
¿Y si yo también…?
A propósito de la reciente resolución judicial que sobresee por prescripción pero reconoce el abuso sexual cometido por el actor Cristián Campos, algo se removió en mí. No solo como abogada penalista, sino también como sobreviviente.
Represento a mujeres, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual. Las acompaño en sus procesos judiciales, escucho sus relatos, sostengo sus dolores y busco justicia para ellas en salas donde la verdad duele, se pone en duda y a veces, por fin, se reconoce.
Muchas necesitan denunciar. Para ellas, el proceso penal es parte esencial de su camino de reparación. Y ahí estoy, validando esa urgencia y también la angustia de lo que pueda salir de ahí.
Y sin embargo, yo no he denunciado.
Soy sobreviviente de abuso sexual infantil. Y nunca he querido denunciar. No porque no crea en la justicia ni porque reste gravedad a lo vivido. Simplemente, mi reparación no pasa por ahí, por ahora.
Tomé esa decisión con una certeza profunda, casi corporal. No porque lo haya olvidado o minimizado, sino porque no es mi camino. Y eso no me hace menos víctima. Ni menos valiente. Ni menos entera.
Hoy, al leer esa resolución, me sorprendí preguntándome: ¿y si yo también…?
Y aunque mi respuesta sigue siendo no, me conmueve pensar en todas las otras sobrevivientes que quizás nunca se lo habían preguntado. Que sintieron que no podían, que no valía la pena, o que no tenían derecho a pensarlo.
Ojalá esta resolución les llegue como una señal: no están solas. Sus historias importan. Y el dolor no necesita una condena para ser legítimo.
Que se hagan la pregunta. Que se den ese permiso. Y que al fin consigan su propia respuesta.
Esa, a veces, es la verdadera reparación.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.