Publicidad
Astrónomo José Maza: «Lo único que nos va a sacar del subdesarrollo será tener gente que sepa pensar» CULTURA

Astrónomo José Maza: «Lo único que nos va a sacar del subdesarrollo será tener gente que sepa pensar»

Silvia Peña Pinilla
Por : Silvia Peña Pinilla Periodista de El Mostrador.
Ver Más

El astrónomo más pop de Chile, Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999, no se achica cuando le proponemos mirar el país y el mundo desde la estratósfera, sin telescopio y sin filtro. Como un experimento mental tan propio de los físicos, Maza sostiene que, visto desde el espacio, la clave del desarrollo de Chile no está en el litio, el cobre o el hidrógeno verde. Está en invertir para que la gente sepa pensar. Sin ello, estamos condenados a la ignorancia. «Chile es un país ignorante porque los dirigentes y los dueños del país, en el siglo XIX, preferían ser dueños de un país ignorante», señala. El ganador del scientific background por el proyecto Calán Tololo –investigación que permitió descubrir la aceleración del universo y la existencia de un tipo de energía oscura, y gracias a la cual Brian Schmidt y Saul Perlmutter obtuvieron el Nobel de Física 2011–, sabe que el cambio climático, que nosotros mismos hemos propiciado, nos tiene arrinconados, pero, pese a ello, sigue teniendo fe en el ser humano. «Creo que los cerebros humanos son desiertos floridos, a los que todavía no les ha llovido”, expresa.


Pocos días del astrónomo José Maza Sancho (74) son tranquilos. Suele partir de madrugada al aeropuerto para viajar al norte o al sur, donde expone ante auditorios y teatros repletos, casi siempre de niños o adolescentes. Antes de llegar a destino debe sortear un enjambre de personas que le piden autógrafos, fotos, videos y firmas de libros. “Ando como yoyó, cada día me canso más. Pero al ver el teatro lleno de niños, me sale una energía… y ahí hablo como una hora y media de Marte, la Luna… Cuando se termina me viene la resaca, el bajón, pero mientras estoy en la charla puedo seguir y seguir, es como una droga que me mantiene entusiasmado. El día que no me den pelota, voy a colgar los guantes y me voy a quedar en mi escritorio escribiendo. Mientras haya lugares llenos de niños, todo vale la pena”, dice.

Nos juntamos una tarde después de un viaje de esos. Venía llegando de Copiapó y en su casa revoloteaban dos de sus cuatro nietos. El menor de cuatro años ya sabe los planetas, además de las letras y números… Era que no, si “el tata le machaca cada vez que puede el interés por el universo, por el mundo”, cuenta. Y en ese ‘machaque’ que hace con los nietos está la esencia de lo que Maza Sancho –que bromea con ser más Quijote, a pesar de llevar el apellido Sancho– considera es la clave para llegar al cerebro de las personas, de ahí al conocimiento y, por consecuencia, al desarrollo.

-¿Cómo ve el país desde la estratósfera?
-Como una vergüenza dentro de los países OCDE por ser el que menos invierte en ciencia y tecnología. Destinamos el 0,35 del PIB, en la OCDE en promedio los países invierten el 2,4 y los punteros llegan al 4,9. Eso, porque quieren desarrollarse. Tenemos un investigador por cada 1000 trabajadores, en las naciones de la OCDE hay 10 por cada mil. Debemos multiplicar por 10 el número de investigadores. Contamos con 5 mil km de mar, cada 100 km deberíamos tener una estación investigándolo y así, suma y sigue: los volcanes, la tierra, el cielo, todo hay que estudiarlo. Tenemos que tener universidades de calidad, no unas que den solo diplomas. Mi preocupación principal es que ojalá se entienda que la única vía de desarrollo que tenemos es cultivarles el cerebro a los 20 millones de chilenos, no hay otra. No hay cobre, no hay salitre, no hay litio… En el mediano y largo plazo es el talento, la laboriosidad, el agregarle valor y fabricar cosas, entre todos los hombres y todas las mujeres (cuyo talento ha estado muy subutilizado en los últimos 200 años), lo que nos hará avanzar.

