
Jazz y bossa nova de alto octanaje abrió el Festival de Jazz de Providencia
Había entusiasmo y ganas de presenciar la primera jornada del evento de jazz más importante del país. La agradable temperatura nocturna y una luna llena vigilante dieron el pie a la partida del festival con el regreso del que es hoy por hoy, el saxofonista tenor más destacado de la escena local: Agustín Moya. Luego se dio paso al destacadísimo grupo brasileño Trío da paz, formado hace 30 años por el virtuoso Romero Lubambo en guitarra, y finalmente apareció en el escenario el saxofonista tenor Joel Frahm, otro invitado internacional del festival y una figura de sobrado peso en la escena neoyorkina. Redonda la primera noche.
La confirmación, el año 2016, de volver a darle gratuidad al Festival de Jazz de Providencia generó un acercamiento e interés masivo al evento que anoche, en la primer edición de la edición número 16, se afianzó con un lleno absoluto en el Parque de las Esculturas.
Había entusiasmo y ganas de presenciar una jornada de alto nivel. La agradable temperatura nocturna y una luna llena vigilante dieron el pie a la partida del festival con el regreso del que es hoy por hoy, el saxofonista tenor más destacado de la escena local: Agustín Moya. Luego de su debut en este escenario el año 2005, Moya regresó con cuatro discos a cuestas y un crecimiento notorio en su faceta interpretativa y como compositor.
Formado en la Conchalí Big Band y un dotado exponente hard bop, Moya mostró anoche su nuevo disco, “Paréntesis”, una inmersión hacia caminos más reposados y de arreglos con mayor dosis de melodías en el que se vio particularmente sólido en formato de cuarteto con el apoyo del reputado pianista argentino radicado en Nueva York, Leo Genovese –habitual colaborador de Esperanza Spalding- y una pareja sección rítmica compuesta por el chileno radicado en México Gabriel Puentes y el contrabajista Rodrigo Espinoza.
En el pasado reciente, Moya había logrado brillantez liderando quintetos de vocación hard bop con preeminencia sonora de saxo y trompeta, con no pocos coqueteos con vertientes más contemporáneas y hasta experimentales. El giro de anoche lo muestra en una etapa de madurez que abre nuevos caminos en su destacada trayectoria.
La solidez de Moya dio paso al destacadísimo grupo brasileño Trío da paz, un consumado combo de brillantes instrumentistas que han logrado darle nuevos pliegues y texturas al matrimonio entre el jazz y el bossa nova, tradición que tiene su punto de partida en la legendaria sesión entre Joao Gilberto y Stan Getz de 1964.
Formado hace 30 años por el virtuoso Romero Lubambo en guitarra, el contrabajo lleno de imaginación y sutileza de Nilson Matta y el baterista Duduka da Fonseca, la apuesta del Trío da Paz ha sido llevar a un nivel más contemporáneo y universal esta mixtura musical siempre a partir de sus tres instrumentos y el apoyo de un músico invitado. Con colaboraciones en discos propios de jazzistas de la talla de Joe Lovano y Joe Locke y la cantante Diane Reeves, el trío se presentó anoche para mostrar su séptimo y más reciente trabajo, “30”, nombrado por sus años en activo y con el que fueron nominados el 2016 como mejor álbum de latin jazz.
Con una simpatía a toda prueba, las virtuosas estructuras melódicas de Lubambo rápidamente entusiasmaron al público porque tiende puentes entre la tradición y una sonoridad contemporánea que nunca es intrincada y maneja dosis abiertas de masividad. Un momento alto fue la interpretación del clásico bossa “Samba triste”, inmortal composición de Baden Powell que tiene una celebrada versión de Stan Getz y que en manos del Trío da Paz se convirtió en una efusiva y rítmica pieza que hacía recordar por momentos al jazz manouche de Django Reinhardt.
El momento más alto de los brasileños coincidió con la aparición del saxofonista tenor Joel Frahm, otro invitado internacional del festival y una figura de sobrado peso en la escena neoyorkina, que se unió para la segunda mitad del concierto y entregó una brillante amalgama de precisión y sensibilidad que hizo por momentos revivir la mágica conjunción de Gilberto/Getz en la florida ejecución de Lubambo y el pulso sobrio de su saxo tenor.
Formado a la par del pianista Brad Mehldau, Frahm es un músico que recorre un amplio abanico de influencias y es particularmente sensible a la tradición de la música brasileña, no por nada uno de sus proyectos fue revivir el famoso cuarteto de Stan Getz con Kenny Barron, Rufus Reid y Victor Lewis. Su colaboración con Lubambo y Trío de Paz mostró su cercanía con el bossa nova y cerró una noche veraniega de sensaciones dulces y contagioso entusiasmo
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