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«Insumisas», seis chilenas líderes desde la disidencia Opinión literaria

«Insumisas», seis chilenas líderes desde la disidencia

En momentos en que existe una admiración y a la vez una preocupación por la difusión del libro electrónico, hay muchos escritores, artistas visuales y gráficos que están retomando la tradición de priorizar o igualar la importancia de confección del libro a su contenido.


El libro Insumisas, publicado recientemente por Editorial Doble Ciencia, editado y diseñado por Camila González, llama la atención porque se trabaja y produce como objeto de arte.

Podríamos decir “libro de artista”, que según José Emilio Antón, el libro de artista es –redundancia- una obra de arte, realizada en su mayor parte o en su totalidad por un artista plástico. Es una forma de expresión, simbiosis de múltiples posibles combinaciones de distintos lenguajes y sistemas de comunicación.

Este concepto comienza a concretarse con Mallarmé (Una tirada de dados nunca podrá suprimir el azar, 1897), Apollinare (Caligramas de 1914); El Lissitzky… hasta llegar a las obras actuales de artistas como Beuys, Brossa, Cage, Lewitt, entre otros.

Desde el punto de vista del artista, el concepto del “libro de artista” se puede definir como un soporte más, “como un lienzo para el pintor o como la piedra o el bronce para el escultor”, pero sus especiales características hacen de él un medio con unas posibilidades mucho más amplias: el juego con el tiempo, al poder pasar sus páginas, retroceder, desplegarlas y leer un discurso plástico en secuencias espacio-temporales; la posibilidad de unión entre la pintura, la escultura, la poesía experimental, las artes aplicadas, el libro de edición normal…

Este carácter interdisciplinar, permite al libro de artista ser el medio de expresión de cualquier movimiento del arte contemporáneo, convertirse en poesía visual, en happening, en soporte subversivo, en cuento infantil, en escultura móvil….hasta en novela de ciencia-ficción. Se consigue, en definitiva, una libertad creativa total. Este es el tipo de libro por el que se juega Camila González.

La segunda razón, y no menos importante que la primera, es rescatar la palabra y el pensamiento de mujeres chilenas que, de diferente forma, han dejado una huella imposible de eludir. Pero, precisamente porque esta huella es de mujeres y la historia o el discurso, o el inconsciente colectivo tienden a borrarla, es importante la aparición de este hermoso objeto que instala sus reflexiones, sus aclaraciones de pertenencia a la sociedad intelectual y profesional, su lúcida defensa ante el poder opresivo, su palabra poética, y su propia visión de una imagen de la llamada marginalidad, o de las minorías que en realidad son mayoría.

Otro de los méritos de Insumisas es la elección de quienes hablan: Úrsula Suárez, monja del siglo XVII, Eloísa Díaz, la primera médica o médico mujer (entre el siglo XIX y XX); Amanda Labarca, gran pedagoga y feminista del siglo XX; de esta misma época, Elena Caffarena, abogada, feminista, inserta en la vida política como defensora de una verdadera democracia, en contraposición al autoritarismo y persecución política de Gabriel González Videla. Stella Díaz Varín, gran poeta, dueña de una palabra profunda y reflexiva en un momento en que la poesía chilena era representada por voces masculinas. Y Paz Errázuriz, una fotógrafa de excelencia que desde los años 70 ha detenido su mirada en personajes y escenas han sido nombradas o descritas como marginales, y ahora como minorías.

De ellas, solo dos son feministas e inmediatamente me aparece la falta de dos nombres: Gabriela Mistral y Julieta Kirkwood. Una gran poeta y una gran feminista. Sin embargo, rápidamente me doy cuenta que es esta singular muestra de voces, no necesariamente conocidas, lo que hace relevante la elección; así como la elección de los escritos, donde cada una de ellas destaca la lucha por su autonomía, sus derechos, su voz, haciendo visible el gran y omnímodo poder que tienen las instituciones tradicionales, es decir, patriarcales: la familia, las sociedades científicas y profesionales, la política, el estado, el discurso, la palabra poética y, finalmente, la imagen.

Dos epígrafes ayudan a dar el contexto en el que la autora desplegará su mirada a través de estas 6 voces:

“Entonces descubrimos que había toda una historia de esfuerzos y luchas femeninas que jamás nos fue enseñada en nuestras clases de historia”, dice Julieta Kirkwood.

