo a los árboles, lograban sacar este preciado manjar, para luego comerlos ya sea en ensaladas, con huevos revueltos o como la creatividad inspirara una nueva preparación.

La recolección de digüeñes esta clasificada como una actividad asociada a “Productos Forestales no madereros” (PFNM), y tanto la recolección de digüeñes como de otros productos, como moras, maqui, callampas, entre otros, representa una importante fuente de ingreso para muchas jefas de hogar. De hecho, alrededor de un 60% de las recolectoras corresponden a mujeres, muchas de las cuales dependen de esta actividad como su único sustento económico, lo cual toma relevancia considerando que según la encuesta CASEN, 1 de cada 5 mujeres en Chile se encuentra en situación de pobreza multidimensional.

Hoy lamentablemente nos encontramos frente a una progresiva disminución de la disponibilidad de digüeñes, y si no hacemos algo podría empeorar aún más la situación. Esto se produce por una multiplicidad de factores, como la recolección excesiva de esta especie, pero también la pérdida de bosque nativo asociado al cambio de uso de suelo, el aumento de incendios forestales y las consecuencias negativas de la crisis climática. El bosque maulino se caracteriza por estar conformado por especies del género Notophagus, conocidos comúnmente como Roble, este género es el principal hospedero para el desarrollo de digüeñes ya que no pueden desarrollarse en otras especies arbóreas.

Los bosques nativos de la Cordillera de la Costa de nuestra zona, previo a los incendios forestales del 2017, ya se encontraban en un alto grado de fragmentación y degradación debido al aumento de cultivos agrícolas y monocultivos forestales. La crisis climática, traducida en aumento de las temperaturas, disminución de lluvias y escasez hídrica, más la irresponsabilidad humana, han generado las condiciones para que los incendios forestales sean cada vez más comunes año a año. El 2017 vivimos el incendio forestal más devastador de los últimos años, y actualmente de acuerdo con cifras de CONAF hay menos de un 10% de bosque nativo presente en nuestro país. Por otra parte, nuestro bosque nativo no sólo alberga a nuestros preciados digüeñes, sino que también es hogar para otras especies nativas vegetales y animales, las que están en estado crítico de conservación. Es altamente probable que nuestras futuras generaciones no alcancen a conocerlas en su estado natural si no actuamos.

En la actualidad y para nuestra desgracia, el Estado de Chile no está garantizando la correcta conservación de nuestros Robles maulinos, junto a otras especies nativas y endémicas, por la falta de áreas protegidas, la falta de conectividad de éstas, y la escasez de recursos orientados a la conservación y creación de nuevas áreas de protección. Otro aspecto preocupante es el incesante crecimiento de la industria de monocultivos forestales de Pino y Eucaliptus, que representan a una de las principales amenazas de nuestro bosque nativo por su baja resiliencia ante incendios forestales, a su alto consumo de agua y al empobrecimiento del suelo con el aumento de la desertificación.

Por esta razón se hace urgente empujar políticas públicas y acciones que nos permitan enfrentar decididamente la crisis climática y conservar la biodiversidad para proteger no solo nuestras tradiciones y cultura gastronómica, sino que también para cuidar la economía local, en particular el trabajo de las mujeres recolectoras de digüeñes y así también aportar a la disminución de la pobreza y a transformar nuestra economía en una más sustentable; una que le de valor a los oficios de nuestra tierra.

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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