Publicidad
Firuzeh Shokooh, académica puertorriqueña: “Practicar el feminismo no es fácil” BRAGA Créditos: José R. Madera.

Firuzeh Shokooh, académica puertorriqueña: “Practicar el feminismo no es fácil”

Publicidad
Sophia Cabrera
Por : Sophia Cabrera Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile.
Ver Más

Firuzeh Shokooh Valle, periodista y doctora en Sociología, explora el vínculo entre feminismo y tecnología. Con experiencia en medios y academia, promueve un periodismo feminista y reflexiona sobre solidaridad, imaginación y esperanza para construir sociedades más justas e inclusivas.


Firuzeh Shokooh Valle nació en Puerto Rico. Es periodista y doctora en Sociología por la Universidad de Northeastern. Parte de sus investigaciones se basa en los estudios de las intersecciones entre el activismo feminista y las tecnologías digitales.

En sus años como reportera cubrió temáticas relacionadas con la violencia contra las mujeres, el racismo, las migraciones y la pobreza. Luego, comenzó a trabajar como académica de la Universidad de Puerto Rico. En 2023, publicó el libro In Defense of Solidarity and Pleasure, Feminist Technopolitics from the Global South –en defensa de la solidaridad y el placer, tecno políticas feministas del sur global–.

Actualmente, se encuentra en Chile a propósito del conversatorio “Agitar la imaginación: Perspectivas feministas sobre la justicia”, para moderar la conversación organizada por la Cátedra Amanda Labarca de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones y la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres.

—¿Cómo influyó su perspectiva feminista en la forma de investigar y narrar historias, tanto en medios como en la academia?

Veo el feminismo más allá de la teoría, aunque reconozco que la teoría es sumamente importante; las teorías son formas de explicar el mundo, nos ayudan a comprenderlo mejor, y todas las personas podemos contribuir a construir teoría.

Sin embargo, para mí, los feminismos son, ante todo, una práctica cotidiana. Practicar el feminismo no es fácil; es una forma de vida que se basa en la solidaridad, en la reciprocidad, en el cuidado colectivo y en la lucha constante.

Esa práctica comunitaria, esa forma de tejer vínculos, creo que es lo que podría salvarnos frente al horror que atraviesa el mundo hoy.

—En su disertación para su título como doctora en Filosofía habla de una “tecnopolítica feminista”. Cuéntenos un poco más sobre este término.

El término tecnopolítica se utiliza con frecuencia para hablar de la política del Estado y de las políticas tecnológicas. Mi interés era entender realmente cuáles son las prácticas feministas en relación con la tecnología. Hoy, con el avance de la inteligencia artificial –aún cuando millones de personas todavía no tienen acceso a estas tecnologías–, lo cierto es que cada vez afectan más nuestras vidas.

También me interesaba analizar los discursos del desarrollo y la cooperación internacional, en particular desde organismos como la ONU. Estudié cómo, desde estos espacios, se plantea la intersección entre género, mujeres y tecnología, una relación que considero profundamente problemática.

A la vez, me propuse comprender cómo las activistas feministas están replanteando y reimaginando la tecnología: cuáles son sus prácticas tecnológicas, cómo se mueven en el mundo con estas herramientas, qué piensan, cuáles son sus críticas, sus conflictos, sus rechazos y también sus puntos de quiebre.

—Como periodista en Puerto Rico, cubrió temas como violencia de género, migración y racismo. ¿Qué desafíos enfrentó al hacerlo desde una perspectiva feminista? 

En la época en que estuve en la redacción, a pesar de que era un periódico comercial con una línea ideológica y política conservadora –que no es la mía–, tuve la suerte de tener una gran editora. Ella me permitió escribir sobre temas que no se estaban cubriendo de la manera en que yo los abordaba en ese momento. Durante esos siete u ocho años pude ejercer un periodismo feminista desde la redacción de un periódico comercial.

El periodismo feminista no es solamente cubrir a las mujeres o la violencia contra las mujeres, o temas de género y diversidades sexuales. El periodismo feminista es un enfoque que puede aplicarse a cualquier tema. Uno puede cubrir cualquier área con una perspectiva feminista. Para mí, la perspectiva feminista no es solo de género, sino también muchas otras cosas: es antirracista, está a favor de nuestro planeta y en contra de la destrucción corporativa de la tierra, de nuestros territorios.

Porque el feminismo, o al menos el feminismo que yo practico, es un feminismo que realmente está construyendo e imaginando mundos mejores para todas, todos y todes.

—¿Qué aprendizaje le han dejado los movimientos feministas latinoamericanos, especialmente los digitales?

Para mí han sido, –y siguen siendo– una fuente constante de inspiración. Hablo de los movimientos feministas de ahora, pero también de los de siempre, con toda su riqueza, su pluralidad y, claro, también sus tensiones y conflictos internos.

Creo que los feminismos latinoamericanos, en su pluralidad, nos ofrecen otras formas de ver el mundo. Nos proponen modos de vida posibles. Nos invitan a imaginar, a construir y a luchar por mundos diferentes. Y eso, en un contexto histórico marcado por la violencia, la represión, las desapariciones, los genocidios, la vigilancia, la persecución y la desposesión, me parece profundamente valioso.

—¿Qué mensaje entregaría a las nuevas generaciones?

Lo que yo más quisiera es que no pierdan la capacidad de imaginar. Que no pierdan esa posibilidad de soñar, de pensar, de construir mundos diferentes.

Y como dice una activista que admiro mucho –una antipunitivista, de hecho–, Mariame Kaba: “La esperanza es una disciplina.” Tenemos que practicarla todos los días, como si fuera un músculo. La esperanza se cultiva, aunque cueste. Aunque duela. Porque si no la practicamos, nos paralizamos.

Hay que imaginar. Hay que hacer. Hay que actuar en todos los espacios posibles. En el periodismo, sí. Pero también en las universidades, como estudiantes, como profesoras, desde donde una esté.

En nuestras universidades públicas, por ejemplo, hay tanto por hacer, tanto que transformar. Y lo hacen. Hay estudiantes que lo están haciendo. Yo admiro muchísimo a los estudiantes.

Publicidad