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La crisis laboral tiene rostro de mujer Yo opino

La crisis laboral tiene rostro de mujer

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Durante años hemos escuchado discursos que hablan de igualdad, inclusión y justicia social. Pero hoy, cuando el desempleo femenino en Chile supera nuevamente los dos dígitos —llegando a un alarmante 10,1% según el INE—, volvemos a enfrentarnos con la dura realidad: cuando la crisis golpea, las mujeres son siempre las más afectadas.

Con un 10% de desocupación femenina, muchas mujeres enfrentan no solo la angustia de no tener trabajo, sino también la carga de cuidar a sus hijos, sostener sus hogares y buscar nuevas oportunidades sin redes de apoyo reales. Y mientras esto ocurre, el Gobierno permanece pasivo, sin ofrecer soluciones concretas, sin respuestas.

Estamos viviendo un verdadero terremoto laboral que castiga con más fuerza a las mujeres. La brecha entre el desempleo masculino (8,1%) y el femenino no es solo un número: es la prueba de que aún estamos lejos de un país justo e igualitario. Es la consecuencia de políticas públicas que han invisibilizado históricamente las necesidades de las madres, de las trabajadoras informales, de las mujeres que lo dan todo, pero que no reciben nada.

Ante este escenario, no podemos seguir esperando. Por eso, he propuesto al Ejecutivo dos medidas urgentes y concretas: reactivar el espíritu del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), con foco en el incentivo a la contratación femenina y el refuerzo de ingresos para las mujeres más vulnerables; y, en paralelo, aprobar de una vez por todas la anhelada Sala Cuna Universal.

Esta última es una deuda. La posibilidad de acceder a una sala cuna no debe depender del tipo de contrato laboral que se tenga. Cada madre, sea trabajadora dependiente, independiente o asesora del hogar, merece la tranquilidad de contar con un lugar seguro donde dejar a sus hijos mientras busca o desempeña un empleo. Este proyecto lleva años estancado en el Congreso, y eso debe terminar ahora.

Lamentablemente, no hemos visto voluntad del Gobierno para avanzar en esta dirección. Si no se actúa con urgencia, lo asumiremos como un compromiso prioritario en un eventual gobierno nuestro, donde las madres trabajadoras sí serán una verdadera prioridad.

No podemos seguir aceptando que las mujeres vivan en la incertidumbre. No podemos seguir normalizando que ellas sean siempre las más postergadas. Hoy hago un llamado a todas las fuerzas políticas, sin distinción, a dejar de lado las excusas y actuar con decisión. Porque mientras no existan oportunidades reales para que las mujeres accedan, permanezcan y crezcan en el mundo laboral, Chile seguirá siendo un país que falla a la mitad de su población.

Tenemos la oportunidad —y la responsabilidad— de cambiar esta realidad. Que no se nos pase otra vez.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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