CULTURA|OPINIÓN
Crédito: Fundación Neruda
“La película insomne” de Jaime Pinos: sobre el vacío y la falta de claridad
En este libro, la prensa, las noticias, las imágenes, las palabras juegan un rol clave en los poemas que se despliegan sobre un fondo negro que podemos entender, en una de las tantas interpretaciones, como la oscuridad de la época actual.
Jaime Pinos Fuentes fue uno de los impulsores de La Calabaza del Diablo, revista que unió a autores de distintos ámbitos y generaciones interesados en proponer un discurso crítico y reflexivo. Desde entonces, Pinos ha instalado una mirada descarnada sobre ciertas características de la sociedad en la que vivimos, y una propuesta de análisis que ahonda en ideas y hechos no habituales en la poesía chilena actual. Ensayista, cronista, narrador y poeta. Ninguna forma literaria ha sido ajena a Pinos. Como poeta ha publicado libros como “Almanaque” y “80 días”. A esos títulos hay que agregar “Visión periférica”, “Los bigotes de Mustafá” y “Criminal”.
El primero es un libro de ensayos, crónicas, entrevistas y notas de lecturas que exploran la obra de autores como Manuel Rojas, Gonzalo Millán, José Ángel Cuevas. Los textos apuntan a generar brechas para el debate literario y de ese modo ampliar el horizonte a la crítica existente en el medio literario nacional. Por su parte, “Los bigotes de Mustafá” es una novela de crecimiento, protagonizada por un grupo de muchachos que ven con incertidumbre y no pocos temores el rumbo que sigue el país al mando del dictador y sus secuaces. Muchachos que buscan un proyecto vital antes que la vida los consuma con sus rutinas y cansancios. Publicada en 1988, entrega la visión anticipada de una generación de jóvenes llamada a superar la resignación y el espanto originado en dictadura.
“Criminal” es un texto de singular construcción en torno a la violencia. Uno de sus méritos es obligarnos a mirar la otra cara de la luna, esa que no se refleja en la prensa, la televisión o los discursos. Otra realidad donde está instalado el delincuente que responde con su fuerza a la violencia que lo acosa. Algo de eso hay en el libro de Pinos, pero también creo que va más allá al convertir al delincuente en una voz consciente de sí mismo, de sus actos, que no se queda en el simple arrepentimiento, que no pide clemencia, pero alza su voz para interpelar la violencia de la sociedad.
Todos estos antecedentes permitían pensar que la nueva propuesta de Jaime Pinos –La película insomne– traería más de alguna sorpresa.
Lo primero sería destacar que para acercarnos a este libro o ensayo film como lo llama su autor es clave tener en cuenta su presentación gráfica que nos sitúa frente a páginas que operan como una pantalla en la que se disponen los contenidos. El diseño a cargo de Nicolás Sagredo es tan notable como arriesgado y novedoso. Lo segundo para tener en cuenta es la cita inicial de Enrique Lihn: “la realidad es la única película que nos quita el sueño”. Un verso que acompaña a lo largo del texto.
En “La película insomne” la prensa, las noticias, las imágenes, las palabras juegan un rol clave en los poemas que se despliegan sobre un fondo negro que podemos entender, en una de las tantas interpretaciones que pueden emanar de este libro puede ser la imagen de un tiempo de pandemia o bien la oscuridad de la época actual. En ambos casos la clave es el vacío, la falta de claridad vital que envuelve a las personas que ven pasar noticias que no saben sin son verdaderas o falsas, y para mayor tragedia sin ninguna capacidad de recordar.
La oscuridad sobre la que aparecen los mensajes es la soledad del hombre actual que puede vivir entre destellos publicitarios, pero es incapaz de cerrar los ojos y recordar. Estamos frente a una poesía que nos habla de las apariencias, de luces que emiten brillos que no iluminan, de soles artificiales que subrayan la nada -la soledad- del sujeto obligado a mirar cada noche una misma película, de un cielo que cada día es menos transparente y por lo tanto muestra cada día menos estrellas. Un sujeto del cual, en uno de los primeros poemas se dice: “se levanta de la cama, camina hasta el escritorio, enciende el computador busca noticias de lugares donde ya reina la luz del día”. Y más adelante, apunta: cree buscar una revelación, comprender las visiones, recoger algún dato valioso. Pero, página a página, descubrimos que no es mucho lo que encuentra este hombre, porque a medida que avanzamos en la lectura nos vamos dando cuenta que estamos descubriendo el epitafio de un mundo que se acaba en lo que respecta a sus formas de relaciones sociales más conocidas.
La oscuridad es lo que no se comprende o carece de significado. Las noticias que hablan de una realidad que se cuestiona, de la que dudamos hasta nublar los sentimientos. No por nada, en uno de sus libros anteriores -Documental-, Pinos dice: “se ha mentido mucho en este país. Se ha mentido tanto que las palabras ya no sirven para llamar las cosas por su nombre. Los verbos están confundidos, los adjetivos están desgastados”. La referencia es un poco larga, pero “Documental” -en su forma y fondo- está perfectamente unido a los propósitos de “La película insomne” donde lo único real, reconocible es el desierto blanco que invade la conciencia del hombre sin dormir. Desierto que lo llena de una infinidad de cuestionamientos que terminan por debilitar sus creencias. En este mundo que se nos propone lo único que puede salvar de la pérdida o de la soledad total es la poesía. La poesía como cuestionamiento y acercamientos a verdades que deberían prevalecer antes que lo único esperable sea que alguien apague la luz.
Como sucede con todo buen libro, la propuesta de Pinos invita a múltiples lecturas. Es atractivo de forma, inquietante en su fondo. Nos pasea por la historia contemporánea, por viejas revistas y los noticieros que acompañaban las funciones de cine de los domingos. Nos señala que tal vez lo más cercano a una noticia confiable sea un poema o porque necesitamos creer que, aunque el mundo se nos caiga a pedazos siempre habrá alguien que escriba unas palabras testimoniales.
Un libro que, pese al desierto y la oscuridad, no deja de entregar un hilo de esperanza cuando nos dice que las ilusiones van de la mano de la poesía y que “todo pasará, también el insomnio desaparecerá algún día”. Jaime Pinos entrega un texto contundente en ideas y lúcido para describir la catástrofe.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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