Varios estudios de investigadores independientes entre sí, fueron publicados recientemente en diferentes revistas de alto impacto y en su conjunto son un aporte al avance en el estudio de las fobias.
Los que crecieron leyendo las historietas de “Asterix y Obelix”, recordarán que una de las características que más se destacaba de los personajes de la aldea de los irreductibles galos, era que “no le temían a nada, excepto a que el cielo cayera sobre sus cabezas”. Aunque lo anterior parezca solo una caricatura, esa fue la respuesta que, según fuentes históricas, dieron los mercenarios galos a Alejandro Magno, cuando les consultó qué los motivaba a pelear de la manera en que lo hacían. Actualmente, es poco probable que alguien reporte tener un miedo de ese tipo, sin embargo, existen personas con miedos que nos pueden parecer tanto o más absurdos e irracionales, especialmente cuando estos miedos se transforman en fobias.
Aquí es necesario destacar que el miedo es una respuesta necesaria, común y transcultural frente a peligros potenciales, que se diferencia de las fobias en que estas últimas corresponden a una distorsión de este sistema de alerta, que se caracteriza por una reacción exagerada y en algunos casos hasta invalidante, frente a animales, objetos, patrones o incluso conceptos que para la gran mayoría no necesariamente conllevan alguna connotación negativa.
Las fobias específicas forman parte de lo que se conoce como desordenes de ansiedad y son más comunes de lo que se piensa, siendo a nivel mundial, uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes.
Existen fobias muy raras, entre las que podríamos destacar la fobia a las palabras largas, cuyo nombre en si es paradójico (Hipopotomonstrosesquipedaliofobia). También existen fobias a cosas que comúnmente despiertan emociones agradables en la mayoría de las personas como por ejemplo el miedo a las flores (Antrofobia), el miedo a ir a la cama (Clinofobia), o el miedo al sexo (Genofobia).
Varios estudios de investigadores independientes entre sí, fueron publicados durante 2016 y 2017, en diferentes revistas de alto impacto y en su conjunto son un aporte al avance en el estudio de las fobias. A continuación, se describen algunos de estos estudios que abarcan aspectos fundamentales: origen de las fobias, estructuras cerebrales involucradas y posibles terapias.
Desde hace muchos años es sabido, que los niños y adultos son proclives a enfocar su atención en arañas y serpientes cuando estás aparecen en el campo visual, sin embargo, no estaba claro hasta ahora si los niños más pequeños, incapaces de reportar con palabras sus emociones, presentaban algún tipo de reacción fisiológica frente a estímulos de este tipo.
Stephanie Hoehl, junto a un equipo de investigadores de universidades de Alemania, Austria y Suecia, diseñaron un experimento en el que se midió un tipo específico de respuesta del sistema noradrenérgico de niños de 6 meses de edad, frente a imágenes de arañas y serpientes contrastadas con imágenes de peces y flores. El sistema noradrenérgico es el sistema neuronal que, entre otras cosas, prepara a nuestro cuerpo para la acción, en caso de ser necesario escapar o pelear y una de las reacciones visibles y posibles de medir, es un cambio en el diámetro de apertura de la pupila, que fue lo que se midió en este estudio utilizando un aparato conocido como rastreador ocular, que como su nombre lo indica, es un instrumento para rastrear los movimientos de los ojos, así como cambios en el diámetro pupilar.
En el estudio, participaron 16 infantes (11 niños y 5 niñas) de 6 meses de edad a los que se les mostraron dos conjuntos de fotos, cada uno de 16 fotos en total. En uno de estos conjuntos se mostraban fotos de arañas comparadas con flores (8 fotos de cada tipo) y en otro se mostraban fotos de serpientes comparadas con peces (también 8 fotos de cada tipo), teniendo el cuidado de que, en todos los casos, variables como el color, la brillantez, el tamaño o el orden de las figuras mostradas, no generaran alteraciones en los resultados.
Los niños mostraron un aumento del diámetro pupilar mayor ante las fotos de arañas y serpientes respecto a las fotos de flores y peces, demostrando la presencia de un mecanismo ancestral, adquirido durante la evolución, que permite detectar estos organismos potencialmente peligrosos y que se vería alterado en el caso de las fobias a estos animales.
Pero ¿qué sucede en el cerebro de las personas que presentan fobias, es decir, un funcionamiento anormal de este sistema de alerta y reconocimiento de animales y patrones potencialmente peligrosos?
Las causas de las fobias tienen bases tanto ambientales como biológicas, entendiendo que causas ambientales son todos los procesos de aprendizaje involucrados en la respuesta ansiosa de la fobia y que los factores biológicos, hacen referencia a todas aquellas condiciones físicas y fisiológicas que permiten que una persona sea más susceptible que otras a desarrollar una fobia.
