Publicidad
Baja natalidad en Chile va más allá del aborto: postergación y desigualdad marcan la tendencia BRAGA

Baja natalidad en Chile va más allá del aborto: postergación y desigualdad marcan la tendencia

Publicidad

La caída de la natalidad en Chile no se explica por el acceso al aborto, sino por cambios culturales y barreras estructurales que dificultan la maternidad. Expertas y autoridades advierten: no se trata de limitar derechos, sino de mejorar las condiciones para criar.


En Chile, el debate sobre el aborto y la natalidad suele entrelazarse en la discusión pública. Si bien algunos sectores argumentan que una mayor apertura al aborto podría influir negativamente en las tasas de natalidad, los datos muestran una realidad más compleja.

La disminución de nacimientos en el país es una tendencia sostenida que se arrastra desde inicios de los años 2000, impulsada por una combinación de factores sociales, económicos y culturales que van mucho más allá del acceso a la interrupción voluntaria del embarazo.

Lo más revelador es que, pese a una legislación que durante años restringió casi por completo el aborto, la natalidad en Chile continuó cayendo de forma acelerada. A comienzos de los años 2000, la tasa de fecundidad superaba ligeramente los 2 hijos por mujer.

Sin embargo, para 2023 esa cifra se redujo drásticamente a 1,16, según datos de la Serie de Estadísticas Vitales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). A este descenso se suma otro indicador clave: la edad promedio en que las mujeres tienen su primer hijo aumentó de 26,9 años en el año 2000 a 30,4 en 2023.

Todo indica que la decisión de postergar o incluso renunciar— a la maternidad responde más a elecciones personales y a cambios socioculturales profundos que a factores legislativos. En esa línea, un dato revelador lo entrega el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, a partir de la X Encuesta Nacional de Juventudes (2022): el porcentaje de jóvenes que está de acuerdo con la afirmación “las mujeres que tienen hijos o hijas se sienten más realizadas que aquellas que no tienen” cayó del 20,5 % en 2018 al 14,8 % en 2022. Una baja que refleja con claridad un cambio en las percepciones sobre la maternidad y su vínculo con la realización personal.

“Pensar que la aprobación de una ley de aborto con plazosmodificaría de manera significativa la natalidad es un error.Para revertir esta tendencia, se debe apuntar a mejorar lo que la socióloga y académica del Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Martina Yopo,denominó como “infertilidades estructurales”, que son todas aquellas barreras sociales y económicas que afectan la decisión de ser madre y dificultan criar hijos en entornos seguros. Entre estas se encuentran la desigual distribución de los cuidados, las dificultades de acceso de las mujeres al mundo laboral y la escasez de políticas de apoyo a las familias”, sostuvo la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana.

En este contexto, es crucial no confundir el desafío de aumentar la natalidad con una limitación a los derechos reproductivos de las mujeres.

El debate sobre cómo incentivar los nacimientos no puede ni debe ir en desmedro de la autonomía femenina ni de sus libertades fundamentales. Más bien, se trata de ampliar el enfoque y atender lo verdaderamente importante: crear condiciones sociales, económicas y culturales que permitan a las personas formar y criar familias de manera segura, libre y con plena dignidad.

Publicidad