Publicidad
El fenómeno Euphoria y la ridiculización de la homosexualidad en la obra de Lexi Yo opino

El fenómeno Euphoria y la ridiculización de la homosexualidad en la obra de Lexi


La serie Euphoria, del director Sam Levison, ha sido un éxito a nivel mundial. Esta expone diferentes temáticas como el consumo de drogas, la violencia de género, las identidades LGBTQIA y la hipersexualización de las corporalidades. 

No obstante, pese a la gran apertura del guión a temáticas LGBTQIA, al mismo tiempo se observa un acontecimiento en torno al conflicto primordial de la masculinidad trastocada por la homosexualidad que requiere reflexión. Nate Jacobs, un chico popular y novio de Maddy Pérez, engaña a Maddy con la mejor amiga de la chica, Cassie. Pero Nate oculta su relación con Cassie.

Además, el personaje tiene conductas conflictivas, siendo participe de peleas y generando vínculos complejos con otros personajes de la serie, como Fezco. Por lo anterior, la hermana de Cassie, Lexi Howard, crea una obra de teatro, presentada en su colegio, la cual contempla diferentes vivencias que involucran a su entorno. En ella hay una escena donde Lexi humilla a Nate a través de un musical homoerótico en el que chicos bailan y recrean expresiones sexuales y falocéntricas, mencionando que Nate tiene relaciones sexuales con sus compañeros de deportes. 

[cita tipo=»destaque»] La escena particular es reflejo de una realidad cultural habitual, donde millones de personas LGBTQIA sufren violencia y se ven expuestas a humillaciones y agresiones debido a su orientación sexual e identidad de género. [/cita]

Lo anterior es una acción que, a simple vista puede parecer graciosa. Pero si se analiza con mayor profundidad esta es cuestionable ya que denota la integridad de Nate. Lexi se dejó llevar por el deseo de venganza e intentó atacar un aspecto que es importante en la identidad de los adolescentes y jóvenes varones regidos por los ideales heteronormativos: la masculinidad. Además, Lexi “sacó del closet” a Nate sin su permiso, lo cuál es violento, ya que la develación de la orientación sexual de las personas LGBTQIA es compleja, debido a la falta de comprensión del medio respecto a la diferencia. 

A partir de lo anterior, es necesario ahondar en el constructo social de las diferencias sexo-genéricas. Gayle Rubin, antropóloga que ha estudiado estas relaciones de poder se refiere al género como una traducción simbólica y social de las asimetrías existentes entre hombres y mujeres. Este es un buen punto de partida para entender que socialmente existe una diferenciación binaria constituida por roles y estereotipos de género que moldean el comportamiento de las personas, lo que también se denomina normas de género.  También, Levi-Strauss denomina la alianza de la división sexual de trabajo, en la cual existe una disociación estructural de las tareas: los hombres recolectan (espacio público, donde luego el trabajo constituye un espacio de reconocimiento personal) y las mujeres se encargan de las labores domésticas (espacio privado, una burbuja de invisibilización). 

Por otro lado,  Arthur Evans en su libro “Brujería y contracultura gay” se refiere a la heteronormatividad como un modelo sociocultural que se encuentra arraigado al patriarcado, el industrialismo y el estado, donde la heterosexualidad es obligatoria en las relaciones humanas. ¿Por qué? Ya que la heterosexualidad se alinea en la estructura social que busca ostentar poder, y en consonancia con Rubin y Levi-Strauss, mantener las asimetrías de poder tanto en el espacio público, como en el privado. Se suma a esto lo que Michel Foucault en su libro “La voluntad del saber” (1976) denomina, el dispositivo de la sexualidad. Este tiene como finalidad la regulación y el control/administración de las corporalidades y sus placeres a fin de un orden social. 

Dicho esto, podemos identificar que en la era contemporánea esta ostentación de poder persiste en casi todas las relaciones sociales y se encuentra regulada por los caracteres sexuales de estas, razón por la que el movimiento feminista, queer y LGBTQIA ha alcanzado bastante visibilidad. 

En relación a la historia de Nate, él es un joven criado por un padre que esconde una historia de amor homosexual a través de una masculinidad rígida, cuyo modelo es influenciable en la identidad del muchacho. Por otro lado, Lexi es una figura que encarna el deseo de romper la masculinidad de Nate, teniendo claro que el ataque a su masculinidad es una humillación importante, pero el efecto colateral es que cae en el recurso de la homofobia. Así, ridiculiza a Nate a través de una performance teatral reveladora del secreto, sabiendo que  el contexto social arraigado al régimen heteronormativo cambiaría su percepción hacia Nate. Así, hay que entender que la performance de Lexi demuestra el poder que el patriarcado y la heteronormatividad tienen sobre las subjetividades. 

La escena particular es reflejo de una realidad cultural habitual, donde millones de personas LGBTQIA sufren violencia y se ven expuestas a humillaciones y agresiones debido a su orientación sexual e identidad de género. Debido a que la serie tiene una gran acogida entre adolescentes y jóvenes que están construyendo sus identidades, la exposición a este tipo de material tiene dos efectos: entrega patrones de comportamiento que normalizan la violencia a las personas LGBTQIA y que fomentan la acción homofóbica y, en segundo lugar, afectan a las subjetividades LGBTQIA, posiblemente haciéndoles sentir incomodas y violentadas al ver la escena. Es por esto, que la escena representa un arma de doble filo ya que exhibe una realidad, pero a la vez podría perpetuar patrones heteronormativos. 

Una salida a la principal causa de la problemática expuesta es lo que Gayle Rubin plantea en su texto “el tráfico de mujeres” (1986), que para acabar con la violencia a las mujeres es necesario terminar con las categorías de género, lo que actuaría como una entidad diferenciadora y atributiva a diferentes mandatos normativos. Esto es extrapolable a las identidades LGBTQIA que luchan contra el mismo opresor: el sistema patriarcal y heteronormativo. En este sentido, diluir las posibilidades de poder a partir de la transgresión del género es una posibilidad que permitiría la vivencia de subjetividades e identidades mas espontáneas y menos reprimidas por el sistema sexo-género heteronormativo. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias