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La naturaleza «queer» de Brigitte Baptiste y la biodiversidad después de la pandemia CULTURA

La naturaleza «queer» de Brigitte Baptiste y la biodiversidad después de la pandemia

Nélida Pohl, directora de comunicaciones del IEB, dialogó con la activista colombiana, bióloga de la Universidad Javeriana y activista ambiental colombiana, Brigitte Baptiste, quien viajó virtualmente hasta nuestro país para entregar sus reflexiones en el marco de Puerto de Ideas en vivo.


Desde Bogotá, la especialista en ecología y actual rectora de la Universidad EAN (antigua Escuela de Administración de Negocios), dialogó con Nélida Pohl, directora de comunicaciones del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, y Presidenta de ACHIPEC. Esto, en una jornada que contó con la visita de 15 mil asistentes, quienes también pudieron interactuar a través del Canal de Youtube y Facebook de los organizadores.  

El webinarMedioambiente y biodiversidad después de la pandemia”, abordó –entre otros temas– el contexto de la actual crisis, el cambio climático y global, y los desafíos a nivel económico, ecológico, medioambiental y científico. Respecto a esto último, la mirada y mensajes de la invitada fueron elocuentes, asegurando que la ciencia debe bajar de su pedestal y recuperar la humildad y capacidad de diálogo. 

Casada con Adriana y madre de dos hijas, Brigitte se considera persona no binaria y una amante del conocimiento que se vive desde la experiencia, la interdisciplina y el contacto piel a piel con la naturaleza. El jardín de su casa en Bogotá se ha convertido en uno de sus territorios predilectos para observar e interactuar con otras especies. “Tengo un árbol parecido a la guayaba, al que llegan los pájaros y picaflores a polinizar. Así que aprendemos ecología en el patio, ahí donde también conviven las babosas”.

En el año 2018, propuso el concepto de “naturaleza queer”, que alude a la idea de naturaleza como un escenario que produce diferencias y está abierto a la transgresión, expresándose también a través de su enorme biodiversidad. Tal vez por eso es que en sus antebrazos tiene tatuadas las palabras trans y formación, frase que también ha marcado hitos en su vida, como ser una de las primeras personas en Colombia en cambiar su género en la cédula de identidad.  

Brigitte Baptiste también ha sido académica en varias universidades y dirigió, por varios años, el Instituto Alexander von Humboldt, dedicado a la investigación y conservación de la biodiversidad colombiana. Asimismo, ha representado a su país en múltiples entidades internacionales, entre ellas, la plataforma IPBES https://ipbes.net/

El mundo después de la pandemia 

La actual crisis por coronavirus ha traído una suerte de pausa a la constante presión humana sobre los ecosistemas. Mayor presencia de animales en las ciudades y una disminución de los índices de contaminación, son ejemplos de ello. “¿Crees que esta pandemia será un punto de inflexión en la conducta humana, y por qué?”, preguntó Nélida Pohl al inicio del conversatorio. 

En este contexto, la bióloga colombiana indicó que el actual escenario nos muestra lo relevante que es la conectividad orgánica de los humanos en el planeta, moviéndonos a una velocidad increíble y siendo así, el paso ideal para un virus. Sin embargo, aseguró que siempre han existido las epidemias, y que son los factores culturales los que más aceleran su propagación. “Las zoonosis también se incrementan a medida que la deforestación comienza a arrinconar a las especies. La deforestación se lleva a la biodiversidad, que es el seguro para la innovación y la adaptación”.

Respecto a la fauna que eventualmente sería beneficiada producto del confinamiento humano, Brigitte indicó que esto podría darse en algunas especies de invertebrados o de especies de ciclos muy cortos, que logren establecer poblaciones pequeñas.

