
Así son las cuidadoras de Chile
La Corte Interamericana de Derechos Humanos recientemente reconoció al cuidado como un derecho humano autónomo declarando que todas las personas tienen derecho a cuidar, a ser cuidadas y al autocuidado. Se trata de un llamado urgente a transformar nuestras sociedades, porque el cuidado no puede seguir siendo visto como un asunto privado, resuelto únicamente en los hogares, ni mucho menos como una carga de las mujeres, de manera silenciosa e invisible.
En Chile, más de un millón de personas estarían ejerciendo el trabajo de cuidado no remunerado. Son madres, hijas, hermanas, nueras, vecinas y, en menor medida, hombres que entregan su tiempo y energía para que otras personas, como niños, niñas, personas mayores y personas con discapacidad o con dependencia severa, puedan vivir con dignidad. Sin embargo, como sociedad sabemos poco sobre ellas: ¿quiénes son?, ¿cómo viven?, ¿en qué condiciones realizan esta tarea?
Gracias a la credencial de persona cuidadora, que creamos en 2023, hoy tenemos una respuesta más clara. Según el último registro de agosto de 2025, hemos identificado a 216.036 cuidadoras y cuidadores, lo que nos permite dar un primer paso para reconocer y caracterizar su realidad. Los datos son reveladores. El 85,7% son mujeres, lo que confirma la desigual de género de este trabajo. El 76,6% pertenece al 40% más vulnerable del país, lo que demuestra cómo los cuidados no remunerados pueden empobrecer a las personas. Hay un dato particularmente conmovedor: 11.602 de ellas son personas mayores que cuidan a otras personas mayores.
Lo más dramático es que el 48% de estas personas no ha recibido ingresos asociados a trabajos remunerados desde enero de 2023. Esto significa que casi la mitad de quienes cuidan han debido dejar atrás oportunidades laborales y, por lo tanto, han sufrido un empobrecimiento personal y familiar. El cuidado no sólo les consume tiempo y energía, sino que les priva el desarrollo de proyectos de vida, de autonomía económica y, muchas veces, las aísla de su entorno social.
Por eso decimos que en Chile existe una verdadera crisis de los cuidados. Una crisis transversal, que no distingue entre sectores políticos, ni regiones y que nos interpela a todas y todos. Mientras no la enfrentemos, seguiremos dejando que cientos de miles de personas sostengan en soledad un trabajo que debería ser responsabilidad compartida entre familias, comunidades y el Estado.
Chile Cuida, el Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados, nació precisamente para dar respuesta a esa realidad. Consiste en soluciones concretas y directas para quienes requieren cuidado, pero también para quienes cuidan: acceso a servicios y programas de cuidados, atención preferente en distintas instituciones públicas y privadas. Además, este año, a través de la Red Local de Apoyos y Cuidados, estamos llegando a 215 comunas con equipos de profesionales que tocan la puerta de los hogares, escuchan a las familias y construyen planes personalizados de atención y un asistente de relevo que le devuelve algo de tiempo a las personas cuidadoras.
Hemos recorrido nuestro país y evaluamos en terreno cómo la experiencia de Chile Cuida cambia la vida de quienes cuidan y de quienes requieren cuidados. Por eso, en este año clave para el futuro del país, urge que todos los sectores políticos, sin excepción, se comprometan a consolidar Chile Cuida como una política de Estado permanente. Una política que no dependa de quién gobierne, sino que se sostenga en el tiempo con la institucionalidad y los recursos adecuados. Porque cuidar es una necesidad. Y una sociedad que cuida a quienes cuidan, es una sociedad que avanza hacia un futuro más justo y solidario.
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