Según una publicación de 2016, en la que Wenceslao Peñate y sus colaboradores de la Universidad de La Laguna en España compararon los principales estudios de resonancia magnética funcional (fMRI) en personas con fobias específicas de los últimos años, existe cierta heterogeneidad en las regiones cerebrales que se activan en las personas con fobias, también se observa con una alta frecuencia la hiperactivación de regiones específicas: la amígdala izquierda y la corteza insular, estructuras cerebrales que forman parte junto con la corteza cingulada anterior y la corteza prefrontal del “circuito del miedo” y que en personas que no presentan fobias, se activan con menos intensidad, cuando es necesario responder frente a una amenaza. Otra característica común en los participantes de los diferentes estudios analizados es el hecho de que se observa un bajo control cognitivo de las emociones que se producen en presencia del estímulo aversivo, esto, dado por una conectividad anormal entre la corteza orbitofrontal (región cerebral encargada de la toma de decisiones entre otras funciones) y la amígdala en las personas que sufren fobias. Hay otras regiones involucradas tanto en la respuesta normal de miedo, como en las fobias, que no viene al caso destacar ahora, pero que suman complejidad al estudio de estos desordenes de la ansiedad.
Actualmente se estudian diversas terapias con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas que padecen fobias, las más usadas incluyen la exposición al estímulo aversivo por breves periodos de tiempo, como sugiere un estudio de Paul Siegel y colaboradores, publicado durante 2017, en el que se demuestra que exposiciones a imágenes de arañas, de alrededor de 30 milisegundos (casi imperceptibles de forma consciente), permitirían activar el procesamiento del estímulo aversivo en personas aracnofóbicas, disminuyendo de esta forma la intensidad de la respuesta, lo que se enmarca en el tipo de terapias conocidas como “de exposición”, tratamiento ampliamente utilizado en diversos desórdenes de ansiedad y que consiste en que el paciente debe ser expuesto a la fuente de origen de su ansiedad sin sentir la intención de un daño.
Por otro lado, según otro estudio del mismo año llevado a cabo por Masahito Nakataki junto a investigadores de Japón, Suiza y Alemania, se observó que, al administrar cortisol a pacientes con fobias específicas, se redujo considerablemente la actividad de la amígdala, relacionada al estímulo de miedo, incluso a niveles de personas sin fobia.
Pero probablemente las terapias más novedosas son las que incorporan tecnología de realidad virtual. Según una revisión bibliográfica de Cristina Botella publicada en 2017, las primeras publicaciones que reportan el uso de esta tecnología en el tratamiento de diferentes condiciones clínicas, datan de 1990 y en ellas se vislumbra ya la utilidad de esta tecnología en el tratamiento de desórdenes de la ansiedad, desórdenes relacionados con el estrés , desórdenes alimenticios y psicosis, pero la mayor eficacia de esta tecnología, es observada en el tratamiento de las fobias, por aprovechar precisamente el principio de las terapias de exposición.
Si uno realiza una búsqueda en la página web del MINSAL chileno, utilizando el término “fobia”, solo se encuentran noticias de temas con un tono más bien social, que contienen términos como xenofobia, fotofobia, pero no hay datos de estadísticas o descripciones de estos trastornos. En el caso de la página de la Sociedad Chilena de Salud Mental no tiene un buscador, y tampoco hay información de fácil acceso sobre este tipo de trastornos. Al buscar estadísticas chilenas actuales, se encuentran solo en publicaciones científicas a las cuales la mayoría de la población no recurre. En 2016, Benjamín Vicente y sus colaboradores de la Universidad de Concepción, publicaron interesantes datos sobre la salud mental de Chile, como que la prevalencia de los trastornos de la ansiedad es la más alta entre otros desordenes psiquiátricos, sin embargo, es más baja en comparación con Canadá, Alemania, Holanda y Estados Unidos.
Solo queda recomendarles a aquellos lectores que presentan alguna fobia, que se armen de valor y que busquen la ayuda de profesionales de la salud, las fobias son un problema que llega a ser invalidante en algunos casos, pero hasta la más extraña de ellas puede ser tratada y superada con la terapia apropiada.
Artículo 1: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2017.01710/full
Artículo 2: http://www.elsevier.es/en-revista-european-journal-psychiatry-431-epub-S0213616316300088
Artículo 3: http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/hbm.23533/full
Artículo 4: https://www.nature.com/articles/npp2016207
Artículo 5: https://link.springer.com/article/10.1007%2Fs11920-017-0788-4
Artículo 6: https://scielo.conicyt.cl/pdf/abioeth/v22n1/art06.pdf
Búsqueda 1: http://www.minsal.cl/?s=fobia
Búsqueda 2: https://www.schilesaludmental.cl/