
Reseña literaria: “No ficción” de Alberto Fuguet
Es el primer libro del autor que habla del amor, pero además toca temas como la homosexualidad y la ambigüedad, de la mano de diálogos escritos con maestría.
UNO. Primero que todo, “No ficción”, el último libro de Alberto Fuguet, es un libro valiente, por cómo habla del amor gay en una sociedad como la chilena. Ahí está Alex, un escritor que ronda los 40, que durante mucho tiempo –demasiado tiempo- ha estado enamorado de Renzo, un ex fan y asistente cinematográfico suyo, sin que jamás la relación se consumara físicamente.
Hubo abrazos, claro, incluso durmieron juntos en algún hotel, hubo un Año Nuevo. Pero mientras Alex se enamoró, deseó, soñó, Renzo siempre lo mantuvo a raya porque eran “hermanos”, y claro, los hermanos no se acuestan.
¿Supo Renzo que Alex lo amaba? ¿Que soñaba con él? Renzo se hizo el loco, Renzo no lo sabía. Renzo no era gay, pero tampoco abiertamente heterosexual. Hablaba de mujeres, claro, pero Alex nunca le conoció una polola, aunque hablaba de mujeres claro, a lo “zorrón”. A lo mejor era simplemente asexual, como ese 0,3% de la humanidad que efectivamente no siente interés por el sexo y que en Estados Unidos hasta tiene grupos de terapia para tratar los problemas que eso les ocasiona.

¿Cuántas veces se habrá repetido esta misma historia, pero entre un hombre que desea y una mujer que jamás se deja tocar, dos “amigos”?
DOS. “No ficción” es también una historia de amor, no correspondido, claro. Es raro: Fuguet hasta ahora jamás había escrito una historia de amor. El amor parecía no ser un tema en su literatura. Sus personajes –Enrique Alekán, su alter ego en el diario “El Mercurio”, Matías Vicuña, protagonista de la exitosa novela “Mala onda”, o Alfonso, de “Tinta roja”- estaban ocupados con la cocaína, el crimen, los años 90, pero no tenían una polola, una novia, una esposa, una amante (o un amante). En los libros de Fuguet a lo más había sexo, pero no amor. Aquí hay frases de sexo explícito (gay, claro, en las fantasías de Alex), pero por sobre todo hay amor, aunque sea un amor unidireccional, de Alex a Renzo. El amor no correspondido también es amor.
También por eso, por ser una historia de amor, “No ficción” resulta grato.
TRES. “No ficción” también es muy chileno porque otro tema de este libro es la ambigüedad (o las medias tintas), esa cosa que es tan chilena. (La cueca, por ejemplo, un cortejo donde los bailarines jamás se tocan. O el socialismo de Allende, por ejemplo, revolucionario pero sin armas). ¿Qué clase de relación tenían Alex y Renzo? ¿Amigos? Es dudoso. ¿Qué sentía Renzo por Alex? ¿De verdad no había alguna atracción, o era simplemente un gay reprimido? No lo sabemos. La histeria, algo que solía ser común en las mujeres chilenas que conocí de cabro chico en las fiestas de colegios en los horribles 90, es aquí una constante.
“No ficción”, incluso en su final, es ambiguo.
CUATRO. Por último, a nivel literario, “No ficción” es un libro muy bien escrito. Los diálogos –la columna vertebral de este libro- son creíbles (Fuguet podría ayudarle a los guionistas de nuestras telenovelas). Destilan rencor, sudor, semen, sangre, lágrimas. Resentimiento, deseo, decepción.
En resumen, es un libro escrito con el alma.
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