-¿Cuánto y qué falta para eso que parece de sentido común?
-Nos falta invertir. He hablado con varios políticos –mejor ni los echo al agua– y dicen: “Más adelante, cuando seamos un país desarrollado ahí vamos a invertir en ciencia y tecnología”. Eso significa que no están entendiendo nada. Es como decirte “manda a tus hijos a la universidad» y me respondas: “No, ahora tienen que dedicarse a ganar plata; cuando en la familia tengamos harto dinero, ahí recién los puedo mandar: a los 50, 60 años”. Los jóvenes deben ir a la universidad a los 18 para que, con ese aprendizaje, la vida tome otro cariz. Si Chile necesita endeudarse con el Banco Mundial, no habría una deuda más justificada que hacerlo para potenciar la ciencia y la tecnología en el país. Lo único que nos va a sacar del subdesarrollo será tener gente que sepa pensar, que sepa hacer las cosas. Y que en Chile no hagamos más las cosas a “la chilena”, que las hagamos a la suiza, a la japonesa, a la alemana, que hacen las cosas bien hasta que duele. Acá no importa que quede coja la mesa, le ponemos una tapita. Eso es ignorancia.

-Todos esos países fueron subdesarrollados, ¿qué los hizo invertir en conocimiento, qué podemos aprender de ellos?
-En Chile se pasó la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria en 1920. Ahí se declaró que no queríamos ser un país analfabeto. En Alemania esa ley se creó 203 años antes, en 1717. O sea,  como seis generaciones antes dejaron de ser analfabetos. Y han seguido invirtiendo en educar a su gente. Un maestro de la construcción alemán hace las cosas perfectas. Tenemos apuro por educar a nuestra gente, porque necesitamos que tanto el ingeniero como el albañil sean muy educados, que los dos tengan la cabeza bien amueblada.

-Pero Alemania es más antiguo que Chile como país.
-Otro ejemplo: Estados Unidos era un país igual de picante que nosotros y se independizó de Inglaterra 34 años antes que Chile. Cuando ellos completaron el primer centenario, ya eran más o menos una potencia y en el bicentenario para qué decir. Nosotros cumplimos 200 años y seguimos pensando que somos muy jóvenes. ¿Cuántos siglos más tenemos que seguir creyendo que somos jóvenes?

-¿La luz de conocimiento viaja a una velocidad más lenta en Chile?
-No, lo que pasa es que Chile es un país muy rico y podemos ganarnos la vida sin hacer nada. Decimos: «Ya poh, saquen salitre, cabros, con otra pala saquen cobre y, bueno, también corten árboles y los vendemos, saquen fruta, esquilen las ovejas en el sur…». Todavía no queremos fabricar, elaborar… ¡No, eso es muy difícil! Andrés Bello dijo a cada cual hay que darle la educación que necesita para desempeñar el papel que representa en la sociedad. Los campesinos para enyuntar bueyes no necesitaban leer ni escribir y con eso condenaron a sus hijos a ser analfabetos y al nieto también… En 1915, el Partido Conservador argumentaba que Chile es un país muy pobre para gastar los pocos recursos en educar a gente que no tiene ningún futuro. Finalmente obligaron a Juan Luis Sanfuentes a poner un capítulo transitorio, que por los primeros 10 años de la ley solo se harían exigibles 4 años de estudio y no 6. Que sumen, resten, multipliquen y dividan en matemáticas, y que aprendan a leer y escribir, eso basta. Chile es un país ignorante porque los dirigentes y los dueños del país, en el siglo XIX, preferían ser dueños de un país ignorante.

