CULTURA
TeatroCinema
La violencia invisible que revela “Historia de amor”: TeatroCinema vuelve a incomodar desde Madrid
“Historia de amor”, dirigida por Zagal y presentada por TeatroCinema en el Festival de Otoño de Madrid, expone una oscura relación marcada por abuso, impunidad y poder. Con estética de cómic, la obra reflexiona sobre violencia de género y el deterioro de lo humano en las grandes ciudades.
Tras años recorriendo teatros de distintas partes del mundo, “Historia de amor” de la compañía TeatroCinema volvió al escenario, esta vez desde el Festival de Otoño de Madrid, donde su director, Juan Carlos Zagal, vuelve a situar el tema del consentimiento, la impunidad y la violencia de género en el centro del debate cultural. Una obra que nació antes del #MeToo y del Mayo Feminista, pero que hoy exhibe su vigencia.
Basada en la novela del francés Regis Jauffret, la obra narra la historia de un profesor de inglés (Julián Marras) que transforma un encuentro fortuito en el metro con una mujer (Bernardita Montero) en el punto de partida de una obsesión devastadora. A partir de ese momento, arranca una relación marcada por el sometimiento emocional, psicológico y físico de una mujer cuya vida es absorbida hasta la asfixia.
Zagal define la pieza como “una tragedia urbana contemporánea”, escrita para exponer el modo en que en las grandes ciudades se normaliza la soledad, la indiferencia y, en muchos casos, la violencia. En ese paisaje deshumanizado, el amor se distorsiona hasta volverse una trampa de silencios y sometimiento.
La obra tuvo dos funciones dentro de una programación que este año pone el foco en Hispanoamérica, bajo la dirección de la gestora mexicana Marcela Díez, el festival cuenta con más 20 espectáculos de distintos países, entre ellos, Argentina, Uruguay, Colombia, México, Suiza, España y Portugal.
Una tragedia urbana en clave de cómic
Uno de los mayores sellos de TeatroCinema, formado por ex integrantes de La Troppa, es la articulación entre teatro, cine y animación. Aquí el equipo lleva ese lenguaje a un extremo: la violencia se muestra a través de viñetas en blanco y negro, que se despliegan en escena.
Según Zagal, esta elección no responde a un mero efecto visual, sino que es una estrategia narrativa, “nos dimos cuenta que el cómic también uno podía acceder a la violencia de una forma distinta”, relata Zagal desde el Teatro del Canal, principal escenario del Festival de Otoño de Madrid.
“Cada obra para nosotros es un tremendo desafío porque son dos años de creación y en esta indagamos sobre la relación del teatro, el cine y el cómic, cada obra para nosotros significa en la puesta en escena una indagación, una experimentación en lo escénico y en los contenidos son lo que estamos viviendo, cómo estamos recibiendo nuestra historia contemporánea, la historia reciente pasada y para dónde vamos. Entonces encontramos contenido, ya sea nuestro o de alguna novela que nos identifique y lo planteamos como reflexión social”, agrega.
De este modo, el público puede observar el abuso con distancia crítica, sin que ello le reste gravedad al relato. La síntesis del dibujo permite nombrar lo innombrable.
Impunidad: el verdadero centro de la obra
Aunque el montaje aborda violencia de género, consentimiento y maltrato, para Zagal el corazón de la obra es la impunidad. La historia está narrada desde la voz del agresor, una elección que ha generado debate en distintos teatros del mundo donde ha estado la obra. Pero el director afirma que es justamente ese dispositivo el que permite mostrar cómo funciona el poder.
Aunque la obra reflexiona sobre la violencia de género, un tema transversal para distintos países, las reacciones no han sido iguales en todos los teatros, por ejemplo mientras en Estados Unidos se mostró más silente, mientras que en Colombia muchos espectadores se rieron. Para Zagal esto demuestra que el lenguaje teatral de la compañía activa lecturas muy diversas, pero el tema subyacente, la normalización del abuso, es universal.
“Hay de todo, hay personas que no que les cuesta, hay personas que encuentran que para eso es el teatro, para hablar de los temas que todos queremos como ocultar o dejar de lado. Cuando entrenamos nosotros dijimos, “Bueno, a ver, levantemos la alfombra.” Era eso. Levantemos la alfombra a ver qué pasa, qué es lo que ha pasado”, expresó.
La creación chilena en circuitos internacionales
En el Festival de Otoño la obra tuvo dos funciones, según Zagal, su intención fue acercar esta historia a nuevas generaciones que están pensando la violencia desde otros lugares. Para el director, participar en estos espacios es también un reconocimiento al trabajo que el teatro chileno lleva décadas construyendo.
Con más de 20 años en el teatro, la compañía ha logrado crear obras que tienen propuestas únicas, se caracterizan por su proceso de creación profundamente colectivo, iluminación, sonido, animación, dramaturgia y actuación conviven en un engranaje donde cada elemento visual tiene relevancia dramatúrgica.
En ese sentido, “Historia de amor” invita a observar esa frontera difusa entre razón y locura, justicia y psiquiatría, culpa y silencio. Una frontera que sigue activa, incómoda y dolorosamente vigente.
Sin embargo, Zagal enfatiza que, si bien el teatro chileno goza de prestigio internacional, el ecosistema interno enfrenta serias dificultades, especialmente en términos de financiamiento y estructura.
“Para las compañías, actrices, actores, directoras y dramaturgas está súper difícil para sobrevivir”, indica. Lo que obliga a los artistas a tener que realizar “muchos oficios para poder llegar a fin de mese”.
Zagal subraya que la crisis que observa en parte es arrastrada de la pandemia, cuando los teatros tuvieron que cerrar y sostiene que no es de contenido o de deseo artístico, sino estructural.
La pandemia “hizo como un una detención en en varios proyectos” y acentuó el aislamiento. La compañía Teatro Cinema, por ejemplo, no ha logrado volver a hacer giras nacionales con la frecuencia y capacidad que lo hacía antes.
En ese sentido, Zagal es claro al afirmar que cada artista debe recibir un salario u honorario porque están “construyendo también una parte del país”.
En términos de financiamiento, reconoce que el Ministerio de las Culturas y las Artes hace lo que puede, pero hay más demanda de lo que los recursos disponibles pueden abarcar.
Para sostener el ecosistema, Zagal propone una vinculación de cuatro estamentos: el Estado, la empresa privada, las compañías/artistas y el público.
“Lo que sí quiero es que haya posibilidades de presentar proyectos, posibilidades de itinerar por las por Chile, salir del país, trabajar, que tu trabajo dé para que cada uno de los integrantes pueda vivir, pensar, descansar y trabajar, nosotros estamos construyendo el país también, así como se construye un puente, el teatro también construye una imagen de país”, señala.
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