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Investigadora Kathya Araujo: “No deberíamos preguntarnos por elecciones sino por gobernabilidad” CULTURA Crédito: Cedida

Investigadora Kathya Araujo: “No deberíamos preguntarnos por elecciones sino por gobernabilidad”

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Marco Fajardo Caballero
Por : Marco Fajardo Caballero Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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“Me parece que lo que deberíamos preguntarnos no es por la próxima elección presidencial sino por la gobernabilidad en general, y por lo que implica el desapego para el futuro social y político del país”, sostiene la experta en asimetrías de poder.


Un nuevo libro sobre el momento de desencanto que afecta a la sociedad chilena ha presentado la investigadora Kathya Araujo.

Se trata de El circuito del desapego (Pólvora Editorial), que analiza resultados de un extenso programa de investigación de más de dos décadas.

Según la reseña editorial, la obra “describe con detenimiento el circuito que nos ha llevado a donde estamos”.

“Se trata de un momento en el que al agobio, al desencanto generalizado y a la inestabilidad irritada de las relaciones sociales, se suma lo que aparece como la tendencia más importante y amenazante para el lazo social pero también el lazo político hoy: el desapego”.

Araujo es miembro del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile y del Núcleo Interuniversitario y Multidisciplinar Individuos, Lazo Social y Asimetrías de Poder (NIUMAP) (Universidad De Santiago de Chile/Universidad Diego Portales).

La autora cuenta que este es un libro que se publicó originalmente en inglés en una serie de Cambridge University Press.

“La idea de este libro fue articular lo que había aprendido en más de 20 años de investigación ininterrumpida sobre las transformaciones de la sociedad chilena y de sus individuos y articularla en una gran tesis que nos permitiera entender el momento que atraviesa la sociedad hoy. El circuito del desapego, que es el título del libro, es una tesis general para comprender la sociedad en la que vivimos”, explica.

En el libro, la autora trata de explicar con detalle “no solo lo que nos aqueja sino cómo llegamos a donde estamos”.

“La escritura de este libro estuvo movida, además, por la intención de que fuera corto para hacerlo accesible a los tiempos acotados que tenemos. También quise que no se restringiera a un público especializado. Quise, al escribirlo, que sirviera para que las personas pudieran comprender un poquito mejor lo que viven. Sobre todo, me importaba que al comprenderlo las personas aliviaran el sufrimiento social que produce el pensar que lo que nos acontece es responsabilidad o desgracia propia solamente, cuando en verdad mucho de lo que nos ocurre nos afecta colectivamente, y es resultado de procesos y dinámicas sociales mayores”.

A su juicio, esto no implica quitar responsabilidad a las personas “sino devolverles la responsabilidad por lo que les concierne como miembros de la sociedad y no por lo que les es imputado como parte de un sistema”.

Definiciones

Al ser consultada sobre el significado de la palabra “desapego”, Araujo señala que este concepto es solo uno de los componentes del circuito que describe en el libro. Los otros tres son la desmesura, el desencanto y la irritación.

“El desapego es quizás el más relevante hoy por sus consecuencias y por cómo marca la sociedad hoy. En alguna medida es el efecto de los otros tres”, dice.

Sin embargo, agrega, no es que los otros hayan desaparecido. Estos cuatro componentes conviven.

“El desapego denota un proceso que implica una relación distante y de tipo discrecional con los principios, las legitimidades y las racionalidades que ordenan las relaciones entre individuos y entre estos e instituciones. Esto no implica en todos los casos abandonar por completo la sociedad. No se trata de anomia. Los vínculos que nos unían a la idea de sociedad, a sus instituciones y a la vida en común se han debilitado, han perdido intensidad, y los modos que normalmente teníamos de relacionarnos entre nosotros y con las instituciones han perdido eficacia”, advierte.

Araujo no cree que las normas no sean capaces de organizar la vida social, sino que las personas suelen tener una relación discrecional con ellas, y el apego tiende a ser aparente o de baja intensidad.

“La fuerza para identificarnos con la idea de sociedad en su conjunto, y la idea de lo común se traslada al mundo de los cercanos y da lugar a una sociedad constituida de un conjunto de archipiélagos”, en lo que denomina “sociedad archipiélago”.