-¿Y hoy?
-Según a quién le preguntes. Hay muchos políticos que preferirían que la ciudadanía fuera lo más ignorante posible. Hay muchos que dicen que la educación de los hijos es el derecho prevalente de los padres, pero lo Ley de Instrucción Primaria Obligatoria se hizo para todos.

Hijo de Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova

José Maza nació en Valparaíso. Sus padres llegaron de España en el Winnipeg y se instalaron allí para más tarde irse a Parral. Desde que tiene recuerdos, él quería ser ingeniero, simplemente porque se le dieron mejor los números que las letras.

“Me vine al Internado Nacional Barros Arana en 1959. Un año y medio antes habían lanzado el Sputnik y a la perrita Laika y en el 61, estando yo en el colegio, lanzaron a Yuri Gagarin y ahí, en el Barros Arana, comencé a leer sobre el sistema solar, los viajes espaciales”.

Entró a la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile y en tercer año tomó dos especialidades: ingeniería eléctrica y astronomía. En unos meses ya sabía que lo suyo sería el universo. “Soy hijo de Gagarin y de Valentina Tereshkova. Son mis padres putativos”, agrega.

Sus materias de estudio han sido supernovas, energía oscura y cuásares. Con estas especialidades fue parte del grupo de investigadores del proyecto Calán Tololo, junto a Mario Hamuy. Investigación clave para el descubrimiento de la aceleración del universo y de la existencia de una nueva componente de energía oscura que constituye el 70% de toda la energía del Universo. Este proyecto fue reconocido por la Real Academia de Ciencias de Suecia, como un scientific background que permitió que Brian Schmidt y Saul Perlmutter ganaran el Nobel de Física de 2011.  Ha obtenido la Cátedra Presidencial en Ciencias y en 1999 el Premio Nacional de Ciencias Exactas. Fue director del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Es autor de numerosos trabajos de investigación publicados en revistas internacionales, además de libros de divulgación.

Maza también es el nombre que el astrónomo Rafael Ferrando le puso, en su honor, al asteroide 108113 que descubrió el 14 de abril de 2001 y que pertenece al cinturón que orbita entre Marte y Júpiter.

Hoy “el profe” está dedicado a la divulgación. Un tránsito que se dio paulatino y que partió con el cometa Halley en 1986. “Recién había llegado de mi doctorado en Canadá, y los periodistas iban a preguntarles cosas a los astrónomos al cerro Calán y yo era el que estaba más disponible. A la gente de La Tercera les escribí siete suplementos Icarito y estuve chachareando en la tele y en otros lados entre enero y mayo”. Todo ese material se convirtió en su primer libro de difusión: Astronomía contemporánea (1988). Desde entonces partió con las charlas y los libros no científicos en paralelo a su labor de investigación. Sin embargo, en 2015 decidió dar un giro y, en vez de exponer sobre su experticia, como normalmente hacía, comenzó a hablar sobre la Luna, los planetas, las estaciones, la astronomía a nivel muy básico. Luego lo contactaron de editorial Planeta y así nació Somos polvo de estrellas (2017), un verdadero bestseller que fue el comienzo de una serie de libros exitosos.

Le gusta hablar de astronomía en simple y tiene talento para ello. “Normalmente la divulgación es predicar entre gente culta. He leído artículos de astronomía lindos, excelentes, pero si alguien los lee no entiende nada. Yo hago una tontería: divulgo para gente que no tiene idea, para ignorantes. Si me piden que haga un libro sobre supernovas, pero la señora Juana no cacha lo que es una estrella, ni una gigante roja o una enana blanca, para qué le voy a hablar de supernovas, hay que saber eso y más para entenderlo. Por ejemplo, con el COVID se empezó a hablar de los virus y yo con suerte sabía que se escribían con ‘v corta’. Hay que explicar todo desde los cimientos. El conocimiento parte desde abajo. Yo quiero tener un impacto en el pueblo transversal, en la gente común y corriente. Cuando se me acerca una niñita de 8 años y dice ‘quiero ser astrónoma como usted’, me emociona y pienso que, si yo no hubiese estado cacareando con la astronomía, a lo mejor ella nunca lo habría pensado. Les digo: estudia matemáticas, estudia física. Esas cosas me calientan el alma en el día a día. Me encanta estimular, en especial a las niñas para que estudien ciencias”.

