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Cómo el yoga facial puede cambiar tu piel (y tu rutina de autocuidado) BRAGA Crédito: El Mostrador.

Cómo el yoga facial puede cambiar tu piel (y tu rutina de autocuidado)

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Cada vez más personas recurren al yoga facial como alternativa no invasiva para tonificar los músculos del rostro, prevenir el envejecimiento y lograr una piel más saludable. Expertos aseguran que sus beneficios van más allá de lo estético: también ayuda a reducir el estrés y liberar tensiones.


El yoga facial se ha convertido en una de las prácticas de autocuidado más comentadas en los últimos años. Se trata de un método que combina ejercicios específicos, automasajes y técnicas de respiración para trabajar los más de 50 músculos que conforman el rostro y el cuello. A diferencia de otros procedimientos estéticos, no requiere aparatología ni tratamientos invasivos, lo que lo convierte en una alternativa natural, segura y accesible.

La tendencia ha ganado popularidad en redes sociales como Instagram y TikTok, donde miles de personas comparten rutinas y resultados. Sin embargo, detrás del fenómeno digital hay un sustento real: diversos estudios sugieren que la práctica regular puede mejorar la tonicidad muscular y la apariencia general de la piel.

Laura Botero, especialista en Yoga Facial (@beautylove.faceyoga), explica que “es un entrenamiento facial natural que no sólo involucra trabajar los músculos del rostro, sino también cuello, cabeza y postura corporal. Combina ejercicios, automasajes y técnicas de respiración. A diferencia de otros tratamientos estéticos, el yoga facial se trabaja desde adentro hacia afuera, de manera natural, sin efectos secundarios y con resultados progresivos que se mantienen en el tiempo”.

Más allá de la estética

Aunque la promesa de una piel más firme y radiante es el motivo que atrae a la mayoría, quienes lo practican coinciden en que los beneficios del yoga facial van mucho más lejos de lo puramente estético.

Según Botero, los resultados a corto plazo incluyen desinflamación, mayor luminosidad y una sensación inmediata de relajación. A largo plazo, sus efectos se traducen en:

  • Reducción visible de arrugas y líneas de expresión.
  • Tonificación y fortalecimiento de los músculos faciales.
  • Mejora de la circulación sanguínea.
  • Rostro más armónico y vital.
  • Prevención de tensiones musculares asociadas al envejecimiento prematuro.

Crédito: Laura Botero.

¿Cómo se practica?

Aunque cada especialista puede tener un enfoque distinto, el yoga facial se compone de tres pilares:

  1. Ejercicios musculares: movimientos específicos para fortalecer zonas como pómulos, frente, labios y cuello.
  2. Automasajes: técnicas manuales que ayudan a liberar tensión, estimular la circulación y mejorar la oxigenación de la piel.
  3. Respiración y postura: prácticas que complementan los ejercicios faciales para potenciar los resultados y generar relajación.

Se recomienda comenzar con sesiones cortas, de 10 a 15 minutos, al menos tres veces por semana, y aumentar progresivamente el tiempo. La constancia es clave para observar resultados sostenibles.

Una de las grandes ventajas de esta práctica es que puede realizarse desde la comodidad del hogar, siguiendo videos, guías o programas estructurados. Sin embargo, contar con la orientación de un especialista evita errores que pueden comprometer los resultados.

“Practicar con una especialista te asegura no cometer errores, evitar tensiones innecesarias, ni presiones sobre la piel que te puedan generar más arrugas o flacidez con el paso del tiempo. Siempre con una buena guía, obtendrás mejores resultados. Por eso creé mi método Face Balance, para guiar a cualquier persona que quiera adaptar una rutina a sus necesidades, y que lo haga de forma correcta”, detalla Botero.

Productos que potencian la práctica

Aunque no son indispensables, algunos productos de cuidado facial ayudan a optimizar los beneficios del yoga facial. Entre ellos se encuentran los aceites faciales naturales que proporcionan elasticidad e hidratación, además de facilitar los masajes. Los sérums antioxidantes e hidratantes potencian la luminosidad y combaten los radicales libres. Además las mascarillas faciales calman y nutren la piel después de la práctica y algunas herramientas como Gua Sha o rollers de jade mejoran la circulación y liberan tensiones musculares.

Botero recomienda usar estos complementos como parte de un ritual de autocuidado que, además de beneficios estéticos, fomenta la conexión con uno mismo.

Crédito: El Mostrador.

Una técnica para todas las edades

El yoga facial no está reservado a quienes ya muestran signos de envejecimiento. Al contrario, puede convertirse en una herramienta preventiva desde edades tempranas.

Si empiezas joven, es una forma poderosa de prevenir flacidez y arrugas prematuras. Y si ya tienes signos visibles, el yoga facial ayuda a suavizarlos, mejorar la firmeza y darle vitalidad al rostro. Es una práctica que acompaña en todas las edades”, sostiene Botero.

Sin embargo, existen algunas contraindicaciones: no se recomienda en personas con cirugías recientes, tratamientos médicos faciales o inflamaciones agudas, donde es fundamental consultar con un especialista antes de comenzar.

En un contexto donde cada vez más personas buscan alternativas naturales al bisturí y los rellenos, el yoga facial se posiciona como un hábito sostenible y saludable. Su popularidad también está vinculada a la creciente conciencia sobre el autocuidado, el envejecimiento positivo y la importancia de integrar rutinas de bienestar accesibles.

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