“Ni bandurria / ni tenca /ni zorzal /Ni codorniza libre ni cautiva /Tú /solamente tú /tres veces tú.” Nicanor Parra describe así la singularidad de su hermana, en el poema Defensa de Violeta Parra.

La introducción de Carla Ulloa también ayuda a contextualizar este original libro: “hay que mapear la disidencia, pues se parece pero no es siempre igual. Este libro viene a mostrarnos mujeres que fueron capaces de romper con el rol asignado en su momento, a veces sufriendo la violencia y a veces utilizando estrategias de alianzas con el sistema imperante.”

La primera de nuestras insumisas es la monja Úrsula Suarez. Sus palabras están tomadas de la Relación autobiográfica que las monjas estaban obligadas a escribir para su confesor y guía, el énfasis de sus palabras muestran su férrea voluntad, en este caso, la elección del convento para evitar el matrimonio. La negativa de su madre, que implicaba también castigos físicos, no doblegó esta voluntad. La segunda es Eloísa Díaz, donde la editora rescata su memoria para optar al grado de Licenciada en la Facultad de Medicina y Farmacia. De Amanda Labarca, Camila ha tomado fragmentos de su Discurso de incorporación a la academia de ciencias sociales, en 1970 y de Elena Caffarena, su documento de apelación presentado en 1949, cuando se cancela su inscripción en los registros electorales.

Nuestra penúltima insumisa es Stella Díaz Varín, de quien Camila ha escogido dos poemas. Me detendré en La palabra, poema en el que me basé, el año 1992, para presentar su libro “Los dones previsibles”, publicado por Cuarto Propio.

Una sola será mi lucha /Y mi triunfo; /Encontrar la palabra escondida /aquella vez de nuestro pacto secreto /a pocos días de terminar la infancia. /dónde la guardaste /Debiste pronunciarla siquiera una vez. /
Ya la habría encontrado /Pero tienes razón / ese era el pacto.

Hoja por hoja mi casa, de pies a cabeza. /Y mi huerto, forado permanente /Y mis libros como mi huerto, /Hojeado hasta el deshilache /Sin dar con la palabra. /Debes recordar /Mira como está mi casa, desarmada. /Se termina la búsqueda y el tiempo. /Vencida y condenada /Por no hallar la palabra que escondiste.

Para Stella no existía poesía de mujeres, hombres, homosexuales o travestis, sin embargo, cuando conocimos su obra en los años 80 y supimos que era mucho más que “la Colorina”, ese personaje extravagante y provocativo, descubrimos, también en su poesía, la búsqueda –tal vez inconsciente- de una palabra diferente.

Finalmente, Paz Errázuriz, quien habla de sí y de su obra en la entrevista realizada por Rosario Mena, y publicada en nuestro.cl en octubre 2004.

Volviendo a tomar las palabras de Anton sobre el libro como objeto,

“El artista puede realizar sus obras no sólo sobre papel, cartón o cartulina (los materiales tradicionales del libro), sino también sobre… la combinación múltiple de varias materias o aportar materiales reciclados impresos o encontrados. Puede emplear todas las técnicas artísticas posibles desde el óleo a la holografía, desde la acuarela a la infografía, desde el aguafuerte a la electrografía… o la conjunción de varias de ellas.”

El gesto de Camila ha sido éste, desde su disciplina, -el arte del diseño- componer un libro con la impronta de 6 mujeres disidentes, pero no cualquier libro, en él se destaca, primero, la (in) inteligibilidad del título cuyas sílabas dispuestas en forma vertical se leen al revés. Los que podrían ser subtítulos introductorios a cada uno de los capítulos están dispuestos con una grafía especial de frases inconclusas. La biografía de las autoras aparecen en transparencia. Los hermosos collages que separan los escritos aluden gráficamente a cada una de las “insumisas” y, finalmente, las distintas caligrafías de los manuscritos, le otorgan al libro una especial cercanía, trayéndonos al presente la fuerza y decisión de cada una de estas mujeres, cuyo trabajo y esfuerzos a través de la historia no están tan distantes de lo que hoy hacemos con el mismo propósito.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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