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Impuestos justos, sin fronteras Opinión

Impuestos justos, sin fronteras

Heraldo Muñoz
Por : Heraldo Muñoz Ex ministro de Relaciones Exteriores
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Sin distribución y servicios de calidad para la ciudadanía, no solo no se cumpliría un compromiso ético, sino que tampoco habría manera de reconstruir la cohesión social, fundamental para las inversiones de largo plazo. Para salir de esa trampa, ofrecemos soluciones desde una izquierda democrática y moderna. Por eso, debemos recaudar un rango de 5 puntos del PIB en 5 años para financiar las reformas estructurales que el país necesita, partiendo con poner fin a la elusión, la evasión y las exenciones tributarias.


En el último siglo se han registrado enormes cambios tecnológicos y progresos inimaginables en lo que producen las empresas y sus trabajadores. Junto a las utilidades generadas, debían pagarse los impuestos correspondientes por parte de sus dueños, para así contribuir a financiar bienes colectivos.

Pero en las últimas décadas, se ha desarrollado una poderosa industria especializada en mover los dineros lejos de donde los Gobiernos puedan verlos, para así eludir su parte del trato de pagar impuestos. ¿Cómo se hace? Mediante una serie de artimañas contables y legales, se intenta que no aparezcan utilidades y estas sean enviadas a otros países, con tasas tributarias mucho menores.

El problema es que, si se suben los impuestos o se endurecen mucho las reglas, el capital al cual se le puede cobrar impuestos puede migrar a otros países. Y como el país del lado está en una situación similar, resulta que termina ofreciendo rebajas tributarias. Como resultado, es difícil recaudar y mantener la infraestructura social que hace tolerable el capitalismo.

[cita tipo=»destaque»]La nueva información también nos servirá en otras áreas de política económica, como para estimular a empresas para que logren objetivos estratégicos, tales como innovar y generar empleos dignos, sobre todo femeninos. Servirá para imponer impuestos verdes y potenciar tecnologías limpias. El Estado debe recibir, a través de royalties, más de las rentas que generan sus recursos naturales y no solo en la minería. Para hacerlo eficientemente, necesitamos más información de las cadenas de valor globales. Sin información, podríamos tener tasas aparentemente altas, pero que no recauden.[/cita]

Del mismo modo, nuestro Código Tributario nos indica que las personas deben pagar por todo su ingreso en el mundo. El problema es que no podemos trazar fehacientemente esos ingresos, cuando hay sociedades internacionales involucradas.

Pero esto no es inevitable, es un problema de coordinación internacional. Si lográramos ponernos de acuerdo con otras naciones, podemos recaudar más y mejor, tratando de evitar ese círculo vicioso de quién ofrece menos impuestos. Hay novedades importantes al respecto.

Hace unos años, Estados Unidos notificó a Suiza que debía informar sobre las cuentas “secretas” de sus ciudadanos en ese país. Y la semana pasada, la nueva ministra del Tesoro de EE.UU. dijo que su país cobraría a las empresas una tasa mínima de impuestos sobre sus ingresos globales, para que no tengan tantos incentivos a mandar sus utilidades a las Islas Caimán o a Panamá, aparentando como si hubieran ganado allá los recursos.

Podría pensarse que eso sería imposible en Chile. Creo que estas noticias de EE.UU. y también de Europa, son realmente una ola distinta, a la cual podemos subirnos y surfearla de manera inteligente, tal como lo hicimos para diversificar nuestros mercados y exportaciones.

Hemos negociado acuerdos tributarios con decenas de países y, ahora, esos mismos acuerdos se pueden ampliar para obtener información. Hay más frutos si colaboramos con los países más grandes, que por fin ven la urgencia de actuar para acotar los paraísos tributarios y frenar la salida de utilidades tributables.

La colaboración de información internacional servirá en otros tributos, más allá de los corporativos. Por ejemplo, para cobrar de manera eficaz a quienes ganan más o tienen más. Tanto el FMI como 83 multimillonarios o superricos del mundo –ninguno de Chile– están sugiriendo a los gobiernos que les cobren efectivamente su cuota, y no solo por la crisis del COVID-19. Eso lo apoyo decididamente.

La nueva información también nos servirá en otras áreas de política económica, como para estimular a empresas para que logren objetivos estratégicos, tales como innovar y generar empleos dignos, sobre todo femeninos. Servirá para imponer impuestos verdes y potenciar tecnologías limpias. El Estado debe recibir, a través de royalties, más de las rentas que generan sus recursos naturales y no solo en la minería. Para hacerlo eficientemente, necesitamos más información de las cadenas de valor globales. Sin información, podríamos tener tasas aparentemente altas, pero que no recauden.

Me comprometo a apoyar las inversiones y proyectos que nos ayuden al crecimiento sustentable. Sin crecer no tendremos recaudación. Pero sin distribución y servicios de calidad para la ciudadanía, no solo no se cumpliría un compromiso ético, sino que tampoco habría manera de reconstruir la cohesión social, fundamental para las inversiones de largo plazo. Para salir de esa trampa, ofrecemos soluciones desde una izquierda democrática y moderna. Por eso, debemos recaudar un rango de 5 puntos del PIB en 5 años para financiar las reformas estructurales que el país necesita, partiendo con poner fin a la elusión, la evasión y las exenciones tributarias.

El resto del presente año escucharemos ofertones. Es fácil ofrecer derechos sociales sin explicar cómo financiarlos. La viabilidad de las propuestas radica en la capacidad de generar ingresos permanentes, para financiar la creación de un Estado de bienestar moderno. Nuestro compromiso es avanzar con seriedad, pero con urgencia, hacia un nuevo Chile para todas y todos. Hacia un Estado protector que sea asilo contra la opresión.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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