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¿Es sano compartir la ubicación con tu pareja? Entre la confianza y el control tóxico BRAGA www.freepik.es

¿Es sano compartir la ubicación con tu pareja? Entre la confianza y el control tóxico

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En la era de la hiperconectividad, compartir la ubicación en pareja se ha vuelto común entre jóvenes de la generación Z. Si bien puede brindar tranquilidad, también puede derivar en dinámicas tóxicas, según advierten especialistas en salud mental.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
Cada vez más jóvenes, especialmente de la generación Z, comparten su ubicación con sus parejas como muestra de confianza o para sentirse seguros. Sin embargo, esta práctica puede volverse problemática si se transforma en una forma de control. Especialistas destacan que debe haber consentimiento mutuo, ya que el monitoreo constante puede generar ansiedad, desconfianza o invadir la privacidad. Aunque puede tener beneficios en ciertos contextos —como relaciones a distancia—, compartir la ubicación debe estar basado en el diálogo y la libertad, no en la obligación o el miedo.
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La generación Z ha crecido en un entorno digital donde la conexión constante es parte de la rutina. Con nuevas aplicaciones que permiten rastrear la ubicación en tiempo real, compartir este dato con la pareja se ha transformado en una práctica frecuente, vista por muchos como una forma de demostrar confianza o cuidar al otro. Sin embargo, expertos advierten que este hábito, aunque bien intencionado, puede generar problemas si no se establece desde la libertad y el respeto mutuo.

Todo el mundo ha compartido alguna vez su ubicación, ya sea para encontrarse con alguien en un lugar concurrido o como medida de seguridad. No obstante, hoy esta práctica se ha vuelto continua en algunos vínculos, en especial entre parejas jóvenes. Plataformas como Find My iPhone o Google Maps han sido utilizadas con este fin, y medios como The Wall Street Journal y The New York Times llevan años advirtiendo sobre los matices que esto implica.

Entre el bienestar y la vigilancia emocional: qué dicen los expertos

Según el psicólogo José Luis Lorente, el rastreo constante de la ubicación puede alimentar emociones negativas como el miedo, la ansiedad o el estrés. “Es una práctica que forma parte de la hiperconectividad actual, donde se necesita saber constantemente dónde están los demás. Si es constante, siempre va a ser peligroso”, advierte.

La terapeuta Nedra Glover Tawwab, autora de Set Boundaries, Find Peace, comenta que ella comparte su ubicación con su esposo como una medida de tranquilidad, ya que viaja mucho por trabajo. En este contexto, señala que no es una imposición, sino un acuerdo mutuo y voluntario.

Por el contrario, la terapeuta de parejas Joanna Harrison, autora de Five Arguments All Couples (Need to) Have, alerta que este tipo de prácticas puede dañar el equilibrio entre independencia y cercanía. “Sería una pena que estas aplicaciones nos quiten la oportunidad de compartir detalles de nuestras vidas independientes porque ya sabemos dónde está el otro”, dijo en entrevista con The Guardian.

Compartir ubicación en pareja: beneficios y riesgos reales

En el plano académico, estudios publicados en la revista Computers in Human Behavior han planteado que compartir ubicación podría fortalecer ciertos vínculos, especialmente en relaciones a distancia o con dificultades para comunicarse. No obstante, el problema surge cuando esta acción se convierte en una herramienta de control o presión social.

En muchos casos, si una persona no comparte su ubicación cuando el resto de su entorno sí lo hace, puede verse como una señal de desconfianza, incluso si no existe una intención negativa. Es ahí donde los expertos insisten en que debe primar el consentimiento y la conversación abierta.

Pros y contras de compartir ubicación en la relación

Beneficios potenciales:

  • Aumenta la sensación de seguridad y tranquilidad.
  • Útil en viajes, trayectos nocturnos o emergencias.
  • Puede reforzar la confianza en parejas con comunicación saludable.
  • Facilita la logística diaria y evita llamadas innecesarias.

Riesgos y desventajas:

  • Puede convertirse en una forma de control o celos disfrazados.
  • Daña la independencia y privacidad personal.
  • Genera ansiedad por la necesidad constante de validación.
  • Puede normalizar dinámicas tóxicas si no hay acuerdos claros.

Libertad, consentimiento y diálogo antes que monitoreo

Compartir la ubicación con la pareja no es en sí una práctica tóxica. Todo depende de cómo y por qué se haga. Si nace de un acuerdo voluntario y transparente, puede incluso fortalecer el vínculo. Pero si se impone como norma, alimenta desconfianza o invade la privacidad, se vuelve una señal de alerta. En tiempos de hiperconexión, respetar los espacios individuales sigue siendo fundamental para mantener relaciones sanas y equilibradas.

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