Educación y ética para crecer

Habla de analfabetismo funcional para referirse a quienes leen y no entienden el contenido. “Si alguien no logra un mínimo de vocabulario y de manejo no puede tener pensamiento abstracto. Los niños hasta los 12 años años tienen racionamiento concreto, luego hay una transición, que no se puede hacer si no tienen un mínimo de muebles dentro de la cabeza. En Chile, un porcentaje alto de la población no tiene pensamiento abstracto, incluso en matemáticas simples. Si pregunto cuánto es 2 + 3, la mayoría me dirá 5, pero si les pregunto cuánto es A + B = C, una gran cantidad se va a quedar marcando ocupado. Es lo mismo, pero en álgebra, y varios no lo entenderían por la falta de abstracción. Cuando se hizo el Transantiago, llenaron de mapas por todas partes y mucha gente no entendía nada porque no sabía leer los planos. Un alto porcentaje de la población no entiende gráficos.

-Hay una brecha muy grande ahí.
-La sociedad debe hacerse cargo. Cuando llegamos al colegio hablamos el idioma que hemos aprendido en la casa. Hay hogares con un castellano 95% perfecto y otros donde hablan un pseudocastellano. A los 4 años hay niños que ya están en desventaja, dependiendo del capital de la familia donde han vivido esos primeros años. Los colegios con niños en riesgo social (ese eufemismo raro que inventaron) deberían tener profesores de oratoria para aprender a expresarse, a hablar con un sujeto, un verbo y predicado. He ido a miles de colegios y a la hora de las preguntas tengo que adivinar lo que quieren decir. Yo más o menos cacho y les ordeno las ideas, porque tiran palabras, pero no formulan preguntas. Y con todo respeto, eso es mucho más importante que saber astronomía. Que un niño no sepa verbalizar lo que está pensando es grave. Uno no saca nada con tener pensamientos muy lindos si nunca podrá emitirlos.

-Una mirada muy pesimista con lo que se hace en educación.
-No, mi mirada es totalmente optimista, pero hay que trabajar mucho, ponerle empeño para mejorar. Es una cuestión gigantesca, porque la maquinaria del sistema educativo involucra a casi 200 mil profesores, 12 mil colegios, y cambiar la mentalidad, la manera de enfrentar los temas, es una tarea titánica. Porque es más cómodo seguir haciendo un poquito lo mismo. “Pa’ qué le vamos a enseñar más a estos gallos si no van a llegar a ninguna parte”. ¡Claro que no van a ninguna parte si no les enseñas nada!

Agrega que también en la educación va la ética, la forma en que se respetan las normas, cómo se vive en sociedad. “Les regalaría espejos a todos los chilenos para que se reconozcan en esa imagen y se tengan respeto. Porque si voy a la feria y me robo 4 tomates, no vuelvo contento a mi casa, debería llegar avergonzado porque no está bien, pero en Chile parece que a nadie le importa, ni los que aprovechan de sacar algo de más en un mercado, hasta los que se coluden, los que inflan los precios… Acabo de comprar el medicamento para la tensión arterial que tomo, me costó 38 mil pesos, en España vale 9 euros la misma caja, el mismo fabricante, acá me la vendieron con rebajas porque hoy era jueves y me lo bajaron 3 lucas. Hay una cultura de Pedro Urdemales, donde en la vida hay que ser vivo y no tonto. Al contrario, deberíamos inculcarles a los niños que no hay que engañar. Y también el respeto. Ahora hablan de anomia, el no respetar ninguna norma. Cuando era un niño vivía en Parral, nadie se atrevía a levantarle la mano a un carabinero. Ha pasado mucha agua bajo el puente… Hay muchos que no cumplen reglas mínimas de convivencia y exigen sus derechos… Para tener derechos hay que cumplir deberes. La parte de los deberes parece que nadie la escucho. Otros, que son muy ignorantes porque no tuvieron tiempo de estudiar, y después les dio por ponerse creativos, exigen que se respeten sus creencias. Y como ven la Tierra plana, creen que es así y lo defienden. Uno les explica que es redonda y responden: ‘Te exijo respeto a mis creencias’. Y otros tantos siguen defendiendo que los burros vuelan”.