Causas

En cuanto a las causas de este fenómeno, Araujo busca explicar y argumentar en el libro que el desapego es “una respuesta a la desmesura de las exigencias que tenemos para sostenernos en la vida social y acceder a aquello que la propia sociedad nos dice que son los mínimos para ser dignos de ser considerados parte de ella”.

Sin embargo, también es resultado de los desencantos por las promesas sociales que se han hecho y que se mantienen incumplidas.

Y finalmente se relaciona con el desgaste que producen las altas irritaciones en las interacciones y relaciones sociales, “como es fácil para todos advertir en el tráfico o en las aceras”.

“Esto en términos generales, pero hay varios tipos de desapego como discuto en el libro, por lo que no se puede dar una respuesta para todos los casos. En muchos casos, de autoprotección frente a la dureza de la vida social; en otros, una respuesta activa y contenciosa contra la sociedad por el desencanto, y así”.

Dictadura, democracia y estallido

En cuanto a su relación con la dictadura y la democracia, en el libro Araujo intenta discutir de qué manera todos estos procesos están vinculados con dos grandes procesos.

Ella apunta, por un lado, al cambio del modelo económico-productivo, es decir, la instalación del neoliberalismo en dictadura y que continuó las siguientes décadas; y, por otro, a la llegada de un fuerte empuje a la democratización de las relaciones sociales a partir de los años noventa, en la posdictadura.

“Es lo que he llamado el doble impacto estructural. Es este doble impacto el que pone el marco de la condición histórica hoy para el caso de Chile”.

En cuanto al estallido, para Araujo es solo uno de los hitos del trayecto, “probablemente el más visible, expresivo de los sentimientos, vivencias, expectativas o juicios sobre la sociedad de las personas”.

“Aunque suene paradójico, el estallido es una expresión muy prístina del circuito del desapego. Y es una expresión de otra cosa que discute el libro: de los efectos del circuito del desapego, no solo al lazo social sino al lazo político”, señala.

Consecuencias

Para Araujo además el desapego afecta tanto tareas sociales como la vida en común, pero también a los propios individuos. Por ejemplo, se liga a la falta de implicación en el trabajo y con el sueño de no tener jefe. El famoso “chau, jefe”.

“Habría muchos ejemplos que dar, pero pienso que lo esencial es que el desapego fragiliza el lazo social y la disposición a hacerse cargo de lo que implica vivir en sociedad: renunciar, postergar, poner energía en la construcción o mantenimiento de lo común, etc.”.

Y advierte que todo esto es esencial para enfrentar los desafíos que se presentan actualmente: crimen organizado, pandemias potenciales, desplazamientos de población por el cambio climático, “pero aún más simple, el esfuerzo e inversión de energías que necesariamente implicará para la población hacer parte de un proyecto de desarrollo del país en las próximas décadas”.

¿Se trata de un fenómeno de Chile o se da en otros países también?

“Mi impresión es que no es solo de Chile. Pero, estos procesos se dan de manera particular en cada país, dependiendo de sus historias particulares, el momento socioeconómico que atraviesan, los rasgos socioculturales y el montante de recursos materiales y simbólicos con los que cuentan. Este trabajo de contrastar otros casos es un pendiente, pero ya en sus primeros pasos en mi trabajo”, cuenta.

Finalmente, en cuando a si este fenómeno es reversible, Kathya Araujo dice que podría responder de dos maneras que parecen contradictorias pero no lo son.

“Sí, son reversibles porque todos los fenómenos sociales son dinámicos, en este sentido todos ellos se están transformando permanentemente y es posible orientar esa transformación. Es el trabajo de políticas públicas, de los movimientos sociales, y de cada uno de nosotros y nosotras al actuar sobre el mundo”, recalca.

Al mismo tiempo, añade, “no, no son reversibles, porque no es posible volver al estado anterior. El sueño de una vuelta a las formas comunitarias anteriores es solo un sueño. Aunque saliéramos de la situación de ser una sociedad archipiélago, no volveríamos a constituir las mismas comunidades, porque no somos los mismos individuos. No solo se ha transformado la sociedad chilena, se han transformado sus individuos”, subraya.

¿Qué efectos puede tener en la próxima elección presidencial?

“Me parece que lo que deberíamos preguntarnos no es por la próxima elección presidencial sino por la gobernabilidad en general, y por lo que implica el desapego para el futuro social y político del país”, concluye.

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