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A propósito del Día del Teatro CULTURA|OPINIÓN Crédito: U. de Chile

A propósito del Día del Teatro

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Cristian Keim Palma
Por : Cristian Keim Palma Director del Teatro Nacional Chileno.
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Más allá de la lógica concursable y de tener alguna certeza de cuánto le corresponde de esos recursos a nuestras individualidades, creo que es relevante que proyectos como la Línea de Apoyo a los Teatro Universitarios del Ministerio de Cultura logren permanecer más allá de las coyunturas políticas.


Hablar de celebraciones y esperanzas en los tiempos inciertos en que vivimos, sin duda resulta un asunto complejo. El mundo artístico —y particularmente el mundo teatral— vive inmerso en una fragilidad sistémica difícil de eludir, más allá de los éxitos relativos o eventuales lugares de privilegio que muy de vez en cuando nos toquen habitar.

En un mundo contemporáneo dominado por frivolidades y verdades relativas, el trabajar como se trabaja en el teatro, en la interpelación de la realidad, en la búsqueda de sentidos en favor de la belleza; es una enorme tarea, que se complejiza aún más en un contexto dominado por lo irreflexivo.

El panorama no es fácil, ya lo sabemos, desde el retorno de la democracia el medio teatral se ha ido moldeando a imagen y semejanza del sistema de fondos concursables que ha estructurado un modo de hacer y funcionar de nuestro medio que — pandemias más, o pandemias menos— se encuentra en crisis (para bien y para mal) desde hace varios años y quizá desde siempre.

No obstante lo anterior, hay algo que siempre me maravilla en el contacto con tantas y tantos colegas en innumerables espacios de trabajo y reflexión y que se encuentra en la raíz del espíritu creativo que nos hace continuar —muchas veces de un modo ilusorio— buscando posibilidades donde nadie más las ve e iluminando pequeños mundos ocultos a otras sensibilidades, con una energía y capacidad de trabajo verdaderamente envidiables, que quienes tenemos la suerte de presenciarlo no podemos salvo admirar.

Y a propósito de esa mirada esperanzadora, me gustaría poner el foco en algo que viene ocurriendo hace algunos meses y que está a contrapelo de la concursabilidad en la que estamos sumidos como casi único modo y condicionante de las acciones artísticas.

En diciembre del año pasado, el Ministerio de las Culturas firmó junto a los representantes de las cuatro universidades públicas de Chile que imparten la carrera de actuación (Antofagasta, Valparaíso, Playa Ancha y Universidad de Chile) un compromiso circunscrito a una nueva Línea de Apoyo a los Teatro Universitarios, iniciativa que reconoce a través de una asignación directa la relevancia del trabajo de estas entidades públicas en el ámbito de la cultura.

Esta es una acción extrañísima en un país como el nuestro.

La decisión del Ministerio de las Culturas de establecer un apoyo económico concreto a los teatros vinculados a universidades públicas, constituye un avance en la manera en que se concibe el rol del arte y la cultura en nuestra sociedad. Este paso, proyectado en el tiempo, es una luz de esperanza —que plantea algo muy distinto al modelo establecido desde la década de los 90 el cual somete a las instituciones culturales a una constante incertidumbre— para ingresar a un sistema de asignación que reconozca el valor estructural y permanente de la labor que realizan.

La asignación directa otorga una estabilidad financiera que permite planificar a mediano y largo plazo y en consecuencia fortalecer equipos de trabajo, con jornadas laborales razonables y sueldos dignos.

Un ambiente laboral seguro para las y los artistas, a su vez permite profundizar en los procesos creativos, ya que la eliminación de la lógica competitiva y la presión por resultados inmediatos abre espacio para la investigación escénica, la experimentación estética y el desarrollo de propuestas más arriesgadas y complejas. Es una invitación a crear desde la convicción y no desde la urgencia, favoreciendo obras con mayor densidad artística y mayor conexión con las problemáticas sociales y culturales de nuestro tiempo. Así, el apoyo sostenido del Estado podría traducirse en un impulso concreto a la libertad creativa y al fortalecimiento de un ecosistema artístico más diverso y robusto, fundamental para las sociedades contemporáneas.

A las cuatro universidades públicas mencionadas, también se han sumado apoyos (vía concurso) a otras tres universidades privadas, lo que está generando una red de trabajos y acciones formativas y de extensión (que pronto comenzarán a verse), al alero de instituciones educativas sólidas, que tienen las posibilidades de proyectarse en el tiempo, junto a esas acciones creativas y a los equipos que en ellas trabajan.

Más allá de la lógica concursable y de tener alguna certeza de cuánto le corresponde de esos recursos a nuestras individualidades, o si estamos efectivamente involucrados en alguna de estas acciones, creo que es relevante que proyectos como este logren permanecer más allá de las coyunturas políticas, pues quizá, podamos estar presenciando un primer paso de algo distinto al sistema en el que hemos habitado y que a partir de este deseo de permanencia, se pueda fortalecer sustancialmente el frágil medio en el que nos desenvolvemos.

Desde nuestro lugar como teatros universitarios, esta política nos reafirma como espacios estratégicos para la formación integral, la creación crítica y la democratización del acceso a las culturas, en línea con los principios de una educación pública comprometida con su entorno.

En el Día Nacional del Teatro, les saludamos y deseamos que iniciativas como estas se multipliquen abarcando múltiples manifestaciones artísticas y territorios, anhelando que nuestra vida cultural sea una preocupación estructural y permanente del Estado, traducida en presupuestos y acciones a largo plazo que permitan un desarrollo disciplinar estable que contribuya al desarrollo de una escena artística con identidad, proyección y memoria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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