Antes de que lleguen las hormonas

Cuenta que ha ido evolucionando –“por no decir que he envejecido”, acota–. Partió hablando para los cuartos medios, pasó a primero medio, sexto básico y hoy está en cuarto básico. Calcula que en poco tiempo llegará a prekínder.

“Descubrí que si el niño no ha estudiado desde primero medio, sería muy triste que se entusiasme con astronomía en cuarto, cuando ya se le está acabando el camino. Ahora pido cuartos básicos, niños de 8 años. Los conquisto hablando de robots, cohetes, con ir a Marte. A ellos les quedan 8 años por delante para estudiar. Les meto que deben darle a las matemáticas y física”.

Además, agrega: “El desafío de Chile es llegar a las neuronas antes de que lleguen las hormonas. Cuando llegan las hormonas, las neuronas empiezan a pensar en otra cosa. La clave está llegar a las neuronas a los 7, a los 8 años. Les dices que eres extraterrestre de la cabeza a los pies porque todos los átomos del cuerpo los fabricaron las estrellas, y abren los ojos grandes y al mismo tiempo la mente. A esa edad los capturas y puedes llevarlos hasta la estratósfera; en cambio, a los 15, están todos arreglándose y haciéndose los lindos, y las niñas acomodándose el pelo”.

Su nieto menor tiene 4 años y es su conejillo de Indias. “Sabe todos los planetas porque lo estoy ahí machacando y entusiasmando. Así puedo llegar a otros.  Tal como dicen que a la enfermedad hay que detectarla lo más tempranamente posible, el conocimiento hay que tratar de inculcarlo lo antes que se pueda, porque una vez que el niño engancha se va por un tubo para arriba”.

-Y a todos les fascina el cielo.
-La astronomía es un caballo de Troya para meter dentro la ciencia, la matemática, todo lo que sea un poco más riguroso. Porque es muy difícil enseñarle química, física nuclear a un niño, sin embargo, la astronomía es más fácil, muy visual; uno les muestra por el telescopio y ellos se fascinan. Por otro lado, yo todavía gozo explicando, me emociono con los temas,  y creo que logro transmitir mi emoción, porque si estuvieran todos bostezando o se quedaron dormidos, me tendría que ir pa’ la casa.

Y continúa diciendo que prácticamente todo en el mundo lo entusiasma. “Y todo es fruto del cerebro humano, como dice la Violeta Parra: una linda música, la poesía, el arte… No dejo de admirarme al ver un avión, un cohete, los poemas de Nicanor Parra, la música de Bach y Vivaldi, las esculturas de Miguel Ángel, la tecnología… todos son frutos del cerebro humano. Les digo a los niños: esto (les muestro el celular) es fruto de que fuimos a la luna. El día que ya no me emocione por nada, ahí voy a pedirle a don Sata que me lleve de una buena vez. Acabo de estar en el desierto florido, ese peladero lleno de flores. ¿De dónde sale tanta belleza en una cuestión que era tan fea hace unos meses? Creo que los cerebros humanos son desiertos floridos, a los que todavía no les ha llovido”.

