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Cómo evitar conflictos entre padres separados y proteger a los hijos en celebraciones familiares
Graduaciones, Navidad y otras celebraciones familiares suelen cargarse de tensión cuando los padres están separados. Especialistas advierten que estos hitos pueden convertirse en momentos dolorosos para los hijos si no se gestionan adecuadamente. Aquí, claves para mantener la armonía.
Las fiestas de fin de año, las graduaciones y otras celebraciones familiares son hitos cargados de simbolismo. Representan rituales que otorgan identidad y sentido de pertenencia, por lo que deberían ser recordados como momentos felices.
Sin embargo, cuando los padres están separados, la tensión puede empañar estas instancias. ¿Cómo evitar que los hijos queden atrapados en conflictos? Miriam Pardo Fariña, académica de la carrera de Psicología de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, entrega claves para mantener la armonía.
“Los seres humanos somos seres hablantes y nos comunicamos por medio de palabras y lenguaje no verbal. Los hijos descifran el clima afectivo cuando los padres interactúan, por eso no deberían sufrir las consecuencias de discusiones infructuosas”, advierte la psicóloga. Competir por afecto o colocar a los hijos en un lugar de mercancía es uno de los errores más graves.
Las celebraciones no son simples fechas en el calendario: “Son ritos que marcan la historia personal y familiar. ¿Por qué empañar una graduación tras años de esfuerzo? ¿Por qué opacar el brillo de la Navidad, que culturalmente se vive en familia?”, plantea la especialista. Cuando los padres discuten, se instala una narrativa que despoja a los hijos de la posibilidad de vivir estos hitos desde una mirada integradora.
Errores frecuentes
Uno de los fallos más comunes es la improvisación. “Los hijos preguntan cómo se organizarán y reciben respuestas como ‘ya veremos’. Esa falta de claridad genera ansiedad, sobre todo en adolescentes que esperan certezas para momentos significativos como la licenciatura escolar”, explica Pardo.
La profesional detalla otros errores como:
Discutir sobre turnos para Navidad o Año Nuevo sin considerar la opinión de los hijos.
Competir con regalos desmedidos o viajes imposibles de financiar.
Exponer conflictos en redes sociales, lo que profundiza las brechas entre progenitores.
Aciertos y estrategias
La psicóloga recomienda acuerdos mínimos por escrito: “Puede ser por WhatsApp o correo, especificando lugar, horarios y traslados. Es clave que la comunicación se limite a temas logísticos, con tono respetuoso. Si uno tensiona la conversación, la otra parte debe responder que solo se hablará de acuerdos”, sugiere.
Si la conversación es presencial, cuidar el tono y las palabras es fundamental. “Si aparecen tensiones, una de las partes puede retirarse momentáneamente. No olvidemos que los hijos escuchan, aunque los padres crean que no”, enfatiza Pardo. En casos complejos, recurrir a un familiar de confianza puede ayudar a mantener el buen ambiente.
Mantener el foco en los hijos
Para manejar emociones, cada progenitor debe reconocer sus límites y priorizar el bienestar de los hijos. “Si el objetivo se centra en ellos, aumenta la probabilidad de llegar a acuerdos. Conviene hablar en plural: ‘Estamos organizando tu cumpleaños’, ‘Queremos que esta Navidad sea bonita para ustedes’. Esto refuerza la idea de equipo”, indica la académica de la UNAB.
La psicóloga también destaca como clave: Validar las fortalezas del otro progenitor y evitar comparaciones. “Los hijos necesitan mensajes coherentes y sin contradicciones. Respetar los rituales y darles realce fortalece la identidad y el sentido de pertenencia”, concluye Pardo.
Un compromiso emocional que trasciende la separación
Las celebraciones no deben transformarse en un campo de batalla emocional. Para los hijos, estos rituales construyen memoria familiar y sostienen su identidad. Cuando los padres priorizan el bienestar de los menores por sobre sus diferencias, las fiestas y graduaciones pueden vivirse con tranquilidad, respeto y cariño, incluso en contextos de separación.