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Director de «El Repostero de Berlín»: «la cocina es el mejor lugar para relatar una historia» CULTURA

Director de «El Repostero de Berlín»: «la cocina es el mejor lugar para relatar una historia»

«El Repostero de Berlín» (The Cakemaker) del director israelí Ofir Raul Graizer habla sobre la conexión entre el cine, la cocina, y el amor. Con esta película debutó y fue premiado internacionalmente. La cinta se estrena este jueves 28 de febrero en salas chilenas.


El Repostero de Berlín (The Cakemaker), coproducción Israel-Alemania, dirigida por Ofir Raul Graizer, resultó ganador del Festival de Karlovy Vary: East of the West con Premio Especial del Jurado (2017) y en 2018 galardonada con un Satellite Awards por mejor película de habla no inglesa, entre otros.

La trama inicia cuando Thomas conoce en Alemania a Oran, un hombre israelí casado, y empiezan una relación. Thomas emigra a Israel para estar con Oran, pero él muere y Thomas empieza a trabajar como panadero en la cafetería de la viuda de su amante, sin que esta sepa quién es.

En esta entrevista realizada por la DW al director aborda diversas temáticas en relación a la cinta y a la creación artística.

Doble vida

Usted debutó como director en «El Repostero de Berlín», un film que recibió muchos premios a nivel mundial. ¿Qué ingrediente no puede faltar en una película o en una buena receta?

Pasión. Tenemos que tener ganas de hacer las cosas que hacemos. Otro ingrediente fundamental es: no tomarnos demasiado en serio las cosas. Trabajar en una película es muy complejo, especialmente en un drama sobre el amor y la muerte. Siempre se habla de los sentimientos, algo que es muy humano. Siempre se necesita saber lo que uno quiere expresar. La autenticidad es muy importante, ya sea cocinando o haciendo una película. Al hacer una película, siempre se trata de la gente, no es una ciencia, y no tiene que ser perfecta.

¿Cómo surgió la idea de hacer esta película?

En Israel estudié cine, hace nueve años que vivo en Berlín, y ahí tuve la idea. Me puse a trabajar en la narrativa, para contar las experiencias de un conocido que llevó una doble vida. Luego de su muerte, su esposa descubrió que era homosexual, y estuvieron casados durante 30 años. Siempre quise hacer una película sobre esta mujer que llora la muerte de su amor, pero también sabe que él le mintió y la manipuló.

Triángulo amoroso en la cocina

Este triángulo amoroso transcurre en la cocina…

Tenía esta historia de amor, pero me pregunté: ¿en qué contexto la puedo contar? He vivido entre Berlín y Jerusalén, entre dos ciudades que me gustan, y que a la vez son muy parecidas. Allí es también dónde transcurre la película. Y por supuesto quería que la cocina fuera el centro, ya que es el mejor lugar para relatar una historia: aquí se cuentan los secretos, se tienen conversaciones con la abuela y la mamá, se esconden las galletas, ya sea metafóricamente o en la realidad. Todos estos temas tienen un lugar en la película.

La película ha sido nominada para el Ophir Adward (Oscar de Israel), y ha recibido numerosos premios.  ¿Se sorprendió de que una historia de amor entre homosexuales haya tenido tanto éxito en un país tan conservador?

En Israel, desde hace 20 años no hay problema en tratar este tema en las películas. Hay otros problemas políticos, pero la industria cinematográfica es muy libre. Lo que me sorprendió fue que antes de que finalizara la película nadie la quería apoyar. La filmamos con un presupuesto de película estudiantil, alrededor de 90.000 euros. Tampoco conseguimos apoyo financiero por parte de Alemania. Fue una gran sorpresa cuando se convirtió en un gran éxito, y fue gracias a las críticas y a la audiencia.

Ser homosexual en Israel

La película aborda el tema de la identidad, la aceptación, y de cómo la sociedad observa a los individuos. Tomás, el personaje principal, experimenta rechazo en Israel. ¿Estas son experiencias que experimentó al ser un joven homosexual en Israel?    

No es exactamente mi historia, pero ese sentimiento existe desde que soy un niño. Yo vivo libremente mi sexualidad. Pero la pregunta sobre la identidad siempre ha estado presente en mi vida: ¿soy religioso o laico? Homosexual sí, pero en una sociedad machista. Me descubrí cuando tenía 16 años, es decir, hace 22 años. En ese entonces era otro mundo. No escondo que soy homosexual, pero cuando visito amigos religiosos, se hace difícil. Ven mi anillo y me preguntan si tengo esposa.

Director Ofir Raul Graizer

Usted dijo que Berlín y Jerusalén son muy parecidas. ¿En qué sentido?

Berlín y Jerusalén son dos ciudades que tienen una obsesión con su pasado, y siempre están buscando redefinirse. Las dos ciudades tienen el concepto del este y el oeste. En Jerusalén existe Jerusalén este y Jerusalén oeste, y aunque se puede circular libremente, son completamente diferentes. En Berlín ya no se encuentra el Muro, pero todavía existe una división entre este y oeste.

El subtítulo de su libro de cocina «Ofirs Küche” es «recetas familiares israelí-palestinenses”. ¿Para usted es importante recalcar la combinación de diferentes cocinas?

Conozco estos platos desde que soy niño. Hoy en día, cuando hablo de una receta, uno dice que es turca, otro dice que es griega. De repente todos quieren ser nacionalistas. Yo digo: «No, la cocina le pertenece a todos”. Un plato regional israelí, para mí también es palestino. No se puede separar. Yo no creo que sea cierto que el hummus sea israelí, los ingredientes son locales, pero ¿dónde está el límite? Palestina e Israel, ambos existen, y esperemos que continúen existiendo. La comida no está basada en cuestiones políticas.

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