Señala que lo otro es fomentar más neuronas y menos músculos. “El músculo nos sirve para la fuerza laboral, pero las neuronas son otra cosa. Y las neuronas femeninas son tan válidas como las masculinas. Las mujeres, en general, tienen menos fuerza que los hombres, pero cuando lo que pesan son las neuronas, estamos absolutamente igualados y este es el siglo de las neuronas y no de la fuerza bruta. La fuerza la ponen las máquinas, los seres humanos ponen el cacumen. Pero hay que ejercitarlas y hacer que se conecten.

-¿Ha temido que sus propias neuronas bajen su actividad?
-Los que hemos vivido harto somos unos tremendos privilegiados. Uno sabe que la vida es finita. Ya me estoy acercando peligrosamente al momento en que uno se desbarranca. Si pudiera elegir menú, la peor pesadilla es que me falle el mate, porque que me falle una pata, hay sillas de ruedas o puedo usar bastón. El Alzheimer es una cuestión terrible, te miras en el espejo y no sabes quién eres y tampoco quién fuiste, es lo más parecido a un zombi, un muerto en vida, ya no tienes historia. Esta historia va a terminar algún día. Yo prefiero morirme al contado, no a plazos.

-Repito la pregunta ahora para el mundo: ¿cómo ve el planeta desde arriba?
-La tragedia para Chile es que el cambio climático es un problema absolutamente real, en una gran medida se debe a que estamos quemando cosas: carbón, combustibles. Estamos inyectando en la atmósfera 51 mil millones de toneladas de anhídrido carbónico al año, este gas extra en la atmósfera se puede absorber en un intervalo de mil años, pero en los últimos 150 años le metemos y le metemos y ha ido subiendo y eso ha hecho que la temperatura del planeta suba cerca de 1,5 ºC, hay más huracanes, lluvias torrenciales, sequías, el clima se está alterando. Los culpables de esto esencialmente son Estados Unidos, India, China y Rusia, los más contaminantes. Chile es responsable de menos del 1% de la contaminación atmosférica. Si nos comportamos impecablemente bien, no se va a solucionar, porque el resto también contamina.

-Estamos atrapados en la Tierra, ¿qué hacer a nivel local?
-Las primeras consecuencias son el desplazamiento de la actividad agrícola. Hace 50 años era inconcebible que alguien pensara hacer vino y poner parras en Osorno, pero a lo mejor más adelante vamos a hacer vino en Chiloé, porque el clima se ha ido desplazando. Tenemos que tomar todas las medidas posibles para que no avance el desierto: reforestar, aprender a desalinizar el agua, meter agua dulce en todo el país. No podemos ponernos a esperar que llueva. Para eso, necesitamos más tecnología, más ciencia, más ingenieros, por eso Chile debe industrializarse, tener profesionales de alta calidad y para que eso ocurra tenemos que tener centros de investigación. Me angustia ver kilómetros y kilómetros de pura tierra, de arena, cómo no darle uso poniendo paneles solares… Probemos si algún cultivo puede darse ahí. Para eso deberíamos tener investigación a lo largo de todo Chile. No es cuestión de decir no más bolsas plásticas, no más pajitas desechables. Hay que hacer eso, pero también prepararnos para cuando el mar suba su nivel. En resumen, también debemos prever, ganar plata no puede ser el único objetivo en la vida.

-¿Cuál es su sueño estelar?
-Aaah, que me inviten a la Luna a dar una vuelta. Vale como 50 millones de dólares el pasaje, así que no tengo muchas expectativas. Pero me gustaría salir de la Tierra, dar una vuelta alrededor de la Luna, y a la vuelta ver al fondo la Tierra redondita, creo que es algo que te cambia la vida entera. Ir a Marte ya son palabras mayores, uno se demora como 7 meses para allá, 7 meses para acá. Hay que estar como 5 meses en Marte para esperar que la Tierra esté justo en posición para tirarse y eso no creo que lo vaya a ver. En el 2033 el ser humano debería ir a Marte, así que espero que, cuando mi nieta me diga “tata, llegaron a Marte”, yo no le diga: «No, mijita, hoy es jueves».

Publicidad

Tendencias