En relación con la disminución de contaminación ambiental, su visión no es del todo optimista. “Cualquier retraso en las emisiones de CO2 es importante, pero probablemente volveremos a emitir más, ya que no tenemos condiciones estructurales para mantener un 7% u 8% de reducción en la economía planetaria. En ese marco, debemos asumir que el cambio climático es una realidad y que modificar nuestras políticas de emisiones es difícil, salvo que estén muy tejidos con la biodiversidad o la persistencia de los bosques. Por eso, creo que debemos incitar a una visión más ecosistémica”, señaló la colombiana.

¿Qué relación se da entre ecología y economía en ese contexto? ¿Sería suficiente una transformación profunda del actual modelo económico, o es necesario trabajar por alternativas, como el decrecimiento?, preguntó Nélida Pohl a Baptiste, aludiendo también a los riesgos de la riqueza y a la cuestionada eficacia del concepto de sustentabilidad. 

“Cualquier bienestar implica una reacomodación de los países en el mundo. Pero eso lo hemos llevado demasiado lejos. La pregunta es si basta una reorientación importante de la economía o si debemos hacer una redistribución urgente de la riqueza que está concentrada de forma tal que el ecosistema no puede sostener. Creo que debemos ver cómo convertimos desde una economía extractivista hacia una sostenible. No me atrevo a hablar mucho del decrecimiento, pero sí de la redistribución y regeneración que todos los sistemas económicos tienen que plantearse, para recuperar capacidad funcional y resiliencia, pues si no el cambio climático nos va a arrasar. Para ello, también necesitamos propuestas al largo plazo. Hay que recomponer la calidad del suelo y asegurar la existencia de servicios ecosistémicos en todo el mundo”, comentó la activista.

Ciencia, conocimiento y múltiples lenguajes

La directora de comunicaciones del IEB comentó que la pandemia “ha estresado el sistema de conocimiento”, y que recuperar la confianza de las personas en la ciencia es un desafío en nuestros días. ¿Qué reflexiones difíciles debiesen plantearse las ciencias en ese contexto?

Para Brigitte Baptiste la tarea es relevante. “El rol del conocimiento y la ciencia son fundamentales, pero la ciencia debe bajarse de su pedestal que ilumina la resolución de todos los problemas del ser humano. La ciencia tiene que recuperar humildad y capacidad de conversar, entendiendo, además, que ella está construida sobre la duda”, aseguró.

Para esto, indica que es primordial entender que hay muchos sistemas de conocimientos vivos. Ejemplo de lo cual son los pueblos indígenas de América, que mantienen cosmovisiones y sistemas valóricos muy distintos, desde los cuales han podido manejar problemas adaptativos fundamentales, y “que nos pueden dar claves acerca del manejo de territorios”, comentó.

En esa misma línea, para Brigitte también cobra importancia la multiplicidad de saberes, entre los destaca las ciencias sociales y el arte, disciplinas con las que, estima, las ciencias exactas y naturales debieran entrar en un mayor diálogo, generando así lenguajes alternativos.

Respecto a la educación científica y medioambiental, la bióloga también alude a la relevancia de lo experiencial, y al contacto directo con la naturaleza desde la niñez, ahí donde, asegura, se genera enriquecimiento y un mundo relacional. “La educación ambiental debe ser con agua, a nadar, y que te piquen los mosquitos. Así, además, podemos volver a tener una conexión con la tierra y otros seres vivos, y que los niños que viven en apartamentos pierdan el temor al mundo”. El amor y la forma de transmitir el conocimiento también son relevantes para la ecóloga colombiana, quien señala que tiene que haber “pasión en quien nos cuenta la historia”.

Finalmente, Nélida Pohl cerró la conversación preguntando cómo podemos fomentar una ética donde la diversidad, todas las diversidades, humanas y no-humanas, sean necesarias, justas y bellas. En ese contexto, Brigitte Baptiste indicó que aprender a disfrutar y respetar la diversidad, es un acto que abre la mente al encuentro de sorpresas y nuevas expectativas, más allá de la tradicional búsqueda por las claves del universo. 

 

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