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Puerto Negro y la novela negra como radiografía social: “Una mirada crítica y melancólica” CULTURA Crédito: UNAB

Puerto Negro y la novela negra como radiografía social: “Una mirada crítica y melancólica”

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Elisa Montesinos Eissmann
Por : Elisa Montesinos Eissmann Periodista y escritora.
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Luis Valenzuela Prado —escritor, académico y uno de los organizadores del festival— explica la relevancia del género y los desafíos de este encuentro literario que parte el lunes.


La novela negra entretiene, pero sobre todo incomoda. Con su mirada crítica, radiografía las tensiones sociales y políticas de nuestro tiempo. En Chile, este género ha cobrado una fuerza particular gracias a la saga del detective Heredia de Ramón Díaz Eterovic y a nuevas voces que recorren ciudades, periferias y fronteras narrando crímenes, desigualdades y memorias.

Desde 2022 la Universidad Nacional Andrés Bello realiza el festival internacional de novela negra Puerto Negro. Este año tendrá lugar su cuarta versión entre el 6 y el 12 de octubre, con actividades en Valparaíso, Viña del Mar y Santiago.

Conversamos con Luis Valenzuela Prado —escritor, académico y uno de los organizadores del festival— sobre la relevancia del género y los desafíos de este encuentro literario.

– La novela negra permite radiografiar de alguna manera la realidad social y política de un país. ¿Cómo se lee el Chile actual a partir de ejemplos recientes en este género?

Por un lado, hay una radiografía social y política; eso está, por ejemplo, en el pulso que la saga de Heredia de Ramón Díaz Eterovic le toma al Chile de los últimos 40 años. Hay una mirada crítica y melancólica de la escena social chilena que se estructura desde la contradicción entre esperanza y desesperanza. Las claves sociales y políticas que define Díaz Eterovic se ven en temas que van desde la dictadura, la memoria, el neoliberalismo, la corrupción, la inmigración hasta el estallido social y la pandemia.

Por otro lado, también hay una cartografía social que nos permite leer el territorio. Como referencia, pienso en los cuentos que compila Enrique Lihn en los años 60; son cuentos de bandidos que transitan por espacios rurales. Hoy, vemos ciertas narraciones que transcurren en el norte de Chile: los libros de Rodrigo Ramos Bañados y Carla Retamales sobre Alto Hospicio, por ejemplo, y en Valparaíso, El caníbal de Laguna Verde de Cinthia Matus. En Santiago, el tránsito por la ciudad, barrio República, Quinta Normal, Ñuñoa, Bajos de Mena, de las dos novelas de Valeria Vargas, o las bolsas con restos de un cuerpo que aparecen en el río Mapocho en La mujer del río de Paula Ilabaca. La novela de Maivo Suárez A esta misma hora despliega otros tránsitos; el viaje hacia Argentina es una forma de sumergirse en una escena familiar oscura que, de alguna forma, descentra el espacio. Hay un cuento de Colil, “Intercambio”, donde se imagina Puerto Ostornol como un lugar de ajuste de cuentas, o “Puntero izquierdo” de José Gai, que narra el periplo al infierno de un futbolista que pasa por Santiago, Coquimbo, Iquique y Alto Hospicio. Están los cuentos de Julia Guzmán en los que aparece Santiago, pero también Chiloé, logrando un resultado espacial diverso y matizado. Hay más ejemplos en la literatura chilena en los que se puede pensar.

– He oído de estudiantes que no leían y han comenzado a hacerlo gracias a las aventuras de Heredia. ¿Cómo ves en este sentido la persistencia de este festival y el reconocimiento a Ramón Díaz Eterovic con el Premio Nacional de Literatura? 

– En mi experiencia como profesor he invitado a Ramón Díaz Eterovic tanto a colegios como a universidades y su lectura no falla para estimular nuevos lectores. El mismo actúa como difusor, asistiendo a estas actividades, también escribiendo en prensa sobre novela negra y cumpliendo una labor como antologador. Por cierto, tiene cuatro antologías policiales muy importantes. Esta labor también la cumplen escritores y escritoras que están publicando, haciendo talleres, clubes de lectura y actividades diversas para promover el género y escritos que colindan con el crimen.

– ¿Qué rol cumplen los festivales como Puerto Negro?

– Los festivales de novela negra tienen que ver con la difusión de escritoras y escritores que están vinculados al género. El fuerte debiera ser el festival en sí: una suerte de carnaval, con presentaciones de libros, mesas de conversación, entrevistas y charlas. Nosotros quisimos agregar un podcast, por el cual han pasado más de 20 escritores, y un concurso de novela que en sus 4 años ha convocado más de 500 manuscritos de Latinoamérica y España.

Narconovela mexicana y andina

– ¿Cómo han sido las versiones anteriores y qué novedades trae el evento este año?

– Los dos primeros años dimos el premio a la trayectoria negra a Ramón Díaz Eterovic y a Claudia Piñeiro. Además, vinieron Leonardo Padura, los argentinos María Inés Krimer, Loyds y Nahuel Gallota, el mexicano Iván Farías, la uruguaya Mercedes Rosende y la española Mónica Rouanet. De Chile, hemos invitado a un buen número de escritores y escritoras: el mismo Díaz Eterovic, Sonia González, Juan Ignacio Colil, Julia Guzmán, Álvaro Bisama, Valeria Vargas, Paula Ilabaca. Faltan muchos por invitar todavía.

Este año será diverso; se hablará de novela negra del siglo XXI, de narconovela mexicana y andina, de las derivas de cuento negro latinoamericano, del género detectivesco latinoamericano. También tendremos los lanzamientos de las novelas Ámbar de Nicolás Ferraro y Una pistola para un desesperado de Juan Angulo, y la reedición de La regla de los nueve de Paula Ilabaca, a diez años de su publicación. En esta edición participarán Ramón Díaz Eterovic, el argentino Nicolás Ferraro, la uruguaya Andrea Aquino, la mexicana Mónica Torres Torija, el cubano Rodolfo Pérez Valero y la finlandesa-islandesa Satu Rämö. De Chile participan también Valeria Vargas, Paula Ilabaca, Juan Angulo, Julia Guzmán, José Miguel Martínez, Alicia Mercado-Harvey, Marcelo González, Zaira Valenzuela, Helen Tapia y Danilo Santos. Además, entregaremos el nombre de la novela ganadora del concurso. Las tres novelas finalistas vienen de Argentina.

– ¿Qué aportan estos encuentros al panorama cultural y literario chileno?

– Como el lector, escritor, docente e investigador, considero relevante la circulación de ideas y el fomento de la lectura. Se trata de una estructura compleja, con piezas que aún faltan o que están en mal estado. Me refiero a que escritores y escritoras requieren de condiciones básicas para ejercer su oficio y, a la vez, los lectores requieren espacios en los que circulen el libro y las ideas. Por eso agregamos el podcast, el concurso de novela y estos encuentros. La difusión y circulación tienen que ir de la mano de una recepción y apropiación literaria, artística y cultural. Intentamos ser un aporte a la construcción de una comunidad creadora